Un cambio económico que define el rumbo

Junto al resto del Mercosur, el país acordó proponerle a Europa discutir la apertura en el 90% de las posiciones arancelarias. El proyecto incluye lácteos, autos, trigo y electrodomésticos.

Union-EuropeaEn estricto silencio, y sin haber retomado las consultas con los sectores industriales, el Gobierno avanzó la semana pasada en la definición de una oferta común con sus pares de los países del Mercosur para agilizar el tan postergado acuerdo de libre comercio con la Unión Europea. El bloque aceptó poner bajo negociación con la UE casi el 90% del universo arancelario, luego de que Argentina flexibilizara su posición y aceptara entregar sectores, como el lácteo, el trigo y los autos, con los que se venía resistiendo, según confirmaron fuentes de la Cancillería.
Los negociadores del Mercosur acordaron el miércoles pasado, en un encuentro que mantuvieron en Montevideo, una lista común de productos para ser ofrecidos en la mesa de discusiones con Europa de cara a una rebaja arancelaria. Entre los productos incluidos en esa lista figuran carnes, frutas, hortalizas, vegetales, trigo, lácteos, vinos, autos y electrodomésticos, entre otros. Quedaron afuera, según las fuentes, algunos bienes textiles y el rubro informática. “El listado alcanza el 87% de las importaciones al bloque regional y hasta podría llegar al 90%”, anunció el ministro de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior de Brasil, Mauro Borges.
Una vez cerrada por completo la oferta, será el momento de intercambiar propuestas con Europa, que también deberá llegar al 90% e incluir al sector agropecuario, que históricamente ha sido motivo de freno en la negociación. Fue hace exactamente diez años la última vez que los bloques intercambiaron ofertas, pero luego las discusiones quedaron truncas.

Brasil
Hoy, luego de varios meses de tensión entre la Argentina y Brasil por la ausencia de una estrategia común para avanzar, el gobierno de Cristina Fernández drásticamente hizo un giro que sorprendió incluso a los propios negociadores. La sospecha es que este pragmatismo repentino radica en la imperiosa necesidad oficial de mejorar el vínculo con los países europeos, muchos de los cuales integran el Club de París, para abrir canales de financiamiento.
El ministro de Economía, Axel Kicillof, se puso frente de la negociación con los funcionarios brasileños para intentar acercar posiciones y destrabar el acuerdo. Estuvo en febrero con su par de Brasil, Guido Mantega, y a comienzos de mes mantuvo un cordial encuentro con los 22 embajadores de la UE acreditados en Buenos Aires, junto al canciller Héctor Timerman.
Además de la necesidad de financiamiento, que se percibe en las mejores intenciones del Gobierno para relacionarse con la comunidad internacional, Argentina sigue siendo el tercer proveedor de alimentos de Europa y puede perder ese puesto en la medida en que la UE avance en tratados de libre comercio con países competidores de la Argentina y no lo haga con el Mercosur. De hecho, en frutas, por ejemplo, Europa reemplazó al país por Sudáfrica en la provisión de mandarinas; lo mismo hizo con Chile en lo que respecta a las uvas. Por otro lado, la UE negocia con los Estados Unidos para firmar un TLC, lo que también afectaría a los países del bloque.
Con un acuerdo con Europa, Argentina y el resto de los miembros del Mercosur también serían beneficiados con mayores inversiones del Viejo Continente.
El conocimiento de la oferta será motivo de fuertes quejas por parte de los empresarios, ya que muchos sectores que habían pedido ser excluidos finalmente quedaron inmersos en la propuesta. De todos modos, este es apenas un primer paso de lo que será seguramente una dura negociación, pero que terminará en una mayor apertura para sectores considerados sensibles. No necesariamente implicará que a todos los productos se les reduzca a 0% el arancel de importación. En algunos casos podrá definirse una reducción y en otros, un esquema de cupos. Recién en ese momento podrá analizarse el impacto económico para cada país.