Los promotores de la iniciativa Israelí para posarse en el satélite animan a continuar con la empresa.
Israel ha llegado a la superficie lunar pero no como esperaba. Después de que la sonda espacial Beresheet (Génesis), -propiedad de la empresa israelí SpaceIL- iniciara el descenso y enviase la primera imagen del acercamiento durante la maniobra de alunizaje, perdieron contacto con el aparato. El equipo de ingenieros confirmó que Beresheet cayó a las 22.25 de ayer (21:25 hora española) desde una altura de unos 10 kilómetros a una velocidad cercana a los 700 kilómetros por hora. Los técnicos creen que probablemente falló alguno de los dispositivos de desaceleración de los que se servía el motor principal para hacer un descenso controlado de la sonda autónoma. “Investigaremos lo sucedido para entender qué pasó”, aseguró Ido Anteby, director general de SpaceIl que actuó de maestro de ceremonias en la sala de control de la misión.
Pese al fracaso de la misión, con la que Israel pretendía ser el cuarto país en alunizar y el primero en hacerlo por una iniciativa privada, el filántropo judío Morris Khan, que ha sufragado junto con el magnate del juego Sheldon Adelson, la mayor parte de los 100 millones de dólares (unos 88 millones de euros) que ha costado la misión, animó a continuar. “Elegimos soñar y no tenemos miedo. La próxima será mejor. Aprenderemos de esto y lo conseguiremos”, dijo Khan.
Beresheet había recorrido 400.000 kilómetros cuando a las 21.08 de España se situó a 25 km. de la superficie de la Luna e inició la maniobra que le permitiría descender verticalmente ayudada por varios motores diseñados para ayudar a orientar la sonda en la posición correcta para alcanzar su objetivo. A los cuatro minutos, pasado el momento crítico señalado por los ingenieros como el “punto de no retorno”, después del que ya no se podría abortar la misión, hubo aplausos del equipo que sabía había superado una de las fases más complicadas.
“Hemos perdido la sonda”
Pero la alegría tornó en preocupación poco después, cuando se encontraba a unos 10 kilómetros de alcanzar de su objetivo. “No tenemos comunicación parece que hemos perdido la sonda. Estamos mirándolo”, anunciaron desde la sala de control de la misión, en la ciudad israelí de Yahud. Allí, siguiendo el evento en directo, se encontraban el primer ministro, Benjamín Netanyahu y varias decenas de invitados. En el mismo complejo también se habilitó un área con ocho telescopios para observar la luna y varias pantallas gigantes donde se congregaron cientos de israelíes.
Se vivieron unos minutos muy tensos cuando comenzó a fallar el motor principal de la sonda. Después comenzaron a fallar las comunicaciones con el dispositivo con forma de arácnido, de dos metros de diámetro y 1,5m de altura. “No tiene el motor principal, estamos perdiendo altura”, se escuchó en la sala.
Tras varios intentos, en los que parecía que los ingenieros habían recuperado la fuente de energía principal para recobrar el ángulo de alunizaje de la sonda, se perdió definitivamente la comunicación con ella. Caras de preocupación entre los presentes, cuyos temores se confirmaron de inmediato. “Tememos no haber aterrizado de la mejor manera posible. No llegó. Somos el séptimo país en orbitar en la luna, pero no el cuarto en posar una sonda, como queríamos”, confirmó Ofer Doron, director de la división del espacio de la Industria Aeroespacial de Israel.
“Vamos a seguir”
Decepción pero también orgullo entre el equipo de ingenieros por lo que consideran un gran logro, a pesar de que la sonda se estrelló sobre la superficie lunar, en lugar de alunizar suavemente para permanecer tres días en ella, realizando mediciones, como estaba previsto. “Vamos a seguir intentándolo. Una sonda israelí aterrizará en la Luna, pero completa”, aseguró Netanyahu a los presentes.
A pesar de tener la certeza de que la sonda se hizo añicos, no pudieron determinar el paradero de los instrumentos científicos con los que iban a realizar mediciones magnéticas para desentrañar el misterio de cómo y cuándo se magnetizaron las rocas lunares. Tampoco de la llamada “cápsula del tiempo”, que iban a dejar en la superficie lunar para las futuras generaciones y que contenía una nota del fallecido presidente Shimon Peres, una copia de la Declaración de Independencia de Israel, la letra del himno nacional hebreo, dibujos infantiles, recuerdos de un superviviente del Holocausto y una copia de la Biblia hebrea, grabada con nanotecnología en un círculo de metal del tamaño de una moneda.
El presidente israelí Reuven Rivlin también siguió en directo el desarrollo de la misión, pero desde su residencia en Jerusalén, rodeado de unos 200 niños invitados a acompañarlo. “A veces hay decepciones pero también es un maravilloso logro científico”, dijo Rivlin a los chavales poco antes de entonar el Hatikva, el himno israelí.
La misión, lanzada el pasado 21 de febrero desde la base estadounidense de Cabo Cañaveral (Florida), pretendía alunizar en el Mar de la Tranquilidad y emular así la llegada del Apolo 11, en el 50 aniversario de su lanzamiento. El Apollo 11 fue la primera misión que alcanzó la luna y marcó un hito histórico para la humanidad de la mano de los astronautas Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins.
Aldrin envió palabras de consuelo al equipo israelí a través de Twitter. “Vuestro duro trabajo, trabajo de equipo e innovación es inspirador para todos” escribió el astronauta.