Ayer, los administradores del Elliot Management promocionaron su propuesta en los medios.
Casi simultáneamente, mientras la Argentina sufría un nuevo revés procesal ante la Corte Suprema de los Estados Unidos en su batalla contra los llamados “fondos buitre”, uno de los más activos y poderosos litigantes no solo ratificó urbi et orbi su “disposición a negociar” sino que también detalló el “esfuerzo” que viene invirtiendo, en vano, para lograrlo.
“Que la Argentina entre en suspensión de pagos no tiene sentido, es hora de sentarse a negociar“, dijo Jay Newman, administrador del Elliot Management, una de las firmas beneficiadas por los dos fallos por los que nuestro país fue condenado a pagar más de 1300 millones de dólares.
Firmadas por el juez Thomas Griesa y avaladas por la Cámara de Apelaciones de Nueva York, las resoluciones se mantienen ahora en suspenso, detenidas por una medida cautelar que, según recogió La Nación, se mantendría en vigor por lo menos hasta que se agote el camino de la Corte Suprema. Pero, de acuerdo con lo que ratificó Newman y lo que vienen indicando aquí varios abogados, crece el discurso de la “disposición a negociar” y, sobre todo, la intención de que esa voluntad quede clara y públicamente expresada.
Para ello, Elliot apeló a dos medios de alcance internacional. Por un lado, la cadena norteamericana CNBC, especializada en contenidos de economía y con una audiencia estimada en 390 millones de personas en todo el mundo. A sus periodistas les dijo que “el default no tenía sentido” y que lo conveniente para todos es “un acuerdo negociado“.
Ante el diario Financial Times, además de ratificar ese mensaje, hizo una prolija descripción de los intentos y encuentros que, desde 2003 en adelante, el propio Newman viene manteniendo con funcionarios argentinos. El listado de encuentros incluyó al menos dos reuniones con el ex secretario de Finanzas y negociador de la deuda, Guillermo Nielsen. Más recientemente, y luego del canje de 2010, con el por entonces secretario de Finanzas, Hernán Lorenzino, así como con el ex embajador en Washington Alfredo Chiaradia.
“Con Lorenzino tuve una conversación de lo más cordial, de la que me fui con la impresión de que podríamos trabajar juntos. En la ocasión, hablamos de cómo estructurar una operación que pudiera interesar a los bonistas que no habían entrado en el canje de deuda. Pero luego no volví a saber de él”, reveló Newman.
Según su relato, algo similar le ocurrió en 2011 con el ex embajador Chiaradia: “nos encontramos varias veces con él y con colegas de mi equipo. Nos entusiasmó la posibilidad de llegar a conversaciones más sustanciosas. Pero dejó su puesto y, desde entonces, nuestros intentos por vernos con sus sucesores fueron rechazados de plano“. La nota en el Financial Times no los identifica como tales. Pero los fracasos de entrevista parecen aludir tanto al ex embajador en Washington, Jorge Argüello, como a la actual representante, Cecilia Nahón.
Por lo que pudo recoger La Nación, hasta ahora nunca hubo una conversación formal y oficial entre partes con el Gobierno argentino. El texto así parece corroborarlo: “hasta ahora no lo hemos logrado, y la Argentina se niega incluso a escuchar“.
Abogados locales consideran que la negociación entre partes es una de las alternativas crecientes que se le abren a la Argentina. Eso volvió a escucharse ayer, luego del revés que significó que la Corte Suprema rechazara “por ahora” la revisión del caso. No es la carta definitiva, pero ya no quedan muchas en el mazo.
“Es muy difícil que la Corte tome el caso argentino. Creo que en algún momento tendrán que negociar”, reiteró ayer el abogado Richard Samp, de la Washington Legal Foundation. A través del secretario de Finanzas, Adrián Cosentino, el Gobierno dijo que seguirá “ejerciendo su defensa“. La estimación coincidente es que tienen un año por delante antes de llegar a las definiciones finales.