El humo ha llegado hasta Kíev, aunque con niveles de radiación normales.
La catástrofe atómica de Chernóbil, una de las más terribles de la historia, tuvo lugar hace 34 años, cuando todavía existía la Unión Soviética. Pero aún hoy tiene consecuencias. Un incendio forestal que se inició este fin de semana en la zona de exclusión alrededor de la central nuclear siniestrada en 1986 ha levantado las alarmas, porque la radiación que se escapó entonces y se acumuló en el suelo se ha multiplicado por 16,5 debido al fuego.
Las autoridades de Ucrania, el país que heredó esta cicatriz nuclear tras la desintegración de la URSS, ha enviado a la zona aviones y helicópteros para ayudar a los equipos de bomberos locales. Desde el aire han arrojado 64 toneladas de agua para intentar acabar no sólo con las llamas, sino con una peligro invisible pero mucho más peligroso.
El incendio ha calcinado cien hectáreas de un bosque que lleva más de tres décadas sin casi presencia humana y que, gracias a esta ausencia del hombre, ha permitido la expansión de la vida salvaje.
Tras la explosión del reactor número 4 de la central nuclear de Chernóbil, el 26 de abril de 1986, las autoridades soviéticas decretaron una zona de exclusión en un radio medio de 30 kilómetros alrededor de la planta, con una extensión total de 2.600 kilómetros cuadrados. Dentro de esa zona quedó Prípiat, hoy una ciudad fantasma levantada para los trabajadores de la planta y que en su tiempo tenía cerca de 50.000 habitantes. Desde entonces, esa zona permanece casi deshabitada por orden del Gobierno, aunque se permite la estancia de unas 180 personas que no se fueron.
Los servicios de extinción ucranianos localizaron dos focos de inicio del fuego. “El incendio se extendió 20 hectáreas en la zona de Chernóbil, pero al final se han quemado más de cien. Como sucede a menudo, alguien quemó unas hierbas y el fuego se extendió a los árboles”, ha explicado el jefe de la Inspección Ecológica de Ucrania, Yégor Fírsov.
Fírsov ha lamentado la falta de conciencia de quienes hacen esto y ha pedido un aumento de las multas por estos hechos. Actualmente, el responsable de un incendio como este supone una multa de 175 grivnas (6 euros). Habría que multiplicar estas sanciones por 50 o 100, según él.
Aunque el funcionario explicó que el incendio está siendo controlado, también señaló que hay “malas noticias”, porque los niveles de radiación se dispararon en el epicentro del incendio, llegándo a ser 16,5 veces más altos que la norma. “Los aparatos de medición marcan 2,3, cuando la norma es 0,14,”, ha explicado en Facebook. Esta circunstancia está complicando las labores de extinción.
El incendio en la zona de Chernóbil se inició cerca del pueblo de Vladímirovka el sábado 4 de abril y el humo ha llegado hasta la capital ucraniana, Kíev, y otras localidades próximas. Sus habitantes se quejan de un fuerte olor a quemado y un ambiente sofocante.
El domingo los Servicios para Situaciones de Emergencia de Ucrania también realizaron mediciones de radiación en Kíev, pero no registraron un aumento.
Según datos oficiales, la explosión del cuarto reactor de Chernóbil expulsó hasta 200 toneladas de material radiactivo y una radiactividad comparable a 500 bombas atómicas como la que se lanzó sobre Hiroshima. Esto tuvo efecto sobre miles de habitantes de Bielorrusia, Ucrania y Rusia, que comparten la zona más afectada.
Pero la explosión también creó una nube radiactiva que sobrevoló varios países europeos. La central nuclear siguió funcionando hasta el año 2000, cuando se cerró definitivamente. Para evitar que escape la radiación del núcleo del reactor accidentado, en 2016 se instaló un sarcófago que sustituye al construido a toda prisa tras la catástrofe.