El científico argentino Juan Martín Maldacena, una de las principales referencias en Física Fundamental a nivel mundial, donó 200.000 dólares al Instituto Balseiro, donde estudió. Algo que es usual en otras partes del mundo, en Argentina se torna un gesto poco común.
Cuando alguien llega a lo más alto de su profesión, es importante que ayude a aquellos que intentan seguir sus pasos. El argentino Juan Martín Maldacena forma parte de un puñado de científicos sobresalientes a nivel internacional. En el pasado mes de agosto, se convirtió en uno de los nueve investigadores honrados con el nuevo Premio “Yuri Milner” a la Física Fundamental, distinción otorgada a personas que están haciendo historia en la ciencia. Sin dudas, un hombre sumamente destacado en su campo.
Sin embargo, sus aportes a la ciencia no provienen únicamente de su carrera profesional. Igualmente valiosa es su habitual sencillez, que volvió a sorprender a todos. No sólo es grande en la ciencia, sino también en la vida. En los últimos días, donó 200.000 dólares al Instituto Balseiro (IB), donde comenzó su formación científica.
Entre otras cosas, la donación específica que servirá para el desarrollo de un programa de profesores invitados, para la organización de muestras de divulgación sobre Física y para la construcción de un museo de ciencias. También se invertirá en el estímulo a la transferencia de conocimiento entre el Balseiro y empresas.
Este tipo de gestos puede ser normal en otros países, pero en Argentina, donde muchos egresados de universidades públicas y gratuitas logran el éxito profesional, es realmente inusual. “Juan Martín es uno de los físicos más reconocidos en el mundo. Visita la Argentina, y en particular Bariloche, una o dos veces al año. Dicta seminarios, charlas de divulgación, discute con científicos sobre temas específicos e interactúa con los estudiantes. Su presencia en los medios de difusión y sus conferencias públicas constituyen un incentivo a la actividad científica en general. Ahora, con este gesto singular, muestra nuevamente su conexión con la ciencia de su país, donde inició su formación”, indicó Gerardo Aldazábal, su mentor en el Instituto Balseiro.
Es así que el apellido Maldacena se suma a una breve lista de graduados que deciden retribuir en alguna medida lo que recibieron de las instituciones donde estudiaron. Así lo han hecho previamente Sebastián Ceria, uno de los directores de la empresa de software Axioma; y el arquitecto Rafael Viñoly, creador de alguno de los edificios más notables del mundo. Ambos graduados de la UBA, donaron el diseño y el proyecto de un nuevo edificio para la Ciudad Universitaria valuados en 150.000 dólares. “Es una forma de retribuir lo recibido. Y lo dono al Balseiro porque es el lugar en el que estudié y sé que lo administrarán adecuadamente. Allí recibí una excelente formación que me preparó muy bien para el paso siguiente de mi carrera: el doctorado en los Estados Unidos”, explicó Maldacena vía e-mail.
Por otro lado, reconoció que si bien su gesto tiene que ver con el agradecimiento, quisiera que sirva de ejemplo para que los graduados se involucren más con las universidades, contribuyendo materialmente a su sostenimiento y mejorando la calidad de la enseñanza. “Es algo que ocurre mucho aquí, en los Estados Unidos, tanto en universidades públicas como privadas. Y que creo que es importante que se desarrolle más en la Argentina”, señaló.
Según la opinión de Damián Zanette, integrante de la comisión directiva de la Asociación de ex alumnos del IB: “Juan Martín cristaliza en un nivel sin precedente el objetivo de seguir colaborando con el Instituto. Y brinda un ejemplo que en mayor o menor medida todos podemos continuar”. Alex Fainstein, vicedirector del Instituto, agregó que “lo que hizo es muy importante. Pero lo será mucho más si estimula a que otros hagan, hagamos, lo mismo”.