Boyan Slat, de 22 años, ha ideado un sistema para recoger los plásticos de los océano.El prototipo se ha puesto en marcha en el Mar del Norte.
Con sólo 16 años, el holandés Boyan Slat tuvo una idea y se puso manos a la obra. Concibió un invento para erradicar los plásticos de los océanos, que cada año reciben ocho millones de toneladas. Lo llamó The Ocean Cleanup, basándose en una pregunta, para él retórica: ¿Por qué desplazarse por los océanos para recolectar los desechos cuando los océanos se mueven hacia ti?
Han transcurrido ya seis años. En este tiempo, a Slat, que ahora tiene 22 años, le ha dado tiempo a dejar la universidad, formar y dirigir un equipo de 50 adultos, recaudar 10 millones de euros y, hace un par de meses meses, lanzar el prototipo de ese invento en el Mar del Norte: una barrera de 100 metros que antecede al proyecto piloto previsto para 2017. Éste dará lugar al definitivo, mil veces más grande.
Se trata de una suerte de costa artificial: una barrera pasiva donde se acumula el plástico arrastrado por las corrientes. En lugar de redes, usa pantallas sólidas y gracias a la orientación de éstas, que se amarran al lecho marino, los plásticos son arrastrados para acabar concentrándose en el centro de la matriz. Un punto central los recolecta y clasifica antes de enviarlos a tierra, con el plan de venderlos y así compensar costes. No obstante, «el modelo de ingresos es una de las partes más inciertas del proyecto», explica durante una entrevista con EL MUNDO.
«Sin duda, podría ayudar a erradicar otras islas de plásticos, pero también creo que no es necesario. El problema en sí es lo suficientemente grande. Hay que remediarlo a cualquier precio, lo que ocurre es que si es rentable, aumenta las posibilidades de éxito. De ahí que sigamos con la investigación del reciclaje, con resultados prometedores», añade.
Este centro de recogida no figura en el prototipo, que «ya ha sobrevivido a tormentas que son mucho más fuertes a las que se enfrentará en el Pacífico», continúa este joven emprendedor. Este océano acumula la mayor isla de basura del globo, cuya extensión se estima en nada menos que 700.000 kilómetros cuadrados.
El proyecto piloto está siendo revisado para solucionar algunos problemas en el amarre, pero pronto volverá al agua. Lo han colocado a 23 kilómetros de distancia de la costa holandesa. «Lo está haciendo mucho mejor de lo esperado, pero aún no es perfecto», reconoce.
No obstante, nos confía que el lanzamiento de su sistema de limpieza masivo, previsto inicialmente para 2020, podría adelantarse:. «Recientemente, hemos hecho algunos avances en el diseño y el sistema, por lo que será más rentable», añade.
Entre los grandes retos a los que se enfrentan está la viabilidad económica. Hasta la fecha ha recaudado 10 millones de euros a través de la filantropía, dos de ellos mediante micromecenazgo. La compañía holandesa Boksalis, que también se ocupa de los amarres, y el Gobierno de Holanda apoyan económicamente el proyecto. No obstante, necesitan 15 millones de euros más para el piloto, por lo que la estrategia actual es «invitar a tres, cuatro o cinco compañías para que se asocien a esta primera operación de limpieza», prosigue. Más que un sponsor, la idea es que se unan con «propósitos internos, de I+D. Ese es uno de los motivos por los que estoy en Noruega», explica.
Slat recibe a EL MUNDO en Stavanger, durante la celebración de la ONS 2016, una de las ferias del petróleo más importantes del mundo. El joven emprendedor holandés participó en este foro internacional explicando cómo salvar el océano usando las habilidades de la industria petrolera en alta mar. «Todo lo que hacemos se basa en la experiencia acumulada durante décadas de esta industria poniendo cosas en el agua. En nuestro equipo prácticamente todos provienen de ese sector, precisamente porque tiene mucha pericia».
Junto a ellos, ha ideado un nuevo sistema de amarre «que nadie en la industria offshore emplea, y con el que creo que reduciremos dramáticamente los costes y hará que sea mucho más fácil de desplegar», sostiene.
Aunque ha recibido numerosas distinciones -fue incluido entre los Under 30 (menores de 30 años) de la revista Forbes o los Global Thinkers de Foreign Policy-, su invento no se ha librado de las críticas, que él acepta de buen grado: «Primero, creo que muestran que lo que hacemos es interesante. Segundo, hacen que nos centremos en los problemas correctos, nos ayudan con la investigación y nos motivan. Creemos que lo imposible es temporal», precisa.
Por eso, el receptor más joven del galardón que concede la agencia de la ONU para el Medio Ambiente anima a los jóvenes a pensar en grande. «Nuestra generación es más consciente de la urgencia de proteger el medioambiente porque va a tener que enfrentarse a las consecuencias. Es una buena motivación. Pero además, las herramientas de las que disponemos no tienen precedentes. Con que una de cada 100 ideas tenga éxito, el impacto es tremendo».
Él aspira a erradicar la mitad de los plásticos de la gran isla de basura del Pacífico en 10 años. Pero aunque ello sea urgente y necesario, no soluciona el problema. Aun así, Slat advierte: «Creo que hay que distinguir entre el Ocean Cleanup y la prevención, pues no son excluyentes. Quizás este proyecto haga que la gente tome conciencia de la necesidad de la prevención. Además en el futuro podríamos desarrollar spin offs para interceptar plásticos en ríos, por ejemplo».
Para Slat hay algo que está claro: «El plástico no se va por si solo del océano, se acumula, por lo que tiene que ser limpiado en algún momento. No estamos afirmando que tengamos la solución, pero hay que empezar por algún lado», reconoce.
En este sentido, también es consciente de que no tiene la solución para erradicar los peligrosos microplásticos. Parte se genera por la descomposición de trozos más grandes pero también está el problema de los microbeads o microesferas de plástico, que tienen menos de cinco milímetros y están presentes en productos de consumo. Reino Unido anunció la pasada semana que prohibirá su uso en cosméticos a partir de 2017, informa Carlos Fresneda.
«Podremos interceptar plásticos milimétricos, pero no todos», admite Slat. «El objetivo es limpiar lo máximo en el más corto periodo de tiempo. Así prevenimos que los grandes plásticos se conviertan en micro. Éstos suponen el 3% de todo el plástico de los océanos, pero el 97% restante se convertirá en microplásticos en décadas si no los limpiamos, por eso es tan urgente».
Para finalizar le preguntamos por qué cree que a nadie se le ha ocurrido su idea antes. «Siempre se consideró imposible, era desmotivador. Además, se desconocía la magnitud del problema, se pensaba que había menos plásticos de los que vemos en la actualidad. La escala intimida. Pero también es porque mucha gente cree que un problema complicado requiere una solución complicada y yo pienso que cuanto más simple sea ésta, mejor. Normalmente lo difícil es encontrar una solución sencilla. Y lo que proponemos es bastante sencillo».