Se la conoce como “Tuci” (2CB) y pertenece a la familia de las sustancias sintéticas. Pero por su presentación suelen asociarla con el polvo blanco. Hablan los que la probaron.
La lista de opciones llegó por whats app, como todas las quincenas. Pero esa vez, recuerda Josefina (su nombre no es real), hubo una opción que llamó su atención; más que la inflación de los precios. Decía “”Tuci”, $1.500 el gramo”. Su dealer le estaba ofreciendo una droga nueva, de la que nunca antes había escuchado hablar. Era la más cara de la lista. Sorprendida, y curiosa, reenvió la foto a un grupo de whatsapp. Necesitaba consultar con sus amigos.
“Compremos, dale; probemos”, propuso uno de los integrantes. “No puede ser ‘Tuci’. Es muy barata”, aseguró otro. Y sacó cuentas: “De un gramo pueden salir cincuenta dosis. No es nada para el verdadero valor de esa droga”. Eso, al menos, es lo que recomiendan los especialistas.
Esa oferta de su dealer era nueva en Argentina, pero no en el mundo. En Europa se la consideraba “la droga de las clases altas” o “la cocaína de los ricos”. “La traba de élite. Sus clientes son reinas, modelos, actores y políticos”, había titulado la revista Semana a un informe sobre la droga sintética de moda en las fiestas electrónicas de Bogotá, en 2012. En la noche porteña, en cambio, se le dice “”Tuci””. Aunque en todo el mundo, su nombre legal es 2CB. Se trata de una droga psicodisléptica, sintetizada en Estados Unidos, en 1974, por Alexander Shulgin, quien la bautizó como “cocaína rosa”.
En Buenos Aires, su consumo es silencioso, casi exclusivo. Según pudo reconstruir Clarín a partir de algunos de sus usuarios, apareció hace cinco o seis años. La consumían varias bandas de ladrones colombianos instalados en la ciudad, en discotecas de música electrónica de Palermo y Costanera. A los que bailaban a sus alrededores, y los vieron, les generó curiosidad. Y preguntaron. Si el interesado era del ambiente de la noche, y de confianza, se pactaba un encuentro para la semana. En aquel entonces, el gramo costaba mil pesos. Hoy, está 2 mil (7 veces más cara que la cocaína común, convirtiéndose en la más cara del mercado) y lo más común es comprarla fuera de las discotecas. Recién en enero pasado, y bajo el decreto 722/1991, fue incluida en la lista de sustancias ilegales de nuestro país. Las fuerzas policiales difundieron el secuestro de un solo cargamento de cocaína rosa. Fue en septiembre de 2015, en La Quiaca, Jujuy.
La palabra “Tusi” nace bajo el alías del colombiano Alejandro “Tucibí”, bautizado por los medios colombianos como “el Pablo Escobar de las drogas sintéticas”. La leyenda dice que a mediados de la década del 2000 viajó a Europa, atraído por las fiestas de música electrónica. Allí habría conocido a dos químicos que producían una droga desconocida para él y los colombianos, y que era furor en las clases altas: el 2CB. Regresó a Medellín con la receta y comenzó a producirla y venderla en fiestas electrónicas. Luego extendió el negocio a Cali y Bogotá. Con los años, comenzarían las guerras entre carteles, que lo buscaban por la fórmula. Según el informe de la revista Semana, uno de los tantos crímenes que dejó la lucha por el negocio del 2CB se dio en Recoleta, en abril de 2012, cuando el colombiano Jairo “Mojarro” Saldarriaga fue asesinado de cinco disparos.
En Buenos Aires, se dice que el negocio del “”Tuci”” es controlado por narcos colombianos. La droga llegaría desde el Valle del Cauca, Cali. Aunque en Colombia, afirman desde la ONG “Échele cabeza”, lo que se vende es otra cosa. No se sabe qué, pero sí que no sería 2CB. La convicción sale de los testeos que hacen de las drogas que acerca el público, antes de consumirlas, creyendo que es 2CB. “En el 95% de los casos no lo es y por el contrario son falsificaciones, adulteraciones, suplantaciones y mezclas de sustancias psico estimulantes muy peligrosas. Es altamente probable que en la mezcla se use también Sildenafilo para aumentar la estimulación, pero también el riesgo de taquicardia e infarto”, le cuentan a Clarín.
Tomás Pérez Ponisio es integrante de “PAF!, un cachetazo al mal viaje”. Es una ONG que se especializa en problemáticas sociales relacionadas con drogas. Dice que consumió “Tusi” una sola vez, en una fiesta en Mar del Plata. Y que le ofrecieron dos veces más. “Haber debe haber…porque en Argentina se consigue todo. Pero no es común como otras drogas. Las experiencias que llegaron a nuestra página son contadas. Y por lo que nos cuentan sobre cómo lo consumen, y el precio que se paga, no sería 2CB”.
En la noche porteña, el “”Tuci”” se inhala, como si fuera cocaína. Y en Colombia y Europa, se ingiere por la lengua. Las dosis también variarían mucho. Mientras en Argentina se compra de a un gramo, en otros países esa cantidad debería alcanzar para varias noches, haciendo un consumo compartido.
“Es una droga para consumir en dosis pequeñas. Y en Argentina no estamos acostumbrados a eso”, comenta Carolina Ahumada, también de PAF! “Consumirla como si fuera cocaína u otras drogas podría ser un problema. Falta información, no se sabe cómo consumirla. De todas formas, el ‘’Tuci’’ que hay en Argentina debe estar híper rebajado”.
Por último, un colombiano que cumple una pena por tráfico de drogas en un penal federal de Buenos Aires, acepta hablar con Clarín. Reconoce haber consumido “”Tuci”” en Bogotá y que se enteró de la llegada de la droga al país estando tras las rejas. Dice: “Para los colombianos no es negocio vender ‘Tuci’ aquí. Los que se dedican a eso nos hacen traer más de dos kilos por viaje. El narco colombiano nunca se caracterizó por el microtráfico, sino por el traslado de cargamentos a otros países. Es negocio solo si estiran la droga con otros productos. También hay compatriotas que se dan el lujo y encargan cantidades para consumo personal, o paisanos que se enteran que está por llegar un familiar o un amigo y les piden 10 o 20 gramitos, para disfrutar de ‘la original’”.