La jueza Servini de Cubría ordenó once detenciones, la mayoría vinculadas a Leopoldo Bina, una de las víctimas del triple crimen.
Siempre fue Sebastián Forza. Esa fue la línea de investigación más fuerte que siguieron los investigadores para esclarecer el triple crimen de Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina, cuyos cuerpos fueron hallados en un descampado de General Rodríguez en agosto de 2008, los homicidios que revelaron la existencia de mafia de la efedrina en el país. Casi once años más tarde, la jueza Servini de Cubría sorprende con once detenciones vinculadas al caso. Primero, la instrucción estuvo en manos de la fiscal porteña Ana Yacobucci. Luego, se hizo cargo el fiscal de Mercedes Juan Ignacio Bidone.
En el juicio, en 2012, condenaron a perpetua la mano de obra: los hermanos Martín y Cristian Lanatta, y Víctor y Marcelo Schillaci, relacionados a la operación de la desaparición y la muerte. Pero la identidad de los principales autores intelectuales del crimen vinculado al tráfico de efedrina, continuó siendo una incógnita.
En 2016, el expediente pasó a manos de la jueza María Romilda Servini. Y la investigación tuvo un nuevo impulso, sobre todo, con la “línea Bina”, una pista que no se había explorado en profundidad. Incluso, los tres principales detenidos, entre ellos el empresario Cristian Heredia, están relacionados a Bina y al mexicano Rodrigo Pozas Iturbe, detenido por ser considerado una de los jefes de la organización.
Uno de los apresados, es Ricardo Sladowski, exonerado de la Policía Federal, de quien recibió Bina la última llamada antes de ser hallado muerto. El tercero es Carlos San Luis, despachante de Aduana.
“En esto estamos trabajando con el juzgado de Servini de Cubria, que trabajó silenciosamente viendo las relaciones que tiene que ver con la importación de efedrina de China a India. Trabajó con la idea de que toda la operación de efedrina, pasaba por la Aduana”, detalló a PERFIL el abogado de Diego Ferrón, hermano de Damián a PERFIL. “Esto marco todo el curso de la investigación. Es absolutamente distinta y mucho más completa que la anterior. Está yendo a fondo”, consideró el penalista.
A Ferrón, lo de las las once detenciones no lo sorprendió. “Hace dos años se está trabajando. Las medidas que se tomaron están relacionadas a Bina y al tráfico de efedrina por la Aduana. Tres de los detenidos fueron testigos en Mercedes. Creo que esto es un avance importante para llegar al autor ideológico y al partícipe necesario”, explicó.
Como resultado de las medidas de prueba, se encontraron en 2018 dos “narcobauleras”, desalojadas por falta de pago del depósito “Belgrano SRL”, ubicado en la calle 11 de Septiembre 3468, en un barrio residencial de la zona norte de la Ciudad de Buenos Aires, al que acuden familias de la zona para resguardar sus pertenencias. En medio de muebles y papeles, permanecía inadvertido el contenido de dos unidades. Eso fue lo que destrabó la investigación.
La unidad que tenía el número 214 fue desalojada ante el incumplimiento del pago. Pero los empleados encontraron más que dos valijas: en el interior de una de ellas, hallaron una sustancia blanca polvorienta dentro de bolsas que les resultó sospechosa, según indicaron fuentes que trabajan en el caso. Llamaron, entonces, a la policía.
Al lugar, llegaron efectivos de División Precursores Químicos de la Policía de la Ciudad con una serie de reactivos y narcotest que confirmaron que en las tres bolsas de nailon tipo Ziploc había dos kilos de cocaína de máxima pureza.
No fue todo. En la misma valija, los agentes encontraron otros 4,300 kilos de cocaína impregnada en paños de telas ocultos en un doble fondo del equipaje que, según la investigación, tenía como destino Europa. Además, había 122 botellas de vino tinto que contenían cocaína diluida y una máquina encorchadora.
Los detectives averiguaron que la baulera había sido rentada en 2008, el mismo año en que se cometió el triple homicidio, por un mexicano que pagaba desde el exterior. Un día dejó de hacerlo.
Fuentes de la causa indicaron que localizaron una segunda baulera, con el número 211, a nombre de una mexicana. Por prevención, pidieron el allanamiento que fue concedido por el juez Daniel Rafecas. Y las sospechas eran fundadas: la Policía de la Ciudad abrió la baulera y allí encontró 160 kilogramos de efedrina ocultos en tachos que simulaban ser proteína en polvo para deportistas de la marca “Pulver”, además de balanzas de precisión, embudos y otros elementos de corte y fraccionamiento.
Pero en esta segunda baulera la policía también halló “documentación muy valiosa para la causa del triple crimen de General Rodríguez”, según explicó uno de los investigadores. A raíz de esos documentos, el juez Rafecas se declaró incompetente y le giró todas las actuaciones y los materiales secuestrados a Servini.