La agencia de la ONU, en sintonía con la Organización Mundial de la Salud, presentó un informe en el que asegura que la pandemia puede causar daños educativos irreversibles.
Mientras Argentina se encamina a cerrar el ciclo lectivo prácticamente sin clases presenciales, la Organización Mundial de la Salud (OMS) defendió ayer la necesidad de mantener abiertas las escuelas durante la pandemia y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) advirtió sobre las crecientes consecuencias para los niños de no ir a clases presenciales y habló incluso de “una generación perdida” a raíz de la emergencia educativa en la que cayó el país.
Si bien los síntomas entre los niños infectados siguen siendo leves, el número de infecciones en este grupo de la población está aumentando y el impacto a largo plazo en la educación, la nutrición y el bienestar de toda una generación de niños y jóvenes puede alterar sus vidas, según el informe titulado “Cómo evitar una generación perdida por el COVID”.
Publicado antes del Día Mundial del Niño, que se celebra hoy, es el primer informe de UNICEF que describe de manera integral las terribles y crecientes consecuencias para los niños a medida que la pandemia avanza hacia un segundo año.
“Las interrupciones en los servicios clave y las crecientes tasas de pobreza representan la mayor amenaza para los niños. Cuanto más persista la crisis (COVID-19), más profundo será su impacto en la educación, la salud, la nutrición y el bienestar de los niños. El futuro de toda una generación está en riesgo”, dijo la directora ejecutiva de UNICEF, Henrietta Fore.
Con respecto a los cierres de las escuelas, el informe dice que si bien los niños pueden transmitirse el virus entre sí y a grupos de mayor edad, existen pruebas contundentes de que, con la implementación de las medidas de seguridad básicas, los beneficios netos de mantener las escuelas abiertas superan el costo de cerrarlas.
“Las escuelas no son el principal impulsor de la transmisión comunitaria, y los niños tienen más probabilidades de contraer el virus fuera del entorno escolar”, enfatizó el informe.
Utilizando nuevos datos de encuestas de UNICEF en 140 países, el informe advirtió que las interrupciones relacionadas con el coronavirus en los servicios sociales y de salud críticos, incluida la nutrición básica, las vacunas rutinarias, la atención ambulatoria para enfermedades infecciosas infantiles, los servicios de salud materna y las visitas domiciliarias de los trabajadores sociales, plantean las amenazas más graves para los niños.
Como tal vez se recuerde, hace apenas unas semanas -a siete meses de la implementación de la educación a distancia como único mecanismo para garantizar la continuidad pedagógica de los alumnos argentinos- este diario alertó no sólo sobre la creciente y profunda brecha tecnológica que atraviesa al país sino sobre que más del cuarenta por ciento de los chicos reconoce no haber sentido el apoyo de familiares y de la propia escuela durante este proceso de aulas virtuales.
El dato correspondió a un trabajo reciente presentado precisamente por Unicef Argentina y Google, pero entra en sintonía con distintos informes y encuestas que vienen radiografiando la compleja situación educativa en el país en tiempos de pandemia y desigualdades tecnológicas.
Según la Encuesta de Evaluación sobre la continuidad pedagógica, por caso, el 65% de los alumnos de nivel primario que asisten a escuelas privadas se encuentra en condiciones óptimas de conectividad frente al 38% de las estatales que sólo logra conectarse a través del celular.
Frente a este panorama, muchos especialistas locales están poniendo de ejemplo lo que ocurre por estos días en Europa, donde la segunda ola de coronavirus impacta de manera dramática pero las escuelas permanecen abiertas. “No solo como misión educativa, sino porque, además, se han demostrado las dramáticas consecuencias sociales que se producen cuando lo chicos no van a la escuela”, justificó la canciller alemana, Angela Merkel.
En nuestro país, sin embargo, el regreso presencial a las escuelas en 2021 aún está en discusión y nadie se anima a ponerle una fecha al regreso.
“Dudamos mucho que las clases vuelvan a empezar en marzo en forma presencial”, dijo días atrás, Verónica Magario, vicegobernadora de la provincia de Buenos Aires, algo que entra en franca oposición a la mirada planteada por Unicef, según la cual, como se dijo, el hecho de no concurrir a clases generará “una generación perdida” y causará daños “irreversibles” a la educación, la nutrición y el bienestar de los jóvenes de todo el mundo.
Como se dijo, el organismo internacional considera que “las escuelas no son el principal factor de transmisión en la comunidad” y que “los niños tienen más probabilidades de contraer el virus fuera del entorno escolar”, por lo que “los beneficios netos de mantener las escuelas abiertas superan los costos de cerrarlas”.
En esta sintonía también se pronunció el director para Europa de la OMS, Hans Kluge, quien pidió que las escuelas no cierren sus puertas. “Debemos asegurar la enseñanza para nuestros hijos”, afirmó y resaltó que los niños y adolescentes no son grandes amenazas de contagio, por lo que una medida como cerrar las escuelas no sería efectiva. Si bien al principio de la pandemia se creyó que los niños eran grandes contagiadores, según el experto, luego se demostró que los chicos tienen formas leves o asintomáticas de cursar el virus y la carga viral está relacionada a la gravedad del cuadro, por lo que los chicos no son grandes transportadores del virus ni los colegios resultan grandes focos de contagio.
En Argentina el regreso a las aulas para 2021 todavía está en discusión y no tiene fecha