La mejor manera de impulsar el crecimiento de la producción nacional, en condiciones de eficiencia y calidad internacional, es desarrollando el mercado de capitales, alentando el ahorro interno en un marco de estabilidad macroeconómica de precios, e incentivando la conquista amplia de mercados externos y no cerrándose.
Al revés de lo que se está haciendo. Lo cierto es que llegar al extremo de querer controlar hasta el aire que se respira porque “hay que tenerle un poquito de miedo” a la Presidenta, cambiar por decreto la costumbre de pensar y ahorrar en dólares que provocó repetidas crisis en la Argentina en los últimos 100 años, por no ir más atrás, sólo está conduciendo a un insoportable deterioro de las finanzas públicas.
Hace unos días, los diversos indicadores oficiales de precios mostraron otra vez una singular discrepancia, que explica cómo afecta la coyuntura de diversa manera a los argentinos. El costo de vida aumentó, es innegable, pero lo peor es que también aumentaron los precios al por mayor, la canasta de indigencia, la de pobreza, y el costo de construcción que, además, está paralizado.
En este escenario complejo hay que moverse, mientras se espera a ver qué pasará en los Estados Unidos con los fondos buitre, no se le paga al Club de París, y estamos haciéndonos amigos de Irán. Daniel Sticco es un destacado analista económico al que le solicitamos nos despeje dudas que se suman a diario.
Noticias & Protagonistas: ¿Cómo quedamos después del encuentro en New York?
Daniel Sticco: Es difícil saber qué va a pasar porque hay diversos escenarios, pero el concepto principal es que Argentina no mostró mucha voluntad de pago, y hace diez años que está aislada, no se financia del mercado internacional, entonces los efectos parecen limitados a los ojos del Gobierno.
“En el Club de París están cansados de nosotros, pero no quieren ser responsables de nuestro fracaso”.
Daniel Sticco
N&P: Pero el escenario cambió…
DS: Ah, por supuesto. Una cosa fue Argentina 2003-2011, y otra fue 2012 y 2013, con una inflación importante, con crecimiento más bajo, y no pinta mucho mejor porque se juntan problemas no resueltos en la bonanza. Cuando hay menor oferta de grano, gran parte de la falta de liquidación de divisas fue por la caída de la producción de trigo; antes se producían catorce millones de toneladas y ahora apenas hubo siete, complicando aún más el cuadro. Pase lo que pase, los mercados y los economistas dicen que el problema de la deuda no se resuelve ahora, porque vienen instancias administrativas que llevarán cinco o seis meses. Pero además, un tema que ni se lo ve en los diarios: Argentina sigue en default con el Club de París. Hay atrasos, moras, la historia de nuestra deuda en default viene para largo.
N&P: Se anunció que se le pagaría como al FMI, después se cayó. De tanto en tanto se vuelve a hablar. El ministro Lorenzino decía que estaba negociando pero más como iniciativa propia. Es un tema pendiente al que nadie le da la importancia que tiene.
DS: Sí, porque descansan en que Argentina tiene 40.000 millones de reserva y se puede autofinanciar. El Club de París no es un ente como el FMI, el Banco Mundial o una agrupación unida como los fondos buitres, sino un grupo de países europeos que les prestaron a gobiernos argentinos. Como Argentina está tan negativa, aislada, peleada con todo el mundo, pone trabas a importaciones, es como que dicen que están cansados de nosotros, pero no quieren tampoco ser responsables de nuestro fracaso y entonces no demandan con urgencia. Argentina no muestra vocación por avanzar.
N&P: ¿Las empresas argentinas han perdido capacidad de recibir capitales y financiación?
DS: Sí, claro, la Argentina expulsa inversiones. El BCRA dio a conocer el balance: por el cepo cambiario, las empresas dejaron de girar al exterior 4.500 millones de dólares en dividendos. Tendrían que haber aparecido como inversión extranjera directa, porque al no poder enviar, las empresas deberían invertir, pero no es así, porque el aumento fue sólo de 250 millones, quiere decir que la fuga sigue.
N&P: En el suplemento Cash de Página 12- que es oficialista- Andrés Asiain y Lorena Putero sostienen que el campo se queja en vacío porque gana fortunas. Un suplemento rural de Clarín, por su parte, asegura que el productor, luego de retenciones, cobra 3,48 por dólar. Si ahora le cobran insumos con el “blue”, podríamos estar en la antesala de una catástrofe en superficie sembrada…
DS: Ese es el escenario: el Gobierno gasta a cuenta, un diario dice que el país creció sólo el 1,9%, siendo que el umbral mínimo para pagar bonos debería ser 3,6%. Crecimos menos, incluso hubo recesión, y este año será mayor pero con más inflación. El campo no gana como en el pasado, cuando con una cosecha vivía dos o tres años. El haber mantenido elevadas las retenciones, una devaluación menor de lo real pero con aumento de costos mucho mayor y en insumos del agro mucho más, como el gasoil, cambió completamente el panorama.
N&P: Es como si cobrara con paridad uno a uno pero tuviera costos de dos por uno.
DS: Exactamente. Así no se compensa con el aumento de precios en el mundo; porque los precios de los commodities han tocado un techo, la soja está arriba de los 500 dólares, cada año sumaba y sumaba, pero ahora se estancó. Antes, el productor lo compensaba con el aumento, pero ahora se frenaron los precios de venta pero no el precio de los costos. A eso hay que sumar el problema climático. Se plantó mucha soja de segunda, que tiene un 15 a 20% menos de rinde; semana a semana la bolsa de cereales viene diciendo que lo que se va a recaudar por retenciones, va a ser mucho menos de lo que dicen.
N&P: Ahí aparece la fórmula clásica que lleva a un crack. No creemos posible un “rodrigazo”, pero ¿no se vislumbra un amesetamiento del volumen de negocios?
DS: Sin duda, el escenario fiscal argentino se complicó. En el programa de radio El Mundo, hablamos de la performance del comercio exterior. El año pasado teníamos 12.000 millones de dólares, pero en enero ya tenemos una baja año a año de 50%. Tenemos que el año pasado, con el enfriamiento del consumo, hubo empresas que exportaron forzosamente stock, aunque no fuera competitivo. Hoy no tienen ese stock excedente, aunque el mercado interno no demanda. Se va a exportar menos, por lo tanto la fuente de divisas se va a estrangular, y eso implica menos retenciones, un círculo vicioso.
N&P: Está a la vista que los riesgos son grandes…
DS: Es así. El BCRA sigue expandiendo dinero a un ritmo enorme, la base monetaria en febrero aumentó el 42% anual, el circulante aumentó al 37% anual, y cuando habla con la gente, no entiende por qué ellos no tienen ese 37% más de dinero que el año pasado. Se emite una cantidad de dinero enorme pero presionan sobre mercado de precios y de bienes; y la gente ve que se concentra la riqueza.
Crítica y propuestas
Daniel Sticco no se conforma con mostrar los errores sino que, por el contrario, asume una postura que no es muy común: ofrecer alternativas, hablar de los “cómo” después de definir los “qué”. A su criterio, para no caer en el complejo debate de devaluación sí, devaluación no, el modelo productivo con inclusión social debería tener como condición básica reducir la inflación a menos de 5% por año e impulsar políticas orientadas a devaluar los costos de producción por vías genuinas y sostenibles en el tiempo.
“No abrimos mercados, no evitamos concentraciones, puede ser un boomerang. Hay mucho deseo pero poco juicio”, señala con preocupación. Entre los mecanismos a mano para lograr los objetivos se cuentan el cómputo a cuenta de IVA del total de las cargas patronales sobre la nómina salarial. El impacto negativo inicial sobre el flujo de caja para la ANSeS podrá diluirse con el incentivo que esa política ejercerá sobre la reducción del empleo en negro.
También, señala, se podría computar el 100% del pago del Impuesto a los Débitos y Créditos Bancarios a cuenta de Ganancias y del pago mensual que hacen monotributistas. De ese modo, se incentivaría la bancarización, con el consecuente efecto expansivo de los depósitos y crédito de las entidades financieras. Además, al reducir la tasa de inflación, con una política fiscal y monetaria austera, se tenderá a bajar drásticamente el costo nominal del dinero, y de ese modo se podrá reactivar la demanda de crédito para inversión por parte del sector productivo.
“Por eso uno pide reflexión, tiene esperanzas en que la próxima asamblea legislativa se deje de tanto reduccionismo, tanta crítica a la oposición, y apuntemos a una Argentina más integrada, con más consenso, porque tenemos todo para estar mejor de lo que estamos”, concluyó.