El temporal que provocó una tragedia en Bahía Blanca desenterró viejos temas de los que ya se habla poco: el mantenimiento del arbolado urbano, y la erosión costera, entre otras asignaturas pendientes.
¿Se podría haber evitado la tragedia sucedida en Bahía Blanca la semana pasada? Lo cierto es que el Servicio Meteorológico Nacional emitió las alertas correspondientes, pero nadie las tomó demasiado en serio. Por mucho que avance la tecnología y que evolucionen los sistemas de alerta, no se puede hacer mucho cuando, con lo que se está lidiando en definitiva, es con la conducta humana. Tendemos a creer que «no va a pasar nada», hasta que pasa.
Bomba de tiempo
Un problema grave que ya enfrenta nuestra ciudad y que sólo se volverá más dramático con el paso del tiempo, es el del arbolado urbano. Como explicaba en una entrevista para la FM 99.9 el viverista Alfredo Antoniucci, este conflicto se viene gestando desde la época en que era intendente de la ciudad Mario Roberto Russak: «por decreto, ordenó poner dos árboles en cada vereda y la gente puso el árbol que consiguió, el que pudo comprar, el que le pareció más barato o el que le gustó más. Y muchos no son árboles adecuados para la vereda. Bueno, todos esos árboles son los más peligrosos que se caigan: hay muchos álamos, muchos olmos, muchos sauces plantados en los barrios que realmente son un un problema».
El riesgo de que algún evento climático de gran magnitud como el que se vivió la semana pasada afecte fuertemente al arbolado urbano marplatense está siempre presente, y hay antecedentes muy claros, como el ciclón que golpeó a la ciudad en 1993 y que destrozó árboles de gran porte, como las lambersianas. Dice Antoniucci: «no solo lambersianas, sino árboles que yo diría que no podían romperse o caerse como fueron unos plátanos que estaban, para que todo el mundo los visualice, en Avenida Luro y San Luis nada más ni nada menos, o sea, bien en el centro de la ciudad. Ahí hubo unos plátanos hermosos que, fue tal la furia del viento, que los rajó, los tiró. A mí eso fue lo que me impactó, porque, que se caiga una lambersiana, un pino, un eucaliptus, como ha sucedido tantas veces en barrios como en el bosque de Peralta Ramos o La Florida, que son árboles que tienen esa debilidad, que no son árboles urbanos, no llama la atención. Pero sí me llamó mucho la atención que fueran arrancados de cuajo árboles que eran realmente fuertes. Fue como un pequeño tornado que pasó por lugares puntuales y después, bueno, afectó al resto de la ciudad».
Asegura Antoniucci que, debido al decreto firmado en su momento por Russak, la situación es hoy aún más crítica que lo que fue en 1993. Si sucediera un evento climático similar, la ciudad estaría frente a un verdadero problema: «Yo hace muchísimos años que vengo bregando porque se cambie la ordenanza de arbolado urbano para que sea el estado municipal el responsable, de forma directa o contratando gente, de hacer las podas de mantenimiento. Hoy el árbol para mucha gente se ha convertido en un enemigo en vez de ser el aliado importante que podemos tener para el cuidado del medio ambiente y para mejorar nuestra calidad de vida. En cambio, para mucha gente, es el enemigo, porque vos sabés que tenés que hacerte cargo del árbol de tu vereda y hacerte cargo el árbol de tu vereda cuesta muchísimo dinero. Una poda hoy de un árbol grande sale muchísimo dinero, y normalmente en un frente tenés dos árboles, así que está fuera del presupuesto de la mayor parte de la gente».
Quien se ha ocupado del tema proponiendo un cambio en la normativa, es la curul Mariana Cuesta. Sin embargo, su proyecto no ha tenido mucha repercusión dentro del recinto del Honorable Concejo Deliberante: «el proyecto se trató una sola vez luego de su presentación en diciembre del 2022 y luego, nunca más. Este año seguiremos insistiendo, es un proyecto perfectible que se puede cambiar. Tiene que ver con planificar a largo plazo algunas cosas. Lo que hemos vivido en estas horas, demuestra que los árboles se caen, cortan cables y eso tiene que ver en muchos casos con el mantenimiento del arbolado urbano. Es importante que podamos trascender las grietas partidarias para planificar el arbolado urbano», dijo en una entrevista para la FM 99.9.
Abundando sobre la problemática, Cuesta aseguró: «el trabajo que hicimos es amplio y nos llevó mucho tiempo. Lo principal es que el estado vuelva a ser el regulador de la poda y del arbolado urbano. Hace 29 años se le pasó la responsabilidad de los árboles que están en la vereda a los frentistas. Muchos vecinos no saben que tienen esa responsabilidad, algunos no la pueden afrontar y otros tienen distintos criterios, plantando árboles que no resisten una tormenta».
Cuesta hace un llamado a los demás ediles para poder abordar este tema que, ante estos eventos climáticos extremos, se vuelve urgente: «cuando tenemos la posibilidad de ser concejales, tenemos que hacer que la ciudad esté organizada y no tenga que ver todo con la suerte. Los vecinos no saben qué hacer cuando hay un árbol muy grande que tapa la luminaria; no saben siquiera en algunos casos que los frentistas son los responsables».
Voces de alerta
Tanto el fenómeno que afectó tan gravemente a Bahía Blanca la semana pasada, como el tornado en Mar del Plata en 1993, no son eventos aislados, sino parte de las características climáticas típicas de esta región del mundo. A pesar de ello, hay poca conciencia del peligro que implica no estar preparados para estas eventualidades, y ni siquiera prestamos atención cuando el Servicio Meteorológico Nacional emite alertas al respecto.
La vocera del Servicio Meteorológico Nacional Cindy Fernández dio detalles sobre las condiciones de Argentina y, en particular, del anuncio de alerta que se emitió para el complejo frente de tormenta de la semana pasada: «es algo que estamos intentando comunicar. Argentina tiene fenómenos extremos, somos un país tornádico, estamos en la segunda parte del mundo con mayor cantidad de tornados después de Estados Unidos. Tener tormentas con daños y destrozos es algo habitual, pero lo que ocurre es que, en general, los sistemas de tormenta son más pequeños que los del fin de semana. El sistema de tormenta del sábado iba del Oceáno Atlántico en el sur de Buenos Aires hasta el norte de la provincia de Córdoba».
En muchas oportunidades se dieron episodios de tal intensidad pero en sectores más despoblados por lo que las consecuencias no eran las mismas: «La mayor parte de nuestro territorio es despoblada, hay mucho campo y cada vez que se dan estos hechos es difícil encontrar evidencia de la destrucción. Esta vez, de acuerdo al tamaño que tenía pasó por mucha ciudades, pueblos y llegó a la Capital del país y eso impresionó un poco más a la gente», señaló Cindy.
También se refirió a la interpretación de los partes que emite el SMN y como eso se puede transformar en un proceso de desinformación al pasar por distintas manos: «muchas veces se hace un teléfono descompuesto y el alerta que se publica, pasa por distintos organismos y el resultado final no es el mismo con el que partió. Siempre recomendamos chequear en el sitio del SMN. El sistema de alerta temprana que tiene Argentina es excelente, a nivel internacional en la comunidad científica es un ejemplo a seguir. Hay ciertas cuestiones que debemos replantearnos en nuestro país que es el tema educacional y de conciencia meteorológica».
En esta oportunidad, incluso se señaló que nadie había advertido al respecto y eso fue negado rotundamente por Fernández: «hay mucho desconocimiento sobre las tormentas y como avanzan. Los alertas se dieron con 72 horas de anticipación que además, en la información detallada, coincidió perfectamente con lo anunciado. No hay un problema de información emitida, sino cómo, cuándo y de qué manera recibe esta información la gente y que interpreta también. Tendríamos que mejorar como comunicamos».
El viento y la arena
Cuando se dan estos episodios climáticos extremos, las playas suelen ser algunas de las zonas de la ciudad más afectadas. Pero no se trata sólo de la influencia del clima, sino también de la acción humana. Otra asignatura pendiente, es que las playas del sur se están quedando sin arena.
Quien dio una voz de alerta al respecto es el administrador de uno de los balnearios de la zona sur y guardavidas jubilado, Diego Sánchez Cabezudo: «dejó de llegar el flujo natural de arena al sur y hace años que lo padecemos».
En la FM 99.9 explicó que «la erosión costera es un problema. En el sur de Mar del Plata el mar prácticamente no tenía olas pero estaba muy lleno, empujaba. Con ese mar cargado más olas apareció el viento y hoy es más fuerte el golpe del mar sobre la costa erosionada. Toda la zona sur quedó muy afectada desde el momento en que Necochea estiró su espigón más de un kilómetro. La arena que venía y se instalaba en la costa, pasa de largo y se deposita en Mar del Plata en la zona céntrica. Dejó de llegar ese flujo natural de arena y hace años que lo padecemos».
Para recordar, todo aquello que antes era un gran atractivo en la ciudad, hoy ha tenido una profunda modificación: «en algún momento en la zona sur, había médanos y la erosión costera llevó a que el agua ahora pegue en la piedra, contra el acantilado».
Sánchez Cabezudo indicó que seguirán desapareciendo espacios porque cada día la situación se hace más compleja: «cada año estamos perdiendo mucho, cada vez más arena. La arena es un recurso natural que genera turismo y estamos dejando que el mar se la lleve a otro lugar. Los balnearios de esta zona parece que no les interesa, pero se van a perder fuentes de trabajo que están presentes. Hoy hay 30 personas contratadas por balnearios».
Lo que critica desde su lugar el administrador es que no se hizo nada para evitar que esta situación prosiguiera a lo largo de los años: «tendríamos que haber hecho cosas acá después de la obra en Necochea. En el norte, en donde estaba el barco hundido, ahora hay todo arena y médanos. Hoy en el Sur no se puede hacer una T porque parece que queda feo. El problema más grande que tenemos en la ciudad es el trabajo y ahí hay que trabajar con Provincia y Nación para recuperar la arena»”, finalizó.
Arena de nadie
Sin embargo, la falta de arena en la zona sur no es la única asignatura pendiente que tiene el gobierno al respecto de nuestras playas: otro gran conflicto, es la falta de control en la zona costera, especialmente al sur de la ciudad.
José Luis Simón es el guardavidas de la playa Camet 1, en donde se han registrado incidentes alrededor de una bajada de autos. Ante la ausencia de Tránsito o la policía, los guardavidas se ven obligados a descuidar sus tareas para mediar en los conflictos constantes que se dan entre vecinos y turista en el lugar.
«Yo le presenté una nota tanto al intendente como al secretario de Gobierno y al Departamento de Vialidad por las irregularidades que hay ahí en la playa. La bajada que hay, es un peligro, porque está hecha de tierra. Por ahora no tuve ninguna respuesta. La nota la presenté el 30 de noviembre, y nunca se acercó nadie, ni de parte del Municipio ni de Tránsito, la patrulla municipal o Prefectura. La otra vez hubo un problema ahí con unos vehículos y casi se agarraron a las piñas. Nos fueron a llamar a los guardavidas a ver si podíamos intervenir», relató Simón.
El guardavidas cuenta que estas situaciones son habituales, pero se encuentran desamparados: «Bajaba un vehículo, subía otro, y ahí le pegó en el espejo. Y fue un problema, porque dejan los autos estacionados en la bajada de la rampa a la playa. Se fueron a las manos y tuvimos que intervenir nosotros. Mejor dicho, tuve que intervenir, porque mi compañero no puede venir conmigo porque alguien se tiene que quedar mirando el agua. Y ahí pudimos calmar un poco las cosas, pero es una situación que nos tiene mal».
¿Hace falta que haya algún herido o un muerto en un altercado similar para que las autoridades reaccionen y pongan orden? ¿Hace falta que tengamos un temporal con muertos para que por fin se ordene el problema del arbolado urbano? Las advertencias están claras, ahora falta que alguien se ocupe de estas asignaturas pendientes.