Administración municipal | El intendente sigue gastando de maneras extrañas un dinero que no le cuesta, porque no es suyo. Ahora, además del déficit y las deudas acuciantes, contrató cuatro meteorólogos para que vayan a la esquina a ver si llueve. Quema plata como una diva del rock.
Ya parece una cargada. El Gobierno municipal gasta plata a granel, pero sin embargo no logra pagar sus deudas. Sigue contratando gente con sus respectivos equipos de imprescindibles, aunque no puede resolver sus problemas básicos, como por ejemplo la basura y las bocas de tormenta o los baches.
Recientemente, el intendente Gustavo Pulti presentó el Consejo Municipal de Contingencia Meteorológica, que estaría integrado por Defensa Civil y los meteorólogos Luis Viera, Alejandro Benavídes, Javier Merlo y Pedro Mazza. Dijo que el objetivo del Consejo era producir información relacionada a los fenómenos meteorológicos durante los 365 días del año. Pero los contrató antes de elevar el proyecto de ordenanza para que fuera tratado en el Honorable Concejo Deliberante. En este sentido, Pulti expresó, tal como si fuera una humorada: “Son personas que los marplatenses conocen muy bien. Permanentemente están informando a los vecinos sobre el pronóstico del tiempo”, y agregó que este Consejo de Contingencia Meteorológica “va a producir información meteorológica los 365 días del año, todas las veces que sea necesario, aparte de lo que periódicamente se establezca”. Es decir, lo mismo que cualquier radio.
Uno de los contratados, Alejandro Benavídes, señaló, feliz de la vida, por supuesto: “Es algo muy novedoso y estamos muy contentos porque es una forma de trabajar en equipo. Me arriesgaría a decir que es el primero en el país”. Este semanario le hubiera recomendado al Intendente comprar un hipocampo pisapapeles, de esos que cambian de color cuando se avecina la tormenta. Sin dudas, bastante más barato.
Por supuesto que muchas voces razonables se alzaron en contra. Sobre todo porque los contratos de los pronosticadores meteorológicos fueron prorrogados, a pesar de que aún no fueron homologados por el HCD.
Al respecto, la concejal Cristina Coria, de la UCR, explicó: “Si hubiera tenido algún fruto, la suma no parecería tan desorbitante. El problema es la sumatoria de gastos… Cuando uno ya se encuentra con alguien en el municipio, y escucha las actividades insólitas para las que han sido contratados, y que además no se desarrollan…”. Coria indica que en esta ciudad hay gente que toma sus decisiones en base a un pronóstico que tiene implicancias económicas: organizadores de grandes eventos, comerciantes de la costa, etc. , y que en honor a la verdad, todavía no hay un protocolo de contingencias, es decir no saben qué es lo que van a hacer en el momento en que los meteorólogos, como gurús de la costa, avisen que va a suceder algo grave. Lo que se hace en la ciudad es lo que sigue haciendo Defensa Civil, que tampoco tiene gran equipamiento.
Los contratados en cuestión son 4, pero el problema administrativo es que figuran como locación de obra, figura tras la cual tiene que haber un servicio que produzca un resultado, como un final de obra, lo cual, por supuesto, no sucederá. “De existir este famoso protocolo”, indica la concejal, “podría ser muy útil, pero debería informar qué es lo que hay que hacer ante cada tipo de emergencia, y no decir solamente, que algún día va a llover”. De lo contrario, la simple alarma genera un efecto negativo.
El Intendente convoca a este grupo después del último episodio de granizo. Él dice que va a funcionar desde la Torre Tanque, pero no se ha montado allí ningún equipamiento, es decir que solamente podrían estar repitiendo lo que dicen los especialistas del Servicio Meteorológico Nacional. Copiar y pegar. Nada más. De no ser así, se estarían convirtiendo en los adivinos de la corte, y deberían haber comprado alguna tiara de plumas. Pero tampoco.
“A esta altura, no podemos seguir contratando especialistas que vienen a aprender. Como sucede con ciertos funcionarios que dicen: yo vengo a aprender”, dice la concejal Coria; “si bien es cierto que faltan aparatos, esa plata que hoy no se está gastando bien, se podría invertir en conjunto con otros municipios, y acceder a una aparatología regional que nos diera algún tipo de alerta, para poder decir qué es lo que tenemos que hacer”.
Lo cierto es que cada vez que hay una lluvia grande, nadie sabe qué hacer. Como bien define Coria, lo único que hay son algunos voluntariosos que corren por los centros de evacuados sin saber cómo mejorar la situación. Una de las propuestas apunta, por ejemplo, a saber quiénes son los encargados de los edificios más grandes, y avisarles qué deben hacer con la basura. Porque esta desorganización tiene malos resultados.
No pegan una
¿De qué se ocupa entonces el Estado municipal, si no puede proponer una sola cosa que funcione? Si no puede arreglar las calles, ni asegurar las plazas… Si no puede lograr drenar el agua de los barrios, ¿para qué le sirve saber que va a llover? Para que los acólitos puedan preparar el coche con el que se sacarán las fotos con los evacuados mientras llevan paquetes de agua mineral. No pueden ordenar el tránsito ni los estacionamientos, no pueden evitar las picadas urbanas, ni que los coches se conviertan en un problema cada vez que hay un espectáculo de carácter masivo en la temporada. Cosa que no puede tomarlos por sorpresa, ya que nada se organiza de un día para otro.
El concejal Abad denunció que en Mar del Plata rigen organizaciones mafiosas que se generan en verano en los alrededores de los espacios de mayor convocatoria, con el objetivo de la extorsión a quienes necesitan estacionar el coche. Amplió: “Esto lo vemos año tras año. Le solicitan una determinada cantidad de plata a cambio de resguardar el auto. Sucede cuando hay un partido de futbol, un espectáculo en las playas del sur, etc”. Asegura que el problema es que el Estado ha resignado su poder de policía, que es controlar el espacio libre, para que se les permita a las personas dejar el auto con tranquilidad. “En el Festival de la Canción rompieron 100 autos”, agrega; “en otras ciudades se han tomado medidas para evitar este tema, pero en Mar del Plata no está en la agenda del Intendente”.
Claro que lo que todo el mundo se pregunta es cuáles son los temas que están en esa misteriosa agenda. Es decir, ¿de qué se ocupa el intendente?: de sacarse fotos.
Porque la gestión Pulti incluye en su nuevo presupuesto una partida de 8 millones y medio nada más que para publicidad. Pero es oportuno preguntarse si le va a alcanzar, porque se dice que solamente a La Capital le debe 7 millones, aunque las cifras anunciadas y las reales parecen no coincidir. “Es lo que llamamos gasto improductivo”, dice Abad, “el que deja un déficit de piso de 500 millones y no ha hecho ningún esfuerzo por eliminar gastos improductivos: publicidad, horas extras, funcionarios políticos”.
Pero lo más llamativo de las consideraciones del edil es que anuncia las implicancias que tendrá la nueva ordenanza complementaria del presupuesto 2015: una normativa que legaliza que el Intendente use el dinero de acuerdo con su criterio. Es decir que ahora habrá una caja única. Para que se entienda: se pone todo el dinero en un mismo sitio y se lo gasta de acuerdo a lo que el Intendente establece como sus necesidades, y no por partidas, para que no se pueda entonces hablar de malversación. Discrecionalidad absoluta.
El otro gran tema de la ordenanza complementaria es el giro en descubierto, ya que según lo establece, el Intendente no va a necesitar la autorización del Concejo para implementar semejante irregularidad administrativa. Indica Abad: “La herencia para el próximo intendente va a ser muy pesada”. No cabe duda.
Pero mientras todo esto sucede, en la ciudad avanza el verano, y Mar del Plata está jaqueada por funcionarios que vienen a hacer campaña. “Algunas veces generan un beneficio para la ciudad, pero siempre esconden la verdadera intención, que es el marketing. Utilizan los fondos del Estado con fines electorales”, explicó Abad, refiriéndose a la pintura naranja que sorprendió en las instalaciones de los balnearios de Mogotes, o el predio que difunde al intendente de Entre Ríos en un balneario La Perla, o el stand de ANSeS.
Todo les es poco para publicitarse y difundir su foto de manera tal que los nombres de los funcionarios queden en la memoria de las personas con miras a la próxima encuesta, la que les asegurará un lugar en las listas, mucho más que las PASO. Todo está permitido si tiene un rédito publicitario: inventar un innecesario carnet de descuentos en los teatros para los locales, por ejemplo, cuando el beneficio podría aplicarse directamente presentando el DNI en las ventanillas sin necesidad del trámite, que sólo brinda a los políticos una base de datos que no necesitaron pagar.
Deudores crónicos
Según dos resúmenes de cuenta emitidos por Editorial La Capital con los saldos adeudados por la administración central del municipio al 30 de noviembre de 2014, los números son escandalosos, y muy mayores a los que el Intendente reconoce: $3.366.214,28 y $3.338.340,35 respectivamente, contra lo que consta en los estados contables del municipio, que sólo asciende a la mitad. La Imprenta Simionato reclama también el pago de una deuda de $275.255.
Lo expuesto sólo comprueba que los funcionarios municipales se comportan como gastadores compulsivos: ocultan las deudas inmanejables, y hasta escamotean los comprobantes de las compras indebidas. ¿Qué podría esperar un vecino, entonces?
Una denuncia más: la que ahora indica que en la web donde constan las órdenes de compra que corresponden a la gestión municipal se han omitido doscientas sesenta y nueve órdenes por un importe de compras no declaradas en este espacio de divulgación que asciende a $19.381.945, más algunos centavos. “Esta circunstancia deteriora la transparencia que se pretendió lograr al momento del inicio de su gestión”, dice el informe para el Intendente. Y no es para menos. Lo deteriora como en 19 millones.
El resultado final es que estamos ante verdaderos personajes de película, como tomados de un guión taquillero. Un puñado de personas que como tigres cebados se han acostumbrado a gastar tan caprichosamente que no pueden parar. Y han gastado en sacarse fotos, en pagar notas que hablen de ellos mismos, en poner en las paredes carteles con sus nombres.
No pueden detenerse. Aunque tengan que esconder las facturas en un cajón, y disimular los números de las escandalosas deudas para que no los reten. El único problema es que el dinero no es suyo.