Pandemia del COVID-19 | Con la mayor parte de la población recluida por el confinamiento obligatorio, son muchos los argentinos que han perdido el sueño. Un virus nuevo nos dejó con la boca abierta. Las potencias la están peleando. Nosotros, vemos.
El anuncio presidencial rompió la noche del jueves 19 de marzo, con una medida drástica que buscaba garantizar la efectividad de la cuarentena que ya se había ordenado el domingo anterior, aunque con cumplimiento voluntario. Muchos argentinos habían decidido ignorarlo, y se avecinaba un fin de semana extralargo que traería consigo trenes y colectivos colmados de pasajeros. También se vio la larguísima caravana de autos que se dirigía hacia los balnearios al sur de la Capital y hacia las localidades de la Costa Atlántica.
En vista de este impacto inminente, se decidió hacer obligatoria la cuarenta, que ya había sido decretada hasta el 31 de marzo. A partir de ese momento, quienes estuvieran en la vía pública sin una justificación válida —ir a comprar comida o medicamentos— serían penalizados.
Algunos trabajos se realizan con permiso especial: la cadena de producción de alimentos y medicamentos, los servicios de salud, los llamados servicios esenciales como la recolección de residuos, la energía, y algunos pocos más. Las clases en escuelas y universidades ya se habían suspendido el pasado 15 de marzo, y el confinamiento solucionaba parcialmente el problema de muchísimas familias que no encontraban la manera de concurrir a sus trabajos debido a la falta de escolaridad.
Sin embargo, para el 40% o más de los argentinos que dependen de la economía informal, esta cuarentana será un durísimo golpe, más allá de las ayudas que anunció el gobierno. Lo mismo sucede con quienes tienen comercios o pymes considerados no esenciales, que deberán permanecer cerrados. Muchos se preguntan no sólo cuál será el impacto del COVID-19 en la salud de los argentinos, sino además cómo sobrevivirá el país al golpe económico que supondrá esta pandemia, sobre todo ante la inminencia de la llegada de las bajas temperaturas.
Las medidas
El presidente de la Unión de Emprendedores, Rodolfo Llanos, reclamó al gobierno nacional y también a los provinciales y municipales que se tomen medidas concretas a nivel global para evitar problemas a futuro. En un momento en que la situación de las Pymes en Argentina sigue siendo preocupante, se puede prever que —sin medidas apropiadas— será muy difícil sostener las fuentes laborales actuales en medio de la pandemia.
Llanos fue consultado ante el micrófono de la 99.9, y expuso: “nos pidieron medidas a tomar y se las pasamos. Entre ellas estaba el dinero fijo para los monotributistas A y B. Pedimos además un aprovisionamiento de alimentos y medicamentos”. Pero no sólo esto, sino que agregó que se necesitan más medidas y explicó: “pedimos un monotributo agropecuario para que los productores puedan vender directamente. En dos o tres semanas habrá escasez de dinero en efectivo, pero la AFIP sigue actuando como si estuviéramos en el mejor año productivo de Argentina. Pedimos la suspensión de embargos, aportes patronales por 60 o 90 días para no poner a las empresas en situación de quiebra, de los juicios a morosos por 180 días y que el banco de bandera desarrolle un plan de créditos blandos con tasa subsidiada total para que se puedan pagar los alquileres de los comercios y los sueldos. También pedimos créditos para que muchos se puedan convertir a la venta virtual de urgencia”.
Llanos consideró que estas ideas podrían dar resultado en lo inmediato, pero también advirtió que se necesitan políticas a mediano plazo para una eventual cuarentena extendida: “en el largo plazo planteamos medidas para el financiamiento de empresas y pymes, para que no cierren directamente”.
Pero aun así parece no alcanzar, el panorama que aparece ante la vista del observador no se parece a nada que hayamos podido prever: “se necesita un paquete de medidas global y planteamos un escenario similar al que tuvimos en 2001. Por eso, hay que emitir un dinero que permita el circulante, para que la gente se maneje. Los intendentes deberían empezar a tomar medidas junto con los gobernadores”, destacó.
Los aportes
De todas maneras, en medio de un escenario complejo y preocupante, los gestos son permanentes, y provienen desde todos los rincones de la sociedad argentina en busca de colaborar con los paliativos ante la crisis, fundamentalmente de empresas que realizan modificaciones en sus esquemas de producción para sumarse a la generación de insumos que resultan imprescindibles para el control de la enfermedad.
Los sanitizantes químicos, por ejemplo, han sido un problema en la mayoría de los países afectados, y la Argentina ha intentado tomar medidas que impidan que tales elementos se agoten de manera sorpresiva. Uno de los elementos imprescindibles para la producción de alcohol en gel es la glicerina.
Esteban Materia, el titular de la fábrica homónima, dio su testimonio para la 99.9, y relató la situación de la operatoria de su fábrica. Narró que —por más que haya disminuido la actividad administrativa— los operarios de la planta de producción siguen trabajando, y son 120.
En este momento, y a partir de un pedido de la municipalidad, se abocó a la producción de una apartida especial glicerina, que sería entregada al gobierno de General Pueyrredon para la fabricación del sanitizante: “Se entregaron 1000 kilos”, explica.
Materia explicó que la glicerina marplatensese obtiene a partir de la grasa animal, y no tiene restos de tóxicos, por lo que es elegida para la producción de productos farmacológicos: “somos proveedores estratégicos de una empresa que produce todas las cápsulas blandas, con glicerina que se hace en Mar del Plata”.
Situaciones similares se han visto en firmas privadas y en empresas del Estado como Fabricaciones Militares, y la sastrería del ejército, sumándose a la producción de los insumos necesarios para atender a la cantidad de casos que se esperan cuando la transmisión de la enfermedad llegue a un punto máximo.
Claro que todo ha sido sorpresivo y rapidísimo. Apenas el 24 de enero, este medio entrevistaba a Gonzalo Corral, el médico infectólogo que trataba de explicar qué era el poco conocido COVID-19, un nuevo coronavirus que golpeaba a China, y llamaba la atención acerca de su característica y transmisibilidad. Por entonces, la cercanía del año nuevo chino que implicaba desplazamientos de cabotaje, y la potencialidad de que se desparramara luego por todo el continente asiático eran el tema.
Pero en ese mismo reportaje, se trató acerca de la lejana posibilidad de que la enfermedad llegara al país a través de los 72.000 turistas chinos que llegan cada año, pero nunca aventuramos que arribaría a través de nuestros propios conciudadanos, que viajan como turistas al exterior. En ese momento —sólo dos meses atrás— parecía una locura que China estuviera inaugurando en tiempo récord un hospital con 10.000 camas.
Era un virus nuevo, y el infectólogo decía que el primer caso había aparecido el 31 de diciembre anterior, por lo cual no había demasiadas respuestas más que compararlo con otros SARS similares.
“Todas las recomendaciones que se pueden hacer en este día, mañana pueden ser diferentes”, decía, y explicaba que se le hacía difícil dar una instrucción clara. La ciencia estaba tratando de aprender a qué se enfrentaba.
Ahora ya estamos en medio de las cosas, las implicancias económicas del coronavirus COVID-19 son innegables, y tendrán un largo proceso hasta la recuperación de las potencias importantes en el mundo, en el caso de que fueran a ser las mismas que conocemos.
El analista Jorge Castro, por ejemplo, recomendó observar cómo evolucionan las dos grandes potencias mundiales: “China es la segunda economía del mundo, la otra superpotencia junto con USA, y ha logrado resolver la crisis provocada por el coronavirus en 7 semanas. Ahora se ha normalizado. En los últimos dos días se dispuso la apertura del espacio aéreo, incluso para Wuhan. La economía está en un proceso de normalización acelerada, y tiene mucha importancia para la todo el mundo, porque ha sido responsable del 35% del crecimiento en los últimos años. Se normalizaría en el segundo trimestre de 2020”.
En una nota para la 99.9 explicaba que, en Estados Unidos, la situación es completamente distinta: “respecto a la epidemia, más del 60% de los infectados están en Nueva York. Específicamente en 6 condados del área metropolitana. Si a esto se le suma el estado de California e Illinois, se tiene más de 90% del total de los infectados en la principal economía del mundo. Más de tres quintas partes del territorio norteamericano está ajena al coronavirus”.
Pero, según expone Castro, lo que está en discusión es la transición que surge por las medidas restrictivas hasta una normalización de la economía. En el norte, la mejoría comenzará por Texas y las regiones industriales, porque la economía estadounidense está intacta a nivel macroeconómico.
En tanto, las potencias Europeas se están quedando casi sin reacción, y las naciones americanas se preparan para lo peor, ya que sus recursos económicos y la infraestructura de base de la salud pública apenas pueden con lo que sucede en un año normal, con las bronqueolitis del invierno y las intoxicaciones del verano. Nuestra periferia urbana está edificada por caseríos que carecen de baños instalados y de agua potable, no hablemos ya de mecanismos de higiene más sofisticados. Hay barrios completos construidos sobre basurales a cielo abierto, que se nutren de la basura. Es de creer que nuestros médicos necesitarán mucho más que aplausos. Imaginemos los de Haití, Guatemala y Trinidad Tobago.