Mientras una parte de la comunidad tiene una visión desalentada de la realidad, en Mar del Palta hay gente que apuesta a construir oportunidades para la ciudad y para quienes vivimos en ella.
El desquicio en el que se ha convertido el país, con políticas macroeconómicas nefastas, que tendrán impacto en el mediano plazo en el nivel de actividad y con ello el mercado laboral tradicional; o el desapego a la educación de calidad, enseñanza y aprendizaje tabulada en mediciones concretas de capacidades y habilidades que fueron siendo dejadas de lado, hoy nos muestran que el 46% de los chicos en tercer grado no tienen capacidad de comprender textos, que apenas el 32% de los que empiezan la primaria terminan la secundaria; y que la pobreza llega a la mitad de la población. Y nos coloca ante la situación de tener que redoblar esfuerzos para hallar caminos virtuosos que nos permitan mirar al futuro con esperanzas.
Aún así, desde nuestra ciudad aparecen mojones que empiezan a delimitar ese camino por el cual se puede transitar, si se quiere llegar a un mejor destino. Y no es muy diferente al que transitaron generaciones pasadas, sino que los medios para alcanzar la meta son otros. Aquellos inmigrantes, impulsados por el entusiasmo de «hacer la América», vieron en la Argentina y en Mar del Plata un lugar donde desarrollarse, y lo lograron con sus artes. Hoy, las artes pueden ser distintas, pero la condición humana persiste y nos impulsa a sobreponernos de lo malo y canalizar la energía en cosas positivas, que nos den expectativas favorables a futuro.
Jóvenes, talentosos y visionarios
Un claro ejemplo de que se puede lo encontramos en la comunidad de empresas —de todo tamaño y volumen de facturación— que se despliegan desde lo que se conoce como TICs, o las tecnológicas.
Mar del Plata tiene un ecosistema fabuloso en desarrollo de soluciones informáticas, que se consolidó desde hace varios años y se aceleró durante la pandemia. Primero, fue la apuesta de la Universidad Nacional de Mar del Plata en introducir las bases para las carreras relacionadas al sector TIC. De allí, la posibilidad de que empezaran a formarse emprendimientos que fueron evolucionando y escalando en tamaño y facturación, hasta ser empresas. Más tarde, CAECE y Fasta se abrieron al mundo de las tecnológicas y ahora la Universidad Tecnológica Nacional transita ese camino, con la formación de programadores que se realiza desde hace dos años.
Bernardo Martínez Sáenz es el presidente de la ATICMA, la cámara sectorial que agrupa a las empresas del sector TIC. Él explica que la ciudad tiene todo para posicionarse como un sitio desde donde impulsar y promover una de las actividades económicas que pueden generar divisas necesarias para la Argentina.
«Mar del Plata tiene muy buenas oportunidades para ser un polo tecnológico que se posicione bien en Latinoamérica. Estamos tercero o cuarto, a nivel nacional, lugar dependiendo desde donde analicemos si facturación o trabajos, y ya se están exportando muchas soluciones informáticas desde la ciudad», arrancó diciendo en una entrevista por la FM 99.9 donde también aseguró que este presente actual se debe, en parte, a la interacción entre las universidades y a que la nuestra es una ciudad muy bonita «y los jóvenes buscan lugares donde vivir bien el momento».
Otra de las cosas que se tienen que dar, para que una ciudad se posicione en la industria, es la formación de talentos: «si pudiéramos decir que la pandemia tuvo algo favorable, es que aceleró los tiempos para que muchos chicos se dieran cuenta que podían ingresar en el sector de las empresas tecnológicas. Tal vez, por ser una industria bastante intangible, costaba que se la visualizara. Pero a partir de ese momento, se pudo hacer más notoria para la sociedad», dijo.
General Pueyrredon cuenta con un distrito tecnológico, con un ecosistema de empresas que sinergizan en él, con una comuna que promovió la actividad y, en el plano provincial, también se generaron normativas para dar beneficios al sector. Todo eso, con la formación de nuevos profesionales y la incubación de más empresas, conforma un sistema vital para que se consolide ese polo tecnológico de primer nivel para la región con el que sueñan desde ATICMA.
La salida al mar
También es meritorio lo que hace Emilio Bustamante, titular de Terminal de Contenedores 2 (TC2) en el puerto marplatense. En los últimos días, anunció que, luego de una reunión en Panamá, se logró que la transportadora internacional Hamburg Sud vuelva a poner a Mar del Plata en su lista de ciudades para hacer escala productiva.
Bustamante explico, en el aire de la FM 99.9, que «es una gran oportunidad para aquellas empresas que envían sus productos a Brasil dado que Hamburg Sud hace la ruta hacia el vecino país». Esto podría aportar una solución futura para dos empresas muy importantes como McCain, que hoy envía 20 camiones por día, por la ruta 2, hacia Buenos Aires; y en el futuro para Land Weston, que es de mayor envergadura que la canadiense, y se estima que podría duplicar o triplicar el flujo de mercaderías circulando por la Autovía.
Esto ocurre en un contexto donde los actores privados son los que están impulsando las alternativas de progreso, sin demasiado respaldo del sector público. Lo resalta Bustamante quien afirma que «desde hace 30 años el puerto se fue politizando, y a medida que eso pasaba fueron apareciendo trabas para el crecimiento. Hoy nosotros operamos bien pero estamos en condiciones de cuadruplicar nuestra capacidad operativa, si nos dejan».
¿Qué quiere decir ese «si nos dejan»? Claramente, que se generen las condiciones necesarias para la ampliación de las zonas productivas, que se limpien los muelles que eran destinados a la actividad comercial exportadora pero fueron ocupados por otros usos, y, además, que se le dé al puerto una impronta multimodal, donde no todo pase por la prestación de servicios para el sector pesquero, sino que también convivan otras actividades.
La nueva Belle Époque
De aquella Mar del Plata de comienzos del siglo XX a esta actual hay un hilo conductor que está tensado desde las emociones y el recuerdo. La Mar del Plata aristocrática, que supo contar con los paseos costeros más hermosos del litoral Atlántico puede ser evocada, si se concretan los proyectos en los que trabaja Constanza Addiechi, directora municipal de Restauración de Monumentos Históricos.
La funcionaria está trabajando, ahora mismo, en restaurar la escalera imperial que sobrevivió 120 años frente a la costa, y que la coloca como recuerdo vivo del Paseo General Paz, que iba desde Luro hasta El Torreón. Tal como lo indica la funcionaria entrevistada por la FM 99.9 aquello «era una belleza, con jardines tipo Versalles, piezas de mármol de Carrara traídas de Italia, que dio lugar en 1938 al proyecto de Bustillo para generar la nueva Rambla. De eso, lo único que queda es la escalera imperial que llega casi hasta la arena».
Y lo bueno es que Addiechi tiene la fuerza personal y el respaldo municipal para encarar este proyecto que abarca la puesta en valor de las plazas, monumentos históricos y sitios emblemáticos, que le permitirán a Mar del Plata reposicionarse como un lugar para vivir por muchos de los que eligen ciudades hermosas para alojarse y disfrutarlas.
En este contexto de desquicio que sufre la Argentina, hay esperanza. Pero nos interpela como sociedad y como individuos. Tal vez teniendo que dar el primer paso: asumir que las cosas hay que hacerlas desde uno mismo, sin esperar del Estado paternalista que, hasta ahora, no ha canalizado la expectativa de millones de personas.
Lo mejor que tienen estos procesos de crisis es que despiertan habilidades que estaban, pero que desconocíamos. La de recuperar la pasión por el lugar donde vivimos es una de ellas. Y proyectarnos como sociedad, hacia un futuro mejor para todos, debiera ser el resultado de ese resurgimiento colectivo que hace falta. Como dice Addiechi, serán los marplatenses los que deban cuidar de las nuevas obras puestas en valor. En otro plano, habrán de ser los ciudadanos los que reescriban el rumbo hacia el progreso y cuiden de que no se produzcan desviaciones.