Simulacro de salud

Pandemia de COVID-19 | El coronavirus también puso en jaque el ya endeble sistema de medicina privada de la ciudad. Las decisiones que se toman parecen poco inteligentes: se llena con un buen slogan la falta de servicios reales.

“¿Cuánto tengo?” es la pregunta con la que un paciente sorprende a la guardia de seguridad de la clínica, que verifica la temperatura corporal. “¿Cuánto tengo?”, insiste. “Ah no sé”, responde la empleada, “porque ya le tomé a su mujer y la suya se me borró”. Ni siquiera lo había mirado. Podría haber indicado que el paciente tenía 40° y no se hubiera disparado ninguna alarma real.

Es que una parte importante de la población se tranquiliza con cascarones vacíos de sentido. Con dejar sentado que está cumpliendo con unas reglas que no existen, o que son imposibles de llevar a cabo, pero de esa manera hay una legitimidad que, una vez más, se acumula con el poder.

Indicamos que cuando alguien presenta síntomas “activa el protocolo”. ¿Eso qué quiere decir? Si las clínicas tienen las guardias abarrotadas de pacientes enfermos en 9 metros cuadrados, ¿cuál es el protocolo que se disparó? ¿Disparó es la palabra?

Decimos que trabajamos con “todos los protocolos” es vez de decir que tenemos todo el cuidado posible. Porque un protocolo es un conjunto de reglas que rige determinado acto, es decir que se cumple “un protocolo”. Pero decir todos los protocolos es una más de las simulaciones que da lustre.

En esta semana, un solo día registró 23.683 casos positivos en el país. Según el parte oficial de la Secretaría de Salud municipal, Mar del Plata llegó el jueves a los 225 nuevos casos: la cifra más alta en dos meses. También, se volvió a superar la barrera de los 200 casos, algo que no ocurría desde el 5 de febrero.

Pero la pandemia de COVID 19 nos ha dejado llenos de nuevas simulaciones. Al hablar de simulacro, se quiere decir impostura, falsedad. Que hay alguien que duerme tranquilo porque inventó, por ejemplo, la llamada al 148 y la llenó de discurso, como si fuera algo que pudiera hacer una persona gravemente enferma. Es casi imposible comunicarse, pero sin embargo indispensable para el seguimiento epidemiológico que debe realizar el Ministerio de Salud, ya que es esa llamada la que brinda un número único de caso. Implica disponer de horas y horas de intentos fallidos.

Los pobres afiliados a IOMA, luego de contactar al 148, y sólo después de que se lo indiquen, se pueden comunicar con la obra social a un 0800, donde volverá a explicar los síntomas, y nombrará a todos las personas con las que estuvo en contacto. ¿Los van a mandar a buscar, si ni siquiera han podido atender el teléfono con eficiencia? Una simulación.

La página dice que el seguimiento epidemiológico del 148 implica que si tu caso es clasificado como posible Coronavirus, serás contactado desde el Ministerio de Salud:“En cualquiera de sus instancias, podrán preguntarte si tenés Obra Social. Si contestás que tenés IOMA, y consideran que debés hacer el contacto para realizar la consulta médica presencial, te indicarán que realices el llamado telefónico para activar el sistema de emergencias. El sistema de Emergencias de IOMA (0800 333 0995) volverá a chequear de manera telefónica el cuadro para poder priorizar el traslado. Deben facilitarte una constancia de tu consulta médica (adicional a la que ya tenías del 148). Al teléfono celular desde donde hiciste el llamado te va a llegar un enlace/link para que puedas realizar la video consulta. Luego de la video consulta médica, te comunicarán si recibirás en domicilio un chequeo presencial. La demora del control en el domicilio tiene que ver con la gravedad de los síntomas que hayas relatado por teléfono”. Esto es información textual de la página de la provincia de Buenos Aires.

Por supuesto que el paciente, ante el segundo ítem que no entendió, salió para el hospital porque se siente mal. Se agolpó a pegarle al vidrio de la guardia con el carnet de la obra social en la mano creyendo que le va a ir bien.

Pero ellos te indican que esperes siguiendo las instrucciones que te hayan brindado de acuerdo a tu cuadro clínico, y que cualquier cambio en los síntomas te comuniques nuevamente con la Emergencia con el número de consulta original para avisarles si deben reclasificar el cuadro: “Luego de la consulta médica presencial, puede que deban trasladarte a un centro médico. Preparate un bolsito con mínimos elementos de higiene y ponete ropa cómoda por si el médico indica la internación luego del examen. El traslado implica que debés ir a un centro de atención de IOMA para un chequeo presencial y exámenes complementarios. Según el protocolo vigente, te comunicarán si tenés diagnóstico o no de COVID: confirmación de caso por criterio clínico epidemiológico o si se requiere de hisopado. Además, si cumplís las condiciones para aislamiento domiciliario, te lo comunicarán. El resultado del test te lo enviarán mediante un enlace de la aplicación UMA que llegará al celular desde donde usaste la aplicación.” Hablan de que van a hacer una video consulta, de que hay que escanear un código QR, y que el enlace de la consulta va a llegar al celular. Eso es una simulación, porque eso jamás sucederá. Todos lo sabemos. La gente sale corriendo para el centro de salud con miedo, dolor y fiebre.

Un caso

El señor Jorge Pérez, por ejemplo, se empezó a preocupar el sábado 3 porque tenía fiebre y tos. Está vacunado con una dosis de la vacuna Sinopharm por ser un paciente de altísimo riesgo: sufrió una lobectomía, es decir que le extirparon parte del pulmón. El número 148 de provincia, por supuesto, no contestaba, así que trató de hacer búsqueda rápida en el celular a ver qué era lo que había dicho IOMA. Difícil.

A las 15:30 estaba en la guardia de la Clínica Colón con su carnet de obra social porque fue operado allí, y todos los médicos involucrados registran su caso. Pero, como los simulacros son los que dominan la vida, la evaluación de síntomas la realizó el guardia de seguridad. Se trata de un señor uniformado que evalúa los síntomas de Pérez, y de todos los demás enfermos,  y le dice a cara de perro que la unidad de respiratorios está cerrada, que no van a recibir más pacientes porque hay muchos casos de COVID. Que vaya a otro lado.

Otro lado es la Clínica Pueyrredon, que está a pocas cuadras, donde la guardia —recordemos que estamos hablando de un sistema privado de pagan los pacientes, no de medicina pública— tenía dos consultorios funcionando: el 2 y el 6. A nadie se le ocurrió que en pleno rebrote, un fin de semana largo de Semana Santa con más de 140.000 turistas iba a requerir algún médico de guardia más. Unos diez profesionales, digamos.

Los pacientes no pueden apiñarse en esa sala de espera minúscula, entonces verifican su turno por una paqueta aplicación de la clínica (si es que tienen celular, saldo, carga y si saben descargar una aplicación, condiciones no contempladas por el simulacro de salud).

Pero la espera es de varias horas en la vereda, y nadie se anima a ir a esperar a su auto, si es que lo tiene, y si es que pudo manejar hasta allí. Todos los que fueron en auto tuvieron que estacionar lejos. Porque las calles adyacentes, una es parada de taxis y otra está reservada para ambulancias: a nadie se le ocurrió la idea genial de que un agente de tránsito despeje la cuadra para estacionar los coches de los posibles COVID, y hacer la espera de 4 horas dentro del propio vehículo y no contagiando. No. Esperaron junto con la gente que se había esguinzado el tobillo o con el indigestado de fin de semana.

Por supuesto que Pérez fue atendido por IOMA al final de la espera, y salió de allí con una orden para el hisopado, pero la médica le dijo que el sábado el laboratorio estaba cerrado. Que se lo hiciera el lunes.

Capítulo 2

El paciente se aisló el domingo, y el lunes se fue a hisopar. Pero la empleada de laboratorio de la Clínica Pueyrredon le dijo que no tenía convenio para hisopar por IOMA. La Clínica Colón le dijo que no podía hisoparlo por IOMA porque no había ingresado por su guardia (la misma guardia donde no lo dejaron entrar). Claro que la atención de IOMA debió haberse iniciado en el 148, que día domingo tampoco atendió: ese número otorgaría un número de caso con el cual uno debería haber hecho una serie de cosas hasta lograr que IOMA atienda un 0800.

El lunes a la  mañana, la fila para el hisopado de CEMA era interminable. Recorría todo el frente del edificio, y allí se podrían ver los más variados casos. Personas que estaban ya muy deterioradas, apenas en pie, con mucha fiebre. Adultos mayores sin asistencia. Y muchos, muchos pacientes indignados con el carnet de la obra social en la mano porque no habían logrado recibir la atención que les corresponde por un sistema que han pagado. Una mujer más que desesperada decía que la oficina de su obra social estaba cerrada por COVID. Pero varios de los que estaban en la fila eran pacientes de IOMA.

Hay un comunicado de FECLIBA circulando por las redes que indica cuáles son las clínicas en las que los afiliados de IOMA pueden recibir atención médica en la pandemia. Allí aparecen la Clínica Pueyrredon y la Clínica Colón, además de la 25 de Mayo y la Clínica de la Madre y el Niño. Las dos primeras no lo hicieron. Las personas de la fila seguían tratando de comunicarse con IOMA, y se pasaban otros números sugeridos, en busca de una respuesta.

Por supuesto que ante cuatro días inhábiles, y aluvión de turistas, un río más que revuelto, decir que “no hay convenio” puede implicar que los pacientes urgidos por situaciones absolutamente excepcionales saquen la tarjeta de crédito del bolsillo y digan rápidamente “cóbralo de acá”. ¿Será eso lo que quieren?

Por supuesto, el CEMA realizó el hisopado gratuito. Pero Pérez estuvo ocupando un sitio y un insumo médico que no estaba destinado a él, sino a una de las personas que no tenía otra cobertura.

El personal le indicó que hiciera la denuncia, porque ellos estaban superados por la cantidad de gente gracias a que las clínicas no atendían a los afiliados como correspondía. Cuatro días después, el resultado llegaba vía WhatsApp.

La Clínica Pueyrredon, en tanto, alcanzó la fama nacional porque colgó el cartelito de “no hay más camas”, pero la pandemia así no se detiene.