Terapia intensiva

Sistema de salud | Las clínicas bonaerenses están al borde de la quiebra porque el coronavirus las ha golpeado mucho. El IOMA —que siempre paga poco, mal, y tarde— no ha colaborado con el panorama que se sufre. Los insumos se ajustan a la inflación, y se pagan al contado.

Con la llegada de la pandemia, todos los problemas históricos del sistema de salud del país se agravaron. Los núcleos de mala administración y de corrupción de las obras sociales han terminado por poner a las instituciones contra las cuerdas. Y las clínicas privadas, víctimas de las liquidaciones tardías y los aumentos incalificables en insumos médicos, están pidiendo una solución de emergencia.

El Secretario General de SUPTTIOMA, Idelmar Seillant, habló en la 99.9 acerca del estado actual del IOMA y explicó: las mismas personas que estuvieron en el gobierno del Scioli, hoy siguen siendo funcionarios. Las mismas que estuvieron con Vidal, siguen siendo funcionarios. En IOMA hay más de 70 funcionarios que están en causas penales y son más que antes. Este no es un problema nuestro, es un problema de ellos. IOMA es el sustento de muchas cajas políticas y por eso les molesta. Hoy la plata de IOMA se va en la famosa neblina de la COVID y cuando desaparezca; se va a ver la verdadera magnitud del daño que es médico, económico y también físico y moral”. Cuando habla de la neblina de la COVID, se refiere a las secuelas cognitivas o neurológicas temporales —lapsus, fallas en la memoria, dificultades para recordar hechos recientes, lagunas o falta de concentración— que afectan a personas infectadas con el virus y dadas de alta. La cifra de quienes la padecen, supera el 20% de los recuperados, con variantes según las circunstancias atravesadas, si el paciente estuvo internado en cuidados intensivos o si sus síntomas fueron leves. Incluso, Seillant agregó: “IOMA está pagando un plan que se llama Vacunate, cuando lo tiene que pagar Kicillof con el ministro Gollán, y no las arcas de IOMA con los aportes de los afiliados”.

Hoy la obra social está en un estado delicado, porque las prestaciones son cada vez peores. Por eso los auditores están reuniéndose para seguir denunciando el desvío del dinero que debe destinarse a la obra social: “estamos haciendo todo un trabajo del que más o menos van a participar 70 auditores internos y externos, por lo que ha pasado con todas las partidas presupuestarias del COVID tanto eso de alquilar clínicas o locales para hacer consultorios propios de IOMA”.

Las quiebras

Las consecuencias de todo el bombardeo del sistema de salud siempre las pagan los usuarios. Hoy, se ha difundido la cifra que indica que el porcentaje de unidades de terapia intensiva destinadas a la atención del coronavirus bajó entre 20% y 30% respecto del año pasado, por decisión de los centros salud. La razón es económica: las clínicas privadas están casi sin ingresos.

Si bien sus problemas no empezaron con esta pandemia, indudablemente se agravaron. El paciente Covid no sólo no es rentable, sino que requiere de más días de internación que una cirugía programada. Como si fuera poco, los internados de la segunda ola son más jóvenes y por eso ocupan camas durante más días. Sabemos que el 2020 fue el año de la postergación de todo, ya que ni siquiera se hicieron estudios cardíacos, es decir que no ha ingresado dinero en el sistema que compense las pérdidas. ¿Qué se hizo para lograr espacio para internar a los pacientes de Covid? Suspender cirugías y estudios programados, que son rentables para las clínicas.

Pero lo que en Capital Federal represente un problema de espacio y recursos, en el conurbano bonaerense se magnifica hasta ser catástrofe económica. La Cámara Argentina de Prestadores del Conurbano (Capresco) informó que, desde marzo del año pasado hasta hoy, cerraron diez sanatorios o clínicas privadas en ese sector bonaerense. Porque, mientras las clínicas porteñas pueden financiarse a través de prepagas fuertes como Swiss Medical, OSDE, Omint o Galeno, las clínicas bonaerenses necesitan de las grandes obras sociales: el PAMI, IOMA u Osecac, que son las que frenan los aumentos mientras los costos de los insumos suben con la inflación. Entonces, los verdaderos financiadores del sistema no son las obras sociales, sino que terminan siendo las clínicas.

En el Ministerio de Salud de la provincia piensan en una solución similar a la que ofrecieron en 2020. Hubo un acuerdo con las cámaras privadas a través del cual se garantizaron las camas, y desde IOMA se les dieron ventajas a las clínicas que habían tenido problemas económicos, como adelantarle ciertas prestaciones. Pero no es suficiente el salvataje.

De todos modos, varios de ellos han tenido que dejar de atender desde entonces. La Clínica Sagrado Corazón, de Hurlingham; el Sanatorio Mariano Pelliza, de Munro; el Centro de Salud Norte, de Villa Adelina; la Clínica Privada San Andrés, de Caseros; la Clínica Brandsen, de Quilmes; el Sanatorio Plaza, de Escobar; la Clínica Los Almendros, de Don Torcuato, o el Sanatorio San Miguel, de San Miguel, que llegó a estar tomado por los empleados. Algunos pudieron ser rescatados después de cerrar. A la Clínica Nueva Comahue la tomó IOMA; a la Clínica San Carlos, de Escobar, el propio municipio. En los sanatorios afirman que, con los nulos aumentos que otorgó el gobierno, quedaron todos al borde de la quiebra.

IOMA

Frente a todo este panorama complejísimo que ha dejado la enfermedad, Idelmar es invencible a pesar de que fue despedido injustamente,y luego restaurado en su cargo. Hace años, y bajo distintos gobiernos, es referente del SUPTTIOMA que se ha encargado de denunciar cada irregularidad que existía en IOMA. Su propósito es que no se siga naturalizando una estructura corrupta dentro de la institución. Nunca antes había recibido sanciones por cumplir con la labor gremial como representantes de los auditores.

Sin embargo, a principio de año, el Secretario General de SUPTTIOMA contó los detalles en la 99.9“fui echado del IOMA el 18 de enero. Presido un gremio y la asociación de profesionales de IOMA, pero por denunciar la corrupción, me echaron sin ningún justificativo. Tengo mi tutela gremial y las cuestiones jurídicas del gremio, pero no entendemos nada. No pasó nunca que descabecen a un gremio y la comisión directiva”.

La única explicación que encuentra es la extorsión para aquellos que osan revelar lo que descubren: “el argumento es que todo aquél dirigente que dice la verdad es castigado, reprimido y perseguido. Nos pasó con auditores nuestros que encontraron irregularidades y les empezaron a mandar cédulas y notificaciones indicando que les sacaban bonificaciones y demás. Se intenta diezmar a los auditores”.

El problema es que las consecuencias de cada desmanejo le llegan directamente a la gente. En el momento de la crisis indicaba: “los afiliados lo están sufriendo todos los días y esta situación que empezamos a denunciar, lleva a este castigo. Todas las asociaciones de la provincia se han solidarizado y han visto esto como un avasallamiento. Nunca se pueden permitir estas acciones antijurídicas que perjudica a afiliados y trabajadores de IOMA”, decía. La justicia lo avaló y debió ser restituido en su cargo.

Hoy Seillant reitera que la ineficiencia y la corrupción no han cesado, y que es urgente que llegue la cordura  a la obra social que maneja el dinero de salud  de todos los empleados de la provincia. Ellos merecen ser tratados como dignos afiliados aportantes que han pagado toda su vida, y sin embargo terminan pidiendo un turno médico de favor, porque los profesionales prefieren no atenderlos. La salud de la provincia está en terapia. Con Covid y neblina.