Testigo descubierto

 

Central 869

El famoso arrepentido de la causa contra Echegaray y compañía denuncia amenazas reiteradas, cuando ya se hizo famoso por dar vuelta la mitad de su declaración. Hace falta un fiscal que aclare esto, porque ya no se sabe qué es menos mentira y más parecido a lo cierto. Buen guión para filmar.

Recientemente, Daniel Tunoni –que había tenido sus cinco minutos de fama denunciando a varios personajes locales por subsidios millonarios truchos en el ámbito de la pesca- se presentó en la Unidad Fiscal Federal número 2 para manifestar que desde hacía cuatro años era permanentemente amenazado por los denunciados, para obligarlo a retirar sus dichos. Hasta llegó a decir que escuchó un “vas a terminar como Julio López”, lo cual no puede menos que impresionar a quien lee.
Tunoni asegura que siempre estuvo “todo armado”, desde el inicio del conflicto. Cuenta la manera en que recibió amenazas de Villaverde en sitios públicos, y menciona específicamente las acaecidas en diciembre de 2011. Porque  según sus dichos, el día en que tenía que presentarse en Capital Federal ante el fiscal Guillermo Marijuán, fue interceptado a la mañana por Sergio Vargas, Villaverde y un tal Resnick, que son quienes le armaron todo lo que él tenía que decir. Ellos le advirtieron seriamente “que se portara bien”. Hasta tal punto, que una vez terminada su declaración, él debió salir con la copia de lo que había dicho hasta la oficina de uno de ellos –junto a la pizzería Los Inmortales- donde los tres se pusieron a analizar las palabras escritas en la exposición del testigo, para comprobar que hubiera cumplido.
Asegura Tunoni que en junio de 2013 declaró ante el juez Alejandro Castellanos siguiendo la declaración que le había entregado -redactada y en mano- un tal Marcelo Beltramino, y que el encuentro se había producido en el Hotel Nuevo Ostende de Mar del Plata. Este Beltramino es un primo de Villaverde, que en un momento fue guardaespaldas de los hermanos Trujillo de la UOCRA. Ahora lo habían enviado para amedrentarlo a él. Cuando el juez le pregunta quiénes son todas estas personas mencionadas por él -ya que en la declaración Tunoni habla como si se tratara de personajes públicamente reconocidos-, afirmó que son quienes están vinculados con los hechos delictivos mencionados, es decir la corrupción en la distribución de subsidios por redistribución de IVA.
Evidentemente, estaban buscando a quién abrocharle la responsabilidad por el dinero cobrado indebidamente. Pero dijo que todos eran del entorno inmediato de Ricardo Echegaray, que trabajaban en AFIP. Incluso mencionó a la secretaria de este director y a su esposo, quien, asegura, lo amenazó por mail. Todos formarían parte de una misma runfla que se reparte la plata.
Asegura también que el comisario retirado Carmelo Impari, que es su amigo personal, ha sido testigo de la mayoría de las situaciones en las cuales fue amenazado y hostigado para cambiar sus declaraciones, o afirmar hechos que se le indicaban en un papel. Y que lo hizo intencionalmente, porque ambos sabían que él necesitaría un testigo de lo ocurrido.

Desde lejos

Cuando estalló el primer escándalo del filetero Juan Tapia, el modesto trabajador que recibió un millón de pesos en carácter de subsidio en el Banco Nación sucursal La Perla, el nombre de Sergio Paleo apareció, y empezó a circular por los corrillos.
Un estudio contable recibió la visita de un tal Ferrarello, que dijo: “Tengo la lista de tus clientes que tienen saldos para cobrar retornos de IVA por exportación. Si nos ponemos de acuerdo en el porcentaje, podemos hacer buena plata”. El hombre era cercano a Fernando Villaverde. Fuentes confiables aseguraban que el tal Ferrarello manejaba expedientes en el área pesca con habilidad notoria, y que había puesto en marcha el cobro de subsidios a la exportación por varios millones de dólares, y percibido por ello suculentas comisiones.
Por otro lado, Villaverde, Jesús Porrúa y Paleo compartían la extraordinaria habilidad para permanecer vinculados al presupuesto público. Hasta que las declaraciones de Daniel Tunoni al diario Clarín los habría colocado en una posición sumamente incómoda.
Fernando Villaverde siempre fue un personaje de miedo. En los ’80 afirmaba, suelto de cuerpo, haber estado en acciones dirigidas a terminar con las organizaciones armadas. Hoy se hace el inocente -“yo sólo tenía 17 años”-, pero era uno de los que cantaba “volverán los Falcon verdes, volverá la represión, para salvar a la nación”.
Sergio Paleo es el ex director de compensaciones de la ONCCA. Según la denuncia, él fue quien vino a hablar con Daniel Tunoni –entonces presidente de la Cámara Pesquera Marplatense (Capemar)- y ofreció un subsidio no retornable por cifras millonarias: “No te preocupes, trabajamos con Fernando Villaverde, y no nos toca nadie porque somos gobierno”. Paleo era abogado de Capemar: de allí conocía a Tunoni. Luego fue convocado por Ricardo Echegaray, que fue de la ONCCA a la AFIP. Daniel Tunoni realizó oportunamente una presentación contra las andanzas de Villaverde y Paleo, incluyendo al titular de la AFIP. Pero por alguna razón, hace ya un tiempo se desdijo: se presentó convocado por el Poder Judicial de la Nación, donde presentó una declaración escrita y deslindó su responsabilidad sobre las acciones. Afirmó entonces haber actuado por indicación de dos abogados locales, a quienes consideró verdaderos autores del delito de extorsión. Dijo que ellos se valieron de su situación de necesidad económica para hacerle decir cualquier cosa.
Acusó inclusive a los abogados de haberle ofrecido una carrera política si aceptaba entregar a Clarín información falsa, que ellos manipularían en un supuesto complot para difamar al Poder Ejecutivo, de la mano de Francisco de Narváez. Pero sí ratificó sus dichos en el marco de las causas La Keka y Luis Juez. “Desde ese cargo prometieron ayudarme, y decían que querían destruir especialmente a Echegaray y Villaverde, y de ese modo cagarle la fiesta del Bicentenario a la Presidenta. Estaban tan organizados que tenían distribuidos los cargos y los integrantes del gabinete de ministros”, aseguró Tunoni en la indagatoria. Claro que terminaba así de desorientar a la opinión pública, que no sabía cuándo o cuánto creerle.
Pero ahora, la justicia sobreseyó a Echegaray en la causa en que se lo investigaba por su gestión al frente de la ONCCA. La decisión fue firmada por Marcelo Martínez de Giorgi, que actuaba como juez federal subrogante en el Juzgado N° 2. Lo hizo horas después de que la presidenta Cristina Fernández firmó el decreto que lo designaba como juez federal titular del Juzgado Federal N° 8. La decisión del magistrado involucra también otros sobreseimientos, pero también procesamientos y faltas de mérito de algunos de los mencionados en el expediente iniciado en 2007.
En esta causa, el juez investigaba la entrega de subsidios millonarios a feedlots que supuestamente no existían. Esta política de compensaciones se puso en marcha para evitar el aumento de los productos cárnicos, de granos y avícolas. Luego de tres años de investigación, los únicos responsables por el pago de subsidios irregulares a criadores de ganado en feedlots son un changarín, dos personas de escasos recursos y dos patovicas marplatenses, uno de ellos ex custodio de Ricardo Fort. Ninguno de los 10 funcionarios de la ONCCA investigados, incluido Echegaray, cometió delito alguno, según el recientemente asumido juez Marcelo Martínez de Giorgi.

Hasta el juez

Ahora, Tunoni afirma que estas personas tienen la complicidad del juez Alejandro Castellanos, quien –según afirma- está esperando un puesto de camarista, y por lo tanto tiene el deber de archivar las causas que los funcionarios le dicen que archive, incluidas las que se refieren a subsidios truchos a fileteros, por ejemplo.
Por supuesto que Tunoni ha recibido también los reveses de la ley. Afirma que, por ejemplo, Ricardo Echegaray lo ha demandado por difamación, en un monto de $1.200.000. Y que la causa fue llevada por un tal Víctor Marocco, quien tiene una función en la Caja Previsional de Mar del Plata. Afirma el testigo que fue el mismo abogado Marocco quien le dijo que Echegaray se estaba llevando toda la plata, y que ya no le importaba nada. Así nomás.
Más complejo no puede ser. Hay en la declaración un rosario de nombres, uno tras otro, algunos de los cuales guardan relación funcional y otros no, que van desde los secretarios del juez Ramos, hasta los guardaespaldas de un sindicato.
Él dice que todos los que lo iban a ayudar si decía la verdad se fueron ido abriendo, y lo habrían dejado sin protección. Hasta menciona al funcionario Díaz, de la división de Testigos Protegidos, que no pudo hacer nada por él.
De su denuncia inicial contra los subsidios de la ONCCA, que involucraba al filetero Tapia, poco queda, ya que hicieron desaparecer hasta la cámara del banco en la que constaba el episodio del pago de dinero. Pero desde el sentido común, es obvio que el fiscal que haya recibido esta cantidad de afirmaciones es el que sí está en condiciones de separar la paja del trigo. Y debe hacerlo.
No es Tunoni el que debe ir ahora a buscar un abogado que lo defienda, o que le consiga protección física, porque está en medio de la bolsa de gatos. Es el Ministerio Público quien debe actuar de oficio y esclarecer la situación de amenazas, así como el curso del dinero de subsidios del Estado hasta el punto de que quede establecido fehacientemente tanto las declaraciones más audaces como el posible falso testimonio.
Si hay testigos, si hay papeles, si hay maneras de investigar, deben hacerlo. Por ahora, la voz de Tunoni sigue siendo poco más que un ruido que todos escuchan pero sólo miran capciosamente y de reojo. Vaya a saber.