Violencia vial

Inseguridad en el tránsito | Una propuesta de modificación del Código Penal pide penas graves para los que ocasionan accidentes por conducir alcoholizados o hablando por celular. Poco a poco, la calle vuelve a ser el mayor de los peligros, y no hay controles municipales.

Otra vez los siniestros viales están en el centro de la escena, a medida que la circulación en la ciudad volvió a la normalidad. El caso de un joven que perdió la vida cuando realizaba tareas de reparto para una pizzería llenó de dolor a la comunidad local: el conductor de una camioneta 4 x 4 lo atropelló y, pese a los esfuerzos del personal sanitario, el joven murió. El conductor presentaba una alcoholemia de 1.06, y sin embargo recuperó la libertad a las pocas horas de ser detenido, aunque había huido de la escena sin socorrer a la víctima.

El integrante de la Asociación de Familiares de Víctimas del Delito y Tránsito, Héctor Blasi, habló ante el micrófono de la 99.9 e indicó: “estas son las aberraciones de la justicia. Siempre están en falta respecto de las leyes y sus propios fallos en el caso de los siniestros viales. La labor nuestra de trabajar con la contención y el acompañamiento, ¿dónde quedan? Si bien el victimario tiene sus derechos, todavía no terminaron de velar a la víctima y ya está en la calle”.

Los Familiares de las Víctimas afirman que trabajan para que se reforme el Código Penal e impulsar la Ley de Víctimas, porque consideran que el marco legal debe ser readecuado. Pero saben que con eso sólo no alcanza, porque los fiscales o jueces de garantías muestran una enorme falta de empatía.

A veces, quienes no cumplen las normas son los peatones y, a veces, son todos los que forman parte del movimiento urbano de la ciudad: “Vayas en el vehículo que vayas o seas peatón, ir hablando por teléfono distrae. En esta etapa del año siempre aumentan los siniestros viales”, advirtió Blasi. También se refirió  al dinero que se recauda en el área, que no tiene como destino colaborar con la señalización, ni evitar accidentes: “se recauda mucho en infracciones de tránsito, pero no se invierte en las necesidades de tránsito que tiene la ciudad con casi un millón de habitantes. No sólo hay falta de control, sino de equipamiento para la gente de tránsito. Así no se puede bajar la siniestralidad”.

Además, brindó su opinión sobre el proyecto para crear las cicloarterias, y planteó que estas sendas pueden terminar siendo más peligrosas que la circulación actual. Las ciclovías son, a su criterio, una buena iniciativa; pero no las cicloarterias con circulación a mano y contramano.

Mar del Plata choca

La cantidad de víctimas fatales por año en la ciudad es alarmante, y la discusión se reinstala una vez más: ¿cuál es la pena para aquellos que atropellan bajo efecto del alcohol, o bien abandonan la escena?

El fiscal Rodolfo Moure —quien colabora con la fiscalía de delitos culposos, a cargo de Pablo Cistoldi— presentó un proyecto de modificación del Código Penal apuntado a las penas por este tipo de delito: “lo que está pidiendo la gente no está actualizado en la ley, porque hay penas de 3 a 6 años para aquél que mata a alguien con un vehículo sin importar los atenuantes; mientras que hay una pena de 4 a 10 años para el que se roba una vaca de un campo”, indicó en la 99.9 el fiscal.

Mediante una presentación ante la Cámara de Diputados, el fiscal explica las modificaciones que pretende introducir: “La ley permite una excarcelación de las personas que realizan estos hechos, y prevé una pena baja. He desarrollado un proyecto de reforma apoyado por asociaciones civiles de Mar del Plata que ya ha ingresado en el congreso”. Plantea reconocer como delito algunas conductas como la alcoholemia positiva, y busca generar un cambio en materia de siniestralidad vial: “La reforma que propongo es que, cuando hay más de tres agravantes en los siniestros, sean casos detenibles con penas de 4 a 12 años de prisión dejando de ser excarcelable”. Otro de los agravantes sería manejar con la distracción, que implica un teléfono celular, u otro dispositivo tecnológico.

Para Moure, también deben existir modificaciones desde el control vial: “los legisladores son reacios a aumentar las penas y, cuando lo pregunté hace unos años a uno de ellos, me respondió que es porque le podría pasar a cualquiera. Manejar borracho o correr una picada en la vía pública es algo intencional y se debe castigar con mayor celeridad. Además de reformar leyes, hay que reformar los controles del Estado: debe hacerlo la policía y no el gobierno municipal, que no tiene los recursos para hacerlo. Se debe crear una policía de seguridad vial para actuar dentro de las propias ciudades”.

La propuesta, elevada a consideración de la Cámara, indica: “Será reprimido con prisión de dos (2) a cinco (5) años e inhabilitación especial, en su caso, por cinco (5) a diez (10) años el que por la conducción imprudente, negligente o antirreglamentaria de un vehículo con motor causare a otro la muerte”. Además, indica que la pena será de prisión de tres a seis años si el conductor se diera a la fuga, o no intentase socorrer a la víctima.

Pero, además, solicita que la pena sea de 4 a 15 años de prisión si se verificaran a la vez tres o más agravantes: conducir bajo los efectos de estupefacientes, o con un nivel de alcoholemia igual o superior a 500 miligramos por litro de sangre en el caso de conductores de transporte público o un 1 gramo por litro de sangre en los demás casos, o si hubiera exceso de velocidad de más de 30 kilómetros por encima de la máxima, o si condujera estando inhabilitado, o si, además, no hubiera respetado el semáforo o las señales de tránsito. Si hubiera culpa temeraria, o si fueran más de una las víctimas fatales, o el conductor estuviera operando cualquier aparato electrónico de comunicación.

Es decir, que el nuevo paradigma legal pone el acento precisamente en la concurrencia de circunstancias agravantes, porque eso demuestra que lo acontecido no es un accidente que “podría pasarle a cualquiera”. La conducción operando aparatos electrónicos de comunicación, por ejemplo, aumenta el riesgo para la vida humana, y demuestra una mayor desaprensión del conductor.

Asimismo, se plantea la figura del homicidio culposo calificado por la concurrencia de agravantes. Es decir que, determinados hechos culposos, por las circunstancias en las que ocurrieron, o por la gravedad de las acciones llevadas a cabo por el agente o por la concurrencia de agravantes, deben dejar de considerarse siniestros viales, para constituir verdaderas catástrofes.

Ciudad violenta

Por supuesto que, en todo el país, la cuarentena tuvo un impacto importante en la reducción de los accidentes, porque se redujo drásticamente la circulación de los coches en las calles, y prácticamente se anuló en las rutas. De esa manera, se generó en el HIGA el espacio suficiente para atender a los enfermos de COVID.

Pero ahora, el recrudecimiento empieza a ser una preocupación nuevamente, y es necesario tener en cuenta que Mar del Plata es la segunda ciudad en siniestralidad de la provincia. Nuestras cifras son casi iguales a las de La Plata. Durante el mes pasado, sólo cuatro compañías de seguros denunciaron 1.900 siniestros porque, al volver a aumentar el tránsito en la calle, vuelve la violencia vial. Una enorme inseguridad en el tránsito que, sin duda, se debe a la ausencia de políticas públicas eficientes al respecto.

Para Blasi, es fundamental poner el foco en las políticas públicas: “faltan controles, muchos controles. También fiscalización, porque una multa no debe ser sólo para recaudar, sino que es algo necesario: ayuda a salvar vidas. Dicen que es un sistema recaudatorio, pero lo que se recauda nunca va a la seguridad vial, y no tendría que ser así”.

Sólo restan pocos días para navidad y la calle ya es otra vez tierra de nadie. De los 14 alcoholímetros con los que se realizaban los controles a los conductores durante la gestión de Carlos Arroyo, hoy no funciona ninguno. Es decir, que es un festival de conductores borrachos que van y vienen de los boliches de la costa usando como vía de escape las calles de siempre: Avellaneda, o Peña. Pero, como nadie controla nada, quién sabe cuántos nuevos muertos serán el condimento de la primera plana para el 25 de diciembre. Salud.