Las operaciones vividas esta semana y que se reproducirán en las siguientes tienen un sólo propósito: derribar la candidatura de Mauricio Macri. No hay otra cuestión en danza. Como quiera ser llamado: “Círculo rojo”, grupos mafiosos enquistados en el poder, o coalición de intereses, lo que ocurre no es el valor de cuántos pesos se requieren para compra un dólar, o del nivel de inflación de Mayo, sino que existe una coalición de acoso y derribo de la candidatura presidencial del gobernante más disruptivo de la historia contemporánea argentina.
Ya lo confesó José María Anson, ex director del diario ABC y hoy creador y director de El Español: “Para ganarle a Felipe González hubo que rozar la ilegalidad”. Según relato él mismo: “La cultura de la crispación existió porque no había manera de vencer a González con otras armas. González ganó tres elecciones por mayoría absoluta y volvió a ganar la cuarta cuando todo indicaba que iba a perder”, prosigue. “Hubo que elevar la crítica hasta extremos que a veces afectaron al propio Estado. González bloqueaba algo vital en una democracia: la alternancia. Si llega a ganar las elecciones del 96, con la bonanza económica no hubiera habido quien lo echase hasta el 2004”.
Los factores de poder no soportan la idea de un gobierno de Mauricio Macri hasta 2023. Cuando parecía que el tema de la elección estaba definido, se armó un esquema mediático y de opinión que buscó instalar la “necesidad” de la renuncia de Macri a su candidatura presidencial y la instalación, en su lugar, de María Eugenia Vidal, basándose en encuestas de las que nadie revela su carnadura, extensión, o entidad técnica.
Se orquestó una serie actos para intentar provocar el escenario de renuncia y aceptación. En uno de ellos, una entidad empresarial creada en 1941 que nunca tomó estado público en sus documentos o afirmaciones invita a exponer a Vidal y allí un interlocutor oportuno le pide —casi le exige— que tome la responsabilidad de ser candidata a presidente a través de una pregunta que estaba fundamentada en el supuesto “miedo empresario” a un triunfo de Cristina. La idea de esta posibilidad —que la ex presidente procesada pudiera ganarle a Macri— estaba basada en una encuesta de Insonomia, consultora que tiene el supuesto aval de ser la encuestadora preferida del gobierno. En su estudio, se le daba 9 puntos de ventaja a Cristina Fernández viuda de Kirchner sobre el presidente Macri en segunda vuelta. Para cerrar el círculo, una columna de La Nación firmada por Rafael Mathus Ruiz afirmaba que Wall Street evaluaba que el gobierno pondría en marcha el plan V ante la caída en las encuestas.
Se trata de una orquestación nada casual, sino una provocación enorme y una traición política que Elisa Carrio definió muy bien al señalar: “Me dan asco los dirigentes que en momentos difíciles no sostienen a nuestro Presidente de la República. Yo estoy acá para sostener al Presidente y a su candidatura”. En sintonía con estos dichos, el viaje de María Eugenia Vidal a Córdoba fue suspendido y el jefe de gobierno de CABA, Horacio Rodríguez Larreta, debió ser quien contestara el artículo de La Nación al señalar: “decidimos en Argentina, no en Wall Street”. Está todo sobre la mesa, quien quiera oír, que oiga.