Finalmente el gobierno anunció un acuerdo con el FMI cuyo texto aún no se conoce, y que está inficionado por el relato gubernamental que se pierde en devaneos que no hacen al fondo de la cuestión.
Para encontrar el fondo de la cuestión hay que remitirse a 1949, cuando se dio la reforma constitucional de Juan Domingo Perón que habilitió la conformación de once nuevas provincias —llevando el total a veintitrés—, disolviendo las administraciones de las zonas que en ese momento eran consideradas territorios nacionales y creando, a imagen y semejanza de la organización nacional, gobernaciones, legislaturas, y sistemas judiciales.
Si bien la revolución de 1955 depuso a Perón y derogó la reforma constitucional de 1949, dejó intacto el sistema político y sus complejidades administrativas en las provincias que hasta ese momento no tenían estructura propia y que, ya desde su origen, requirieron del aporte de tributos nacionales para el sostenimiento de sus instituciones. Pero no es esa, en esencia, la cuestión. La cuestión es que, sobre esa base, se ha creado un sistema oligárquico que vive del presupuesto público, que se alimenta de él, y que somete a sus poblaciones a situaciones impropias de la vida en democracia.
Es de suyo que un gobierno del signo que representa Alberto Fernández tendría la oportunidad de corregir esta situación que ya había comenzado a enmendarse durante el gobierno de Mauricio Macri pero, por el contrario, se ha retrocedido habilitando a las provincias a aumentar impuestos, como la tasa de ingresos brutos, lo que contribuye a agravar la situación imperante.
Nada nuevo ocurre, porque ni siquiera está la idea de cambiar algo. Amén de las carnestolendas periodísticas al respecto, queda claro que el gobierno se rindió, y sólo aspira a durar. El director del Banco Nación —quien sabe por cuánto tiempo—, Claudio Lozano, integrante de la coalición en el poder, descalificó el acuerdo y al propio gobierno en una extensa nota en el sitio web de la agrupación partidaria que dirige, Unidad Popular. Allí sostuvo que el acuerdo alcanzado es sólo un «stand by recontracondicionado y controlado» en el que no «queda claro desde cuándo se cuentan los años de gracia». Ergo, habrá —como señaló Emmanuel Álvarez Agis—, revisiones bimestrales del FMI.
Han cedido en todos los postulados de bandera falsa con los que han hecho política, engañando a los argentinos por décadas. «Sólo durar», tremendo pronóstico.