El relato hace agua. Se cumple un clásico de la vida y de la política. Se puede creer que algo ocurre. Se puede sostener en el relato que algo ocurre. Lo que nunca va a ocurrir es que eso que se cree que ocurrió, ocurra de verdad. Que ocurra eso que se dice, si en verdad no ocurre.
El gobierno debió reconocer el fracaso de la política de pesificación lanzada hace aproximadamente un año, cuando los errores de política energética comenzaron a comprometer el flujo de divisas, específicamente dólares que el comercio mundial ingresaba a las arcas del Estado, a través de las retenciones. El desbalance de esta ecuación abrió el camino a otros desajustes de la economía, básicamente en lo que se refiere al nivel entre circulación monetaria, valor nominal del dólar y percepción social sobre el comportamiento de la economía. Tal como señaló en declaraciones a la 99.9 Claudio Zukowiki: “si le metes una reserva más amplia, bajará el paralelo, pero es indispensable saber el monto. Es una lástima que hablemos del dólar”.
Esto termina con el plan de pesificación que el Gobierno enarboló durante mucho tiempo: “si tengo que ir a una cueva a descontar un cheque, me van a condenar. La mirada internacional y de los operadores es que si tuviste que llegar a esto, es porque estás en problemas. La rendición de la pesificación es un reconocimiento que no está mal. Si bien es un paso atrás, se dieron cuenta de que estaban trabados”.
El intento gubernamental de dar brillo a la medida de blanqueo de capitales ha traído los primeros debates abiertos sobre la economía, y arrojado capítulos como el debate entre el senador jujeño de la UCR Gerardo Morales, y el súper secretario Guillermo Moreno. También arroja sobre la mesa de los argentinos -una vez más- la tremenda sensación de que andar por izquierda garpa, y no trae consecuencias.
Según ha filtrado el gobierno, y se lee calcado en diversos medios, lo que se busca es: “Sólo por el BAADE, el Gobierno quiere obtener no menos de u$s 2.000 millones de un total de entre u$s 4.000 y u$s 5.000 que podrían obtenerse por todo el blanqueo, los que servirían para cerrar el año de inversiones de YPF y avanzar en la infraestructura energética de los sectores de electricidad y gas”.
Puntualmente, una de las intenciones del bono es sacar del default a las empresas de servicio eléctrico -Edenor y Edesur- y apoyar el desembarco oficial sobre Metrogas. Obviamente, todo lo que se consiga por encima de esos u$s 2.000 millones, ayudará aún más a paliar la situación contable de las prestadoras, por ahora, sólo privadas. Pero además, Lorenzino dijo también que el dinero deberá alcanzar para algunas obras de infraestructura que hoy tienen financiamiento difícil, por la falta de créditos externos y por la imposibilidad de emitir deuda voluntaria.
Así mismo, Moreno apunta a debilitar el dólar blue atrayendo a quienes buscan dolarizar sus ahorros con los nuevos títulos, y demoler el mercado del denominado “contado/con liqui”, principal instrumento de la fuga de divisas. Mucho ha transcurrido desde que Juan Domingo Perón dijera desde el balcón de La Rosada “¿quién ha visto un dólar?”.