Han sido semanas extraordinarias. Un mundial que comenzó de nalgas y terminó en una celebración increíble que excedió a nuestro país y sus hinchas.
El triunfo de la Selección Nacional ante su par francés colmó la felicidad de millones de individuos en el planeta entero: los cánticos de la hinchada en el coreo del himno nacional en una fiesta de jóvenes estadounidenses, o los bangladesís y su fervor increíble, son sólo pinturas de un momento mágico y profundamente real.
Un momento que el gobierno nacional empaña con el aupamiento de los gobernadores feudales del país alzándose contra la Corte Suprema de Justicia. El peronismo se va a ir del poder como llegó: antidemocráticamente, en un contexto golpista que no es viable por el fenomenal cambio cultural logrado desde 1983 a la fecha en nuestra sociedad.
Ese cambio cultural, está expresado en Lionel Scaloni y todos y cada uno de los jugadores noveles que marcaron con brillo los triunfos del equipo capitaneado por Leonel Messi. No es la decisión de no ir a la Casa Rosada. No es haber esquivado el saludo de Wado de Pedro en Ezeiza. Lo que cuenta es lo que dicen cuando hablan ante los medios, nacido de su modo de ver y sentir la vida. Eso cuenta, y revela el cambio cultural.
Los jóvenes revelación del torneo mundial, en cada homenaje en sus pueblos o barrios, dejan un damero de palabras y pensamientos increíbles. Julián Álvarez en su Calchín natal, dijo: «Si trabajan y se sacrifican, y sobre todo son buenas personas, cada día van estar más cerca de sus sueños», para luego agregar que se disculpa si no contesta todos los mensajes, pero que sí los lee todos.
Enzo Fernández, Alexis Mac Allister, todos ellos hacen tributo al sentido común y a la humildad. No hay sólo un discurso de trabajo en equipo, sino que hay un trabajo en equipo concreto, que se apoya en los pilares de Lionel Scaloni y de Leo Messi, dos hombres de familia, buenos padres, y buenos compañeros de sus respectivas mujeres. Hay un cambio de paradigmas y de actitudes ciertas, visible en aquellos que se encuentran hoy en la posición más visible del planeta.
En esta Argentina que comienza a exudar el cambio cultural, el gobierno nacional es el pasado, y ciertamente es una rémora para la construcción del país que Argentina tiene todo para ser. Alzarse en contra de la Corte con argumentos falaces, mentiras, y anuncios de acciones judiciales improcedentes, son —y así debe ser— contestados con mesura y a derecho.
No hace falta agitar a la sociedad o pretender avergonzarla, porque hubo cuatro millones en la calle por la Selección, pero no hay cuatro millones por esta absurda situación. Es el final de un tiempo, y se va a resolver en las urnas, en 2023.