Ciencia argentina: lo que viene

En alguna secuencia de los momentos que marcaron la asombrosa carrera de Javier Gerardo Milei a la presidencia de la nación, se dieron sus duros comentarios sobre el CONICET. El presidente electo apuntó, en referencia a la institución y la ciencia en general que ésta debía quedar en manos del sector privado.

«El Conicet, en manos del sector privado. Que se ganen la plata sirviendo al prójimo. ¿Qué productividad tienen [los científicos]? ¿Qué han generado? Buscaremos la forma de asignarlos a otras cosas», dijo Milei en su momento.

De esas palabras, a lo que viene —como en otras cuestiones— hay distancia. Así cuando menos surge de los dichos del científico designado para ocupar el cargo de director de la institución, Daniel Salomone, quien ha dado entrevistas a medios de CABA en las que fija postura y aclara que no habrá cierre ni liquidación de la ciencia en argentina.

Por caso, ha señalado: «No, para nada. Todo lo contrario: vamos a seguir trabajando y muy fuerte». Continuó: «El Conicet es una de las organizaciones no gubernamentales más prestigiosas de Latinoamérica, eso lo tenemos muy en claro. Ahora, eso no quiere decir que estemos haciendo todo bien, y en ese sentido se ha incrementado en los últimos 20 años tres veces el número de la gente que participa y no se aumentó la producción». Léase: hay un aumento de la planta burocrática sin los recursos debidos, sin planificación, ni propósitos claros.

Salomone pone en negro sobre blanco de qué se trata lo de «para poder investigar uno tiene que tener fondos» y «un marco económico que sea apropiado». Dice: «Imagínense, por lo menos en las ciencias duras —que requieren todos los insumos extranjeros—, lo que cuesta importar». Añadió: «La cantidad de dinero en general que se recibe en términos de proyectos se ha reducido y se ha reducido más de 10 veces».

Es un clásico ejemplo del desmanejo de la economía argentina por parte del kirchnerismo, que ha inflado la planta del Estado sin planificación y sólo por sumar esquemas de poder que le den control sobre la población y aumente el caudal de votos, algo que la elección que consagró a Milei demuestra, no ha sido efectivo.

Daniel Salomone, si bien con cuidado lenguaje, no es de menor intensidad que el presidente electo para decir lo que hay que decir: «El problema fundamental es el tamaño, que es desproporcionado para lo que es el país (…) Otro hecho en concreto es la situación terrible que está pasando el país, con una pobreza que llega al 40%, y molesta cuando uno se encuentra con algunas líneas de investigación que no tienen la coherencia que uno piensa. Entonces, uno dice: estamos poniendo plata en un lugar que no corresponde cuando hay gente que no está comiendo. En ese sentido, nosotros tenemos que tomar conciencia que estamos en un país que es pobre en este momento y tenemos que dar una mano. Es como una obligación para los científicos».

De obligaciones, de eso se trata: construir una sociedad justa y equilibrada, cumplir obligaciones para luego sí reclamar y acceder a derechos.