El mundo se conmueve por tramos, momentos, fotos, que un día después son reemplazados por otros tramos, otros momentos, otras fotos. Así, el rapto de las niñas por BokoHaram en Nigeria motivó a Michelle LaVaughn Robinson, más conocida como Michelle Obama, a utilizar una selfie para pedir que “devuelvan a nuestras niñas”. A un año del tremendo hecho, el tema parece olvidado.
La foto de hoy es la catástrofe humanitaria en el Mediterráneo, que, a tenor de lo que debaten las naciones europeas, parece indetenible. Miles, cientos de miles atraviesan el África subsahariana para hallar la muerte, abandonados por los traficantes que les prometen por cinco mil euros llevarlos a las costas europeas. Lo que ocurre en este ámbito tiene su raíz en la actitud mayoritaria europea de no recibir más población negra, caldo de cultivo para la Liga del Norte en Italia y el Frente Nacional de Le Pen en Francia, lo que coloca a los gobiernos en la posición de llevar adelante políticas que impiden la inmigración legal y son el permiso para que acontezcan estas situaciones espeluznantes.
Un texto publicado en ABC señala: “El dinero y el color de piel acaba clasificando a los emigrantes que tratan de llegar en barcos a las costas de Europa en seres humanos de primera y de segunda. Los traficantes de personas que organizan las salidas desde la orilla norteafricana no tienen reparos en tratar a los candidatos a viajar según criterios raciales y económicos”. El informe agrega que “los sirios de piel blanca y con dinero que escapan de la guerra civil que sacude a su país desde hace cuatro años suelen disponer de más dinero que los africanos que vienen de países subsaharianos. Y las mafias, que para algo lo son, se aprovechan de ellos” . Les dan mejores ubicaciones y chalecos salvavidas; por el contrario, los subsaharianos viajan hacinados en bodegas sobrepasadas en su posición de carga y mueren apiñados sin posibilidad de salvación.
La avalancha humana es tal, que la isla italiana de Lampedusa, la más cercana a la costa africana, ya no tiene capacidad para recibir a más inmigrantes, y en la actualidad, los nuevos que llegan son trasladados a Sicilia. Pero allí la situación también empieza a ser dramática, y el alcalde de Palermo, Leo Luca Orlando, ha acusado a Europa de ser como Poncio Pilatos: “Se lava las manos ante esta terrible tragedia”, se ha lamentado. “La movilidad es un derecho y es necesario abolir el permiso de residencia que se basa en un sistema prohibicionista que especula con las vidas humanas y crea rentas parasitarias”, graficó.
Nada es simple en la fortaleza europea sitiada por el Islam extremo y la migración a borbotones que surge de las entrañas de África. Katie Hopkins, la columnista de ‘The Sun’ que llamó “cucarachas” a los inmigrantes muertos en el Mediterráneo y que pidió elenvíode barcos de guerra para evitar que lleguen a las costas británicas, se ha convertido en la mujer más odiada del Reino Unido.Más de 285.000 firmas se han sumado a la campaña de Change.orgpara pedir su “despido” al magnate Rupert Murdoch, propietario del tabloide británico por excelencia.
A cien años del genocidio armenio y en momentos del juzgamiento a un carcelero del régimen nazi en Alemania, la idea del “Nunca más” parece perderse entre el individualismo ad ultranza y la insensibilidad colectiva.