Nadie parece tomar nota de cuál fue el verdadero mensaje en el discurso del presidente Mauricio Macri en el club El Ciclón de Rosario. Aunque sólo ameritó crítica, y el silencio de los propios acólitos, las expresiones del primer mandatario son claras si se ve el cuadro completo y no se hace de los hechos una foto sin continuidad.
Macri señaló: “la patota del transporte, la que impide generar empleo en el país […] En Argentina se tiene que terminar este comportamiento prepotente, patotero, ilegal, que destruye el futuro de los argentinos, nosotros seguimos apostando al diálogo”. El presidente no le hablaba a la nada. Fue un mensaje claro al respecto de una batalla importante que se está librando hoy en un contexto de diálogo, pero que puede devenir en violencia.
Mercado Libre, empresa creada y gestionada por Marcos Galperín, está construyendo un centro de acopio y distribución en el ámbito del mercado central de Buenos Aires. La firma con un valor de mercado de treinta mil millones de dólares firmó un convenio con el gremio de carga y descarga que lidera Daniel Vila pasando a emplear 80 personas que iniciarán actividades en fecha próxima.
Tal como ha sido de estilo —mafioso— los Moyano se abalanzaron y reclamaron para camioneros la afiliación de estos trabajadores. Ahí está el núcleo de la cuestión. Camioneros denuncia: “Lo de Mercado Libre no es un conflicto de encuadramiento sindical, sino que están en riesgo muchos puestos de trabajo de OCA, Andreani, Ocasa, Urbano. Por orden del Gobierno, la empresa no quiere tener vínculo con Camioneros porque quieren reducir los costos laborales a toda costa. Es algo político. Así me lo comunicó la empresa”. Por su parte, la empresa expone su posición indicando: “el planteo de camioneros es un despropósito” para agregar “Por ahora tenemos diálogo, escuchamos sus argumentos y entendemos que ellos no estén de acuerdo, pero no aceptamos el reclamo porque hicimos lo que dice la ley. No hay ninguna negociación en marcha”.
Así las cosas, el conflicto está encaminado a llegar a su climax cuando, tras la inauguración formal, se sucedan eventos potencialmente violentos, de los que el gremio está habituado como parte de su modo de manejar el poder. De ahí la advertencia presidencial. No es baladí que el único funcionario del gabinete nacional que acompañaba al presidente fuera Patricia Bullrich.
La catilinaria de insultos de Hugo Moyano al presidente, sus admoniciones al fervor patriótico y la supuesta entrega patria al FMI, son un sonsonete viejo y torpe que no modifican la realidad ni la política ni la dinámica de los hechos. El gobierno, en la más alta magistratura, anunció que pondrá coto, conforme a la ley. Está dicho. La mesa está servida. Sera de ver.