De qué hablamos cuando hablamos de política

El discurso político esta lleno de generalidades. Una de esas generalidades, es “el bien común”. En nombre del ansiado “bien común” en los distintos gobiernos peronistas se aplica un pack de decisiones que consisten en aplastar el valor de los servicios, atrasar el tipo de cambio, y controlar los precios de productos esenciales.

Tal como ocurrió en el segundo gobierno peronista, como se instrumentó en el tercer gobierno presidido por Hectór Cámpora y luego continuado por el propio Juan Domingo Perón, la fórmula aplicada de “inflación cero” estalló en el ajuste conocido por el popular nombre de “Rodrigazo”, en triste homenaje al ministro de economía Celestino Rodrigo.

Creer que este modelo ficcional de la economía lo creo Néstor Kirchner es no conocer historia. Según revela en su columna en la Nación el colega Pablo Fernandez Blanco, en vísperas de elecciones Néstor Kirchner recibió a la consultora Doris Capurro, quien  le llevó a la Quinta de Olivos su factura de Edenor.La consultora política quería pagar más, y estaba convencida de que la clase media acomodada estaría dispuesta a hacer un esfuerzo para reducir los subsidios del Estado.

Según expone Fernández Blanco, Kirchner la desafió a que hiciera una encuesta en Barrio Parque y Barrio Norte que demostrara su afirmación. Ella le agregó, por su cuenta, otros distritos pudientes. El resultado fue apabullante: 8 de cada 10 personas efectivamente consideraban que el Estado gastaba mucho, pero no querían aumentos en la luz y el gas. Se entiende, desde esa perspectiva, que los “cabecita de Sarlo” se pusieran furiosos. Los datos dicen que, en promedio, las facturas aumentaron un 3800%, pero el cargo variable llegó a incrementarse 6600%. En el caso del gas, el ajuste en la era Macri fue del 1800%: se pago 19 veces más que en 2015. Hoy, bajo las órdenes del Instituto Patria, Alberto Fernández ceba la misma bomba de tiempo.

Retornando al trabajo del colega de La Nación: “La inflación general en la Argentina hasta noviembre pasado fue de 35,8% (1,5% en dólares, según la cotización oficial). Si se lo desarma a la luz de la historia reciente, ese número puede dar pistas sobre el futuro de la Argentina. Un ejemplo: la ropa y los zapatos aumentaron 58,1%”.

La disparada del valor de los alimentos con variables congeladas, a excepción de la nafta, habla a las claras de aquello de que “sólo el peronismo puede salvar al país”, no aplica en la realidad.

Por el contrario: no es que sean parte del problema, son el problema.