De los 14 discursos pronunciados al inicio de las sesiones ordinarias de las Legislaturas, destacaron el del presidente Mauricio Macri y el de la gobernadora de la provincia de Buenos Aires María Eugenia Vidal. Por relevancia, el único que se trasmitió por cadena nacional fue el del Presidente, que en 39 minutos desplegó un escenario que comprendió desde el reconocimiento a los tripulantes del ARA San Juan al desarrollo de una agenda pública cuyo elemento más sorprendente es que en cualquier país europeo hubiera sido caracterizada como una agenda de izquierda. Impulso al debate de ley sobre aborto legal y asistido por el Estado; empoderamiento salarial para las mujeres, buscando que la ley de trabajo en la Argentina, que determina igual salario por igual tarea, no sea un articulado vacío de contenido y realidad; equiparar los días de licencia por nacimiento, que lleve a los varones a un pie de igual oportunidad con la mujer respecto del hijo recién nacido. Estos tres ítems impactaron de lleno en el auditorio extendido a toda la población, pero no menos que el anuncio de la creación de un nuevo parque nacional en el predio de Campo de Mayo, hasta este momento sometido a presiones comerciales por desarrolladores inmobiliarios.
El Presidente llegó al Congreso y fue recibido por los titulares de ambas cámaras, e ingresó en un marco que expone la naturaleza de la casa de los representantes del pueblo como el ámbito natural de debate que corresponde a toda sociedad democrática y republicana. Macri se retiró luego en una combi con todo su gabinete, marcando en el gesto la idea del trabajo en equipo, que es su prédica constante registrada de cómo conducir el país. María Eugenia Vidal, en cambio, entró a la Legislatura de la provincia de Buenos Aires en absoluta soledad, y tampoco fue recibida por las autoridades de ambas cámaras, presididas por la coalición política a la que pertenece, lo cual hace obvio que fue la propia Vidal quien eligió este modo de arribar por un largo pasillo saludando y marcando cierta distancia, como intentando subrayar una cierta superioridad y lejanía respecto de la dirigencia que la acompaña.
La gobernadora Vidal atraviesa un momento particular, ya que la eclosión de los contratos en el BAPRO por millones en asesores y pauta publicitaria de dudosa transparencia, expuestos en estos días, la colocan por primera vez fuera del halo inmaculado bajo el que ha venido desarrollando su predicamento. No pudo venir a Mar del Plata ni a los anuncios de inversión de cien millones de pesos en pavimentos ni al cierre de temporada con la Filarmónica del Colón en el Parque San Martín. ¿El motivo?: el acecho de la Bancaria, que quiere dejarla en evidencia donde sea y en la circunstancia que sea. De su discurso, los medios sólo destacaron la frase en la que pidió a los docentes no tomar de rehenes a los educandos, un análisis nada novedoso en un conflicto que debió haber encaminado en febrero y que hubiera evitado esta compleja situación.
Dos discursos, dos estilos. Diferencias políticas y metodológicas que están a la vista y que ya no es posible disimular.