Drogas: sin recreación, y con muertes

Es casi de uso cotidiano que cientistas sociales y políticos, y medios de comunicación, hablen de la existencia de «drogas recreativas». El Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires llegó incluso a impulsar —en el verano de 2022— una campaña para el supuesto «consumo responsable» de drogas en el contexto de la promoción turística de la costa atlántica.

La campaña de la Secretaría de Salud Mental de la provincia de Buenos Aires, para concientizar sobre el uso de drogas psicoactivas, decía en su mensaje: «Anticipate a disfrutar como te gusta, sin poner en riesgo tu salud. Las sustancias psicoactivas pueden modificar tu percepción. #ConSumoCuidado #ReCreo @BAProvincia @JulietaCalmels». Lo citado es un tweet publicado por el Ministerio de Salud bonaerense. Justamente, Julieta Calmels es la subsecretaria de Salud Mental, Consumos Problemáticos y Violencias.

La campaña dio en su momento para escándalo político y mediático que no fue más que algo de ruido y pirotecnia verbal. Sólo eso. Nadie parece tomar en serio lo que es la cuestión, en salud mental, más grave en décadas.

Por citar sólo un ejemplo, una madre cuyo nombre no trascendió, llegó recientemente a la guardia de un hospital público en Chaco con su bebé en medio de una crisis de salud. ¿Qué había pasado? El niño se intoxicó con la cocaína que consumía su madre. Murió.

En la FM 99.9, el experto en temas de consumo masivo y esquema de lucha contra las adicciones, Estaban Wood, señaló: «no es el primer caso y me remite a una de las respuestas de la política pública: ¿Dónde estaba el Estado? ¿Dónde estaba el sistema sanitario para evitar esto? Está documentado el efecto del consumo de sustancias en personas embarazadas y sobre todo en bebés cuando son lactantes. Además, está el daño a terceros por el uso privado de la sustancia, algo que vemos en Estados Unidos donde la legalización de la marihuana o el uso de comestibles con marihuana, ha generado un impacto masivo de intoxicaciones en niños. Tenemos que pensar como Estado qué hacer con esto, no nos puede sorprender».

Sin embargo sí nos sorprende, dado que la ley de salud mental no permite internaciones, salvo que el individuo afectado lo exija, y a diario vemos a personas en estado de desesperación que pululan en las calles de todas las urbes del país. Para Wood, el caso, al que considera extremo, revela que «en la ideología torcida que tenemos, hay un Estado más preocupado en garantizar el derecho a drogarse de la población y el derecho de consumo de marihuana de los adolescentes. Viene a cuento lo que ha sido el enfoque de derechos respecto del aborto. No nos puede sorprender que un mismo caso no se acompañe a una mujer embarazada y además, tenga problemas de consumo. No sabemos si pidió ayuda y al amparo de la Ley de Salud Mental, se le impidió ese acceso a la atención. Esta ideología tan torcida hace explosión en este caso puntual».

Urge una revisión de la temática de salud mental y consumo de drogas. No hay «consumo recreativo»: el consumo de drogas, mata. Remitámonos a los hechos, que constituyen prueba más que suficiente.