El amigo Vladimir

Es un dato de la realidad que, tanto Cristina Fernández, como su presidente delegado Alberto, admiran a Vladimir Putin. Ese mismo «Wladimir» —así se escribe en alemán— que era agente de la Stasi, la temida organización del espionaje de la Republica Democrática Alemana.

En la pasada semana, distintas naciones recordaron un nuevo y triste aniversario de la muerte de la periodista rusa Anna Politkovskaya. Se cumplen 15 años, lo que impone la prescripción de los cargos por su asesinato. Un pelotón de ejecución le quito la vida a quien es hoy considerada un ejemplo en el ejercicio de la profesión. Los autores intelectuales nunca fueron identificados. 58 periodistas han sido asesinados en Rusia desde 1992.

En la nación presidida por Vladimir Putin, la política de acusar a opositores y periodistas de ser colaboradores de regímenes extranjeros se practica a extremos francamente criminales. Según publica la BBC, «Horas después de que el editor independiente ruso Dmitry Muratov fuera galardonado con el Premio Nobel de la Paz, el Ministerio de Justicia de Rusia dijo que agregó a nueve periodistas y tres publicaciones a la lista de agentes extranjeros en el país».

El grupo de investigación Bellingcat y el periodista ruso de la BBC Andrei Zakharov se encuentran entre los que figuran en la lista.

Novaya Gazeta, la publicación de Muratov, galardonado con el Nobel de la Paz, es uno de los pocos periódicos independientes que ha evitado la etiqueta de agente extranjero. Al respecto de esta situación, el medio aseguró: «Intentaremos ayudar a las personas que han sido designadas como agentes [extranjeros], que están siendo perseguidas y forzadas a salir de Rusia».

Ejercer el periodismo en Rusia es pecado mortal y se pena con la muerte o el exilio.

A ese presidente, y a ese régimen, admiran tanto el presidente como la vicepresidente de Argentina, a un jefe de gobierno que, rodeado de un aura criminal, es capaz de cualquier cosa por mantenerse en el poder.

A través de una videoconferencia, Alberto Fernández no sólo le agradeció a Putin por su aporte a nuestro país a través de la provisión de las vacunas Sputnik V: se mostró incluso conmovido. La relación especial que une a Cristina con el presidente ruso es conocida desde hace tiempo.

No es casualidad que en el acto en el club de Mataderos —lejos de la crítica a la violación del aforo dispuesto por el gobierno en un acto del propio gobierno— Emilio Pérsico, dirigente del grupo Evita y funcionario gubernamental, haya pedido 20 años de peronismo porque, aseveró, «la alternancia no sirve».

Tal como ocurre en Rusia, quieren el poder para siempre.