
La guerra no declarada del zarato ruso contra Ucrania ingresa en su tercer año. Era una incursión de dos semanas, y se convirtió en una carnicería a la que no se le ve fecha de caducidad. En el término de estos años, Ucrania ha evolucionado el arte de la guerra de modo tal que ya nunca más estos conflictos bélicos se volverán a librar de la misma forma.
En el otro frente, Israel da una vez más la nota, tal como lo hizo también en la Guerra de los Seis Días y en la del Yom Kippur. Las operaciones del Mossad en Irán han dejado desnudo al régimen de los Ayatolas.
Estas guerras, con su cuota inexorable de sufrimiento, cambian el mapa geopolítico y destrozan al Eje del Mal que se rearmó después de la caída del régimen soviético, conformado por los llamados «proxys» de Irán soportados, casi siempre, con una estructura rusa de armas y de equipos, que hoy están ya fuera de juego: cayó el régimen de Bashir El Assad en Siria, Hamas está derrotado en Gaza y en Líbano, Hezbollah levantó bandera blanca en la guerra no declarada entre Irán e Israel. Hay una potencia dominante en un pequeño territorio que incluye a siete millones de personas —entre las cuales se cuentan personas provenientes de todo el mundo— con sus diferencias y sus diatribas políticas, pero que, en definitiva, es el único país en democracia de la región.
En Ucrania e Israel, lo que está en debate en la guerra es la cultura occidental versus una cultura oscurantista supresora de la identidad humana hasta limites oprobiosos.
En tanto, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, cabildea si intervenir o no en el conflicto entre Israel e Irán. Minimizó también la posibilidad de pedirle a Israel detener sus ataques, después de que el ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Abás Araqchi, dijera que Teherán no reanudaría las conversaciones con Estados Unidos hasta que Israel cediera en su ofensiva. Es «muy difícil hacer esa solicitud en este momento», dijo el republicano. El presidente Donald Trump declaró el viernes que Irán tiene un «máximo» de dos semanas para evitar posibles ataques aéreos de Estados Unidos, en sugerencia a que podría tomar una decisión antes del plazo de dos semanas que fijó la víspera.
Trump descartó además un posible éxito de las conversaciones entre las potencias europeas e Irán sobre la resolución del conflicto entre Israel y Teherán, que comenzaron este viernes en Ginebra. «Les doy un plazo, y diría que dos semanas sería el máximo», dijo el mandatario estadounidense a la prensa cuando se le preguntó si podría decidir atacar Irán antes de eso. Agregó que el objetivo era «ver si recuperan el sentido común».
Dos guerras que atraviesan al planeta que cambian todo el escenario global, aunque falten capítulos sangrientos por escribir.