El oro de la Patagonia

 

La Patagonia es una tierra mítica. Aún hoy es una suerte de última frontera, en la que está todo por hacer. Consolidada como parte del patrimonio nacional tras la gesta del general Julio Argentino Roca, el desarrollo de la región siempre fue un desafío para una Argentina nacida del ex Virreinato del Río de la Plata. No obstante, esta tierra mítica de gigantes y desafíos pendientes ha dado en estos años nombres y ejemplos que más tienen que ver con el bandolerismo que con la gesta heroica.

En 2008, un extraño movimiento sacudió la city porteña: el grupo Petersen, controlado por la familia Eskenazi, se apropiaba del 14,9% de YPF sin poner un sólo dólar y contando para el pago de la toma del control de la compañía con un acuerdo que le permitía disponer de hasta el 90% de la renta obtenida para pagar su parte en un período laxo de años.

Al momento de la re estatización de la compañía, operación caracterizada por Cristina Fernández y Axel Kicillof como un acto de “argentización” colmado de citas patrióticas y referencias a los héroes de la historia petrolera vernácula, la suerte del grupo Petersen en cuanto a la reparación patrimonial quedó en un más que llamativo cono de silencio. De hecho, la familia Eskenazi ha logrado pasar desapercibida mediáticamente incluso hasta el día de hoy.

El juicio que el grupo Bufford Capital lleva contra Argentina en Estados Unidos, y que por estos días tramita en la Corte Suprema de aquel país, podría develar —si el fallo así lo reflejara— los detalles del origen de la sociedad que litiga contra el Estado. Hoy hay un consenso que ubica al fallecido Néstor Kirchner como socio en las sombras de la familia Eskenazi. El grupo sumó poder y negocios durante la salida caótica de la convertibilidad impulsada por el gobierno de cuasi facto de Eduardo Duhalde. En las sombras, fue Enrique Eskenazi el que unió a Duhalde con Néstor Kirchner. Ya el escenario de negocios era enorme, y a partir de allí lo fue aún más.

Los Eskenazi controlan y operan el Banco de San Juan, el Banco de Santa Cruz, el Nuevo Banco de Santa Fe y el Nuevo Banco de Entre Ríos. Esto implica que manejan y cobran impuestos, pagan salarios públicos, e intermedian créditos en cuatro provincias argentinas. Influyen, obvio es, en la política y en la financiación de la misma.

En esta semana, la editorial PERFIL dio a conocer información reveladora de fondos blanqueados por integrantes de esta familia multimillonaria. Señala el medio que dirige Jorge Fontevecchia: “NOTICIAS halló que Sebastián y Matías Eskenazi adhirieron al blanqueo de capitales de 2016. El ex CEO de YPF sinceró $ 439,1 millones el 24 de noviembre desde la firma Emsed Ltd. y 82,9 millones el 21 de diciembre. Matías blanqueó a través de Seacat Global Corp. 291,4 millones el 24 de noviembre y 82,9 millones el 22 de diciembre.”

Algo se está resquebrajando en el muro hasta ahora infranqueable de la familia que, al decir del abogado Alejandro Sánchez Kalbermatten, paga para no ser citada negativamente en los medios. Algo cambió, y está por salir a la superficie.