Argentina se mira a sí misma como una nación fallida, consecuencia de años de políticas aberrantes en las que la falta de cuidado del valor de la moneda, y el saqueo a las arcas públicas, han desgastado a generaciones. Hoy, el sistema que creó el peronismo, socializando en extremo al Estado, está exhausto, y busca sobrevivir desesperadamente aumentando impuestos y provocando en los ciudadanos la sensación de que, la única salida, es Ezeiza.
Esa frase, acuñada en los años ‘70s, se repite como un mantra, pasando de padres a hijos. Más aún: hay progenitores —en particular, en los sectores medios— que la clavan a fuego en la consciencia de su descendencia. Los datos estadísticos dicen que no hay una fuga masiva, pero sí hay una fantasía social masiva asociada a la idea.
Lo notable es que, lejos de ser un fenómeno argentino, es algo que se repite de manera global: muy pocas naciones escapan al deseo de sus jóvenes de huir de su país y de su realidad. Corea del Sur es, en este sentido, un ejemplo extremo: una encuesta reciente en la que participaron cinco mil personas dio como resultado que el 75% de los nativos de dicho país —la undécima nación más rica del planeta—, que se encuentran entre los 19 y los 34 años de edad, quieren irse a vivir a otro lugar.
El sorprendente hallazgo —reportado por el popular periódico Hankyoreh el pasado 29 de diciembre— fue revelado en el 119º Foro de Política de Igualdad de Género del Instituto de Desarrollo de la Mujer de Corea, en una presentación titulada «Diagnóstico de conflictos de género desde un punto de vista juvenil y respuestas de política sugeridas para un Estado inclusivo: Análisis de género de las percepciones de equidad».
La encuesta encontró que el 79.1% de las mujeres jóvenes y el 72.1% de los hombres jóvenes quieren irse de Corea, que el 83.1% de las mujeres jóvenes y el 78.4% de los hombres jóvenes consideran a Corea «un infierno» y que el 29.8% de las mujeres jóvenes y el 34.1% de los hombres jóvenes se consideran «perdedores». Más allá de las diferencias de género, la encuesta sugiere una insatisfacción popular masiva con la vida local. ¿Pero exige que la élite de Seúl se siente y reflexione seriamente sobre el sueño coreano? ¿O simplemente refleja conversaciones superficiales entre jóvenes que viven vidas dignas y no tienen una intención real de irse?
Corea del Sur es un país ejemplo en cuanto a desarrollo económico: sus datos macro implican que, pensar en irse a vivir a otro país, sería un absurdo. Pero hay más que la economía en la mente de las personas: en los últimos años, se ha convertido en un eslogan, entre los jóvenes coreanos, a la hora de definir a su país, el término «Hellon Joseon», el cual hace referencia a un reino coreano, extinguido hace ya mucho tiempo. Ahora, esa frase está siendo acompañada por «Tal-Jo» un pormanteau que comprende «salir» que, junto a «Joseon», podría traducirse como «escape del infierno».
Park Ji-na, un estudiante universitario de 20 años de Seúl, le dijo a Asia Times: «Mis amigos y yo sólo usamos esto en una conversación como broma, pero si tuviera una buena oportunidad de ir al extranjero y trabajar, lo haría».
Algunos dicen que este sentimiento está lejos de ser algo exclusivo de Corea: «Creo que hay una crisis de clase media en todos los países ricos», le dijo a Asia Times Pae Hee-kyung, quien dirige un instituto educativo cerca de Seúl.
En todo el mundo postindustrial desarrollado, las clases medias están bajo asedio debido a la caída de los niveles de vida, la evaporación de oportunidades, y la creciente desigualdad de la riqueza. Estas tendencias han surgido en el contexto de un mundo globalizado que distribuye capital y empleos lejos de los centros tradicionales de inversión, manufactura y prosperidades relacionadas.
No es que mal de muchos sea consuelo de tontos, hay que mirar el escenario global para entender las tendencias y oportunidades, más allá de lo económico. «Desde que vivo en Corea, la gente se queja todo el tiempo», dijo Tudor al exponer las conclusiones del trabajo del medio Hankyoreh. «El presidente es terrible, sea quien sea o sea, y la economía es terrible o está al borde de una crisis, por muy buena que sea». Incluso Park, la estudiante, admite que ella y sus amigos no están planeando mudarse: «Mis amigos y yo hablamos de dejar Corea, pero para que podamos conseguir trabajo en el extranjero, al menos deberíamos tener un título de médico, o tener ciertas calificaciones como enfermera o diseñador de UX», dijo. «Yo y mis amigos, que estudiamos artes liberales o negocios, aunque decimos “Tal-Jo”, no podemos».
Nada es tan distinto, y conocer debe permitir reflexionar sobre ello. La única salida, no es Ezeiza.