Finalmente, las decisiones de la campaña electoral, las pautas a seguir en el armado de listas, y los espacios a debatir en la PASO en agosto se van a decidir en la Casa Rosada, en el reducido espacio que Mauricio Macri comparte con Marcos Peña y Jaime Duran Barba y su equipo desde la etapa de la administración de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
En ese escenario, los mayores desafíos de cara a octubre no han sido ni la economía, ni las batallas que los medios metropolitanos se empeñan en plantar cada día, sino en el propio frente interno de la coalición de gobierno. A semanas del cierre de listas, sorprendió que la Casa Rosada finalmente habilitara conversaciones para armar colectoras en torno a la candidatura de María Eugenia Vidal. Colectoras que están inhabilitadas por un decreto de la Presidencia de la Nación.
Es un dato, reflejado por este medio en la editorial “Acoso y derribo” publicada el 28 de abril de este año, que el grupo SOPHIA —que creó y lidera el jefe de Gobierno de CABA, Horacio Rodríguez Larreta— buscó instalar una imagen de demérito público hacia el presidente y así impulsar el denominado plan V: provocar la declinación de la candidatura de Macri y situar a la gobernadora Vidal en esa posición, para aupar desde allí la incorporación de sectores políticos del peronismo en lo que suele denominarse “la ampliación de la coalición” para, señalaban, superar la grieta.
Este armado político que buscaba suprimir al presidente para el ciclo 2019/2023, imponiendo la enigmática figura de María Eugenia Vidal a través de un sistemático martilleo de encuestas derramadas a diario por los medios metropolitanos y un grupo de medios digitales consumidos principalmente por otros periodistas y la trastienda de la política.
La habilitación para abrir las conversaciones a dirigentes del PJ en busca de armar colectoras en la provincia corrió de manera urgente al tiempo que señalaban distintos operadores que el acuerdo con Sergio Massa estaba cerrado y era sólo cuestión de horas para que fuera formal. A partir de ahí, la realidad impuso su propio tenor.
En primer lugar, Massa quedó inesperadamente en el centro de la escena. Cacique sin tropa, sus acólitos juegan a salvar intendencias, presencia en consejos deliberantes, y bancas en provincia y congreso de la Nación. Un auténtico sálvese quien pueda, impulsado por la tensión que la tropa esencialmente peronista genera ante la idea de sumarse a Unidad Ciudadana, que los representa mejor que una alianza integrada por los radicales y la coalición cívica. Aún si Sergio Massa hubiera optado por integrar Cambiemos colgado a la boleta de Vidal, existe un obstáculo: el decreto que prohíbe las colectoras. Como determinó en tres ocasiones la jueza con competencia electoral María Romilda Servini de Cubría, es un decreto que sólo puede ser remedado por otro decreto de la Presidencia de la Nación, y no está sujeto a interpretación judicial.
A horas del cierre de listas y con una elección crucial a vista, la más deseada, la más requerida, la preferida del círculo rojo (fuere lo que fuere dicho aserto), a la hora de las definiciones, María Eugenia Vidal baila sola en un escenario nada fácil para ella y sus ambiciones.