Nada ha sido como fue evaluado previamente: la invasión a Ucrania no fue sólo un paseo, y sí un baño de sangre, en el cual los cálculos más sobrios señalan la muerte de 4 mil soldados rusos, caídos en combate. Estados Unidos pone la cifra en 7 mil. Políticamente, el impacto mayor, es el de la muerte, a manos de tropas ucranianas, de generales rusos en la línea de combate.
Según publicó el Ministerio de Defensa de Ucrania, las fuerzas armas de dicho país han asesinado al teniente general ruso Andry Mordvichev, con lo que se estaría ante el quinto militar ruso de este rango fallecido desde el inicio de la ofensiva el pasado 24 de febrero.
Según un asesor del ministro del Interior, Vadim Desinenko, ni siquiera durante la Segunda Guerra Mundial la Unión Soviética llegó a perder tantos generales en tan sólo tres semanas. El primer general asesinado fue Magomed Tushaev, quien murió el 26 de febrero cerca de la capital, Kiev. El 15 de marzo, el general Oleg Mtyaev, comandante de la una división motorizada, fue muerto por las milicias de Azov. Vitaly Gerasimov, Jefe de Estado Mayor, murió el 7 de marzo en Charchiv y Andrey Kolesnikov cayó abatido el 11 del mismo mes.
Tanta calamidad en términos operativos, no puede ser neutra. Vladimir Putin, el asesino de civiles y niños a mansalva, está inquieto. Lo hace evidente su soliloquio amenazando a los «traidores». En concreto, señaló: «Estoy convencido de que esta autolimpieza natural y necesaria de la sociedad solo fortalecerá a nuestro país, nuestra solidaridad, cohesión y disposición para enfrentar cualquier desafío». A poco de pronunciado este discurso, hubo acciones concretas contra ciudadanos que publicaban a través de las redes su oposición a la guerra.
Quien mejor expresa lo que seguramente depare el futuro de Vladimir Putin, es Mijail Jodorkovski, de 58 años, antigua oligarca ruso, hoy exiliado en Londres. Sostiene que «atacar a Ucrania ha sido un error inmenso», y que esta acción tendrá consecuencias.
«El fin de Vladimir Putin está próximo» dijo en declaraciones a los medios, apelando a la historia para validar sus afirmaciones. «Tras cada guerra perdida, los dirigentes rusos tuvieron grandes dificultades. Tras la guerra de Crimea (1853-56), el zar Nicolas I tuvo que hacer importantes concesiones. Después de la guerra ruso japonesa, hubo la revolución de 1905 lo que finalmente supuso la caída del zar Nicolás II en 1917. Hoy estamos en una situación similar. Rusia es una dictadura y si el dictador no logra convencer a la población de su victoria en la guerra de Ucrania, habrá perdido el poder en dos años» aseguró Jodorkovski en una entrevista brindada a «Tribune de Genève».
En tanto, el frente de guerra expone la toma de Mariupol luego de feroces combates y el estancamiento en Kiyv. El dolor global de una guerra en directo por medio de las redes es claramente un punto de cierre de la historia. Al final de este conflicto a nivel global, ya nada será igual.