Si algo es cruel para el mundo es ver las celebraciones del nuevo año occidental en Wuhan. Miles —quizá millones— en la ciudad en la que todo comenzó. Es un completo interrogante cómo China cerró el espacio de propagación del coronavirus que devasta la economía global y al cual se le atribuyen millones de muertes.
Quizá la novedad —léase: la mutación— sorprendió de tal modo que las primeras reacciones fueron en función de las imágenes, y no de los hechos. Por caso, la construcción del hospital para diez mil pacientes que se trasmitía en streamming las veinticuatro horas, sin aclarar jamás que se preveían diez mil camas para una población de once millones y medio de personas, o el traslado de los cuerpos en Italia utilizando camiones militares, sin especificar que, en los pequeños pueblos del interior alejados de las ciudades, no hay crematorios. Quema de cuerpos fruto de la ignorancia del momento de la calidad de aquello que se enfrentaba.
Líderes absurdos que proclamaban su indiferencia ante el virus y fueron contagiados. Una escenificación innecesaria. El ejemplo no es para el más formado o el más inteligente, es para los más desfavorecidos, cuyo disfavor central es la falta de educación.
Los arriesgados cálculos del Imperial College de Londres citados sin contra análisis terminaron por disparar la histeria. Todas las naciones van y vienen con las medidas de control. Las sociedades, no interesa su acervo cultural, no toleran mas.
El primer día de este 2021 se organizaron fiestas clandestinas en todos los países y ciudades del planeta. La llegada de las vacunas es un bálsamo discursivo. Aún no es la solución. En tanto, Argentina anda a los ditiritambos con Pfizer-BioNTech y el ex secretario de medios de Carlos Menem Jorge Rachid delira haciendo afirmaciones alucinadas. Según Rachid, no se acuerda porque el grupo que maneja los laboratorios pide que se entreguen los hielos continentales. La llegada de la vacuna Sputnik se distribuye con criterio militante, y las redes se plagan de comentarios de efectos negativos.
Chile, Costa Rica, y Ecuador vacunan con Pfizer-BioNTech. Que se conozca, no han entregado la Araucanía, ni Costa Rica ha tenido que cerder su inmensa riqueza natural —el 6% del total en el planeta—. Nada indica tampoco que el gobierno de Ecuador haya entregado las Galápagos.
El que puso negro sobre blanco fue el presidente en un amable coloquio con los presentadores de C5N. Afirmó: “la vacuna de Pfizer es un problema logístico porque no hay en el país capacidad de frío como requiere esta vacuna”. De eso se trata, y no de conspiración alguna.
Como nada es simple, el gobierno de Donald Trump se despide con un caos de desorganización en la distribución de la vacuna. Esta desorganización llevó a que en un hospital en Brooklyn hasta se agarraran a las trompadas.
Errores por todas partes.