Un país cuyo PBI es más pequeño que el de España tiene en vilo al planeta. Rusia es una nación cuyo producto bruto interno está en el orden de naciones de medio porte, lejos del de China y aún más lejos que el de Estados Unidos. No obstante, por su historia, por su resilencia como sociedad ante las adversidades, y por su capacidad militar que no se puede menospreciar, así como su poder nuclear, le hacen un estado de cuidado.
El gobierno oligárquico de Vladimir Putin no hesita en asesinar, amedrentar o en encarcelar a políticos, periodistas, o todo aquel que le enfrente. La declaración conjunta de Xi Jinping y Vladimir Putin es de un grado de definición no antes vista en acuerdos internacionales: «La amistad entre los dos Estados no tiene límites, no hay áreas “prohibidas” de cooperación» declararon, anunciando planes de colaboración en una serie de áreas como el espacio, cambio climático, inteligencia artificial y control de Internet, los puntos clave de la agenda global. En este escenario de final imprevisible, Argentina queda en una posición incómoda con todo el occidente, alineándose en torno a hacerle frente a un esquema que pone en riesgo la vida, la economía y la libertad en todo el planeta.
La visión de poder de ambas naciones, fuertemente autoritarias, con libertad vigilada y centros de reeducación como en China, en el caso de los opositores políticos o la minoría uigur, es probable que sea parte del motor de la admiración de Alberto Fernández por estos regímenes.
El analista internacional Jonathan Eyal, del centro de estudios londinense RUSI, dijo que la declaración marca una «refutación frontal» de la visión estadounidense y occidental del mundo, y la construcción de una posible alianza militar entre Rusia y China: «Es la articulación más explícita de la estrategia de “hacer el mundo seguro para la dictadura», dijo. «Es un punto histórico, porque ambos se sienten acorralados y sienten que ha llegado su momento de exponer su visión del mundo y promoverla agresivamente».
Argentina no puede quedar del lado de estos dos actores violentos con su propios ciudadanos que ven, en la conculcación de los derechos civiles y humanos, su razón de poder y de ser.