Lo acontecido con el presidente de Bolivia Evo Morales en territorio europeo es, en los hechos, la revelación de la conducta real de estas naciones que dominaron los cinco continentes expandiendo una cultura macerada por siglos y una inabarcable vocación por la conquista territorial.
Tal como señala Luis del Val, en Diario Crítico, “hace falta una torpeza mayúscula, una ineptitud insensible a la más leve inteligencia para convertir a Evo Morales en una víctima de Europa. Es necesario sumar la impericia del tonto contemporáneo con la ignorancia del atrevido para detener el avión donde viaja un jefe de Estado, como si fuera un contrabandista de tres al cuarto al que hay que abrirle la maleta a ver si lleva unos cartones de tabaco sin declarar. La Europa más zafia y grosera mostró su trasero lacayuno al mundo para contentar al amo Obama, que está más preocupado en localizar al chivato que ha denunciado las tropelías del espionaje que en poner coto a una desmesura que arrumba con los derechos y la intimidad de los ciudadanos de lo que creíamos el libre Occidente”. Mejor dicho, imposible.
La situación se produjo cuando el presidente de Bolivia regresaba de un viaje oficial a Moscú y su avión fue obligado a detenerse en Austria, ya que Francia, España, Italia y Portugal habían impedido que la aeronave sobrevolara su espacio aéreo al sospechar que Edward Snowden, el ex contratista de la Agencia de Seguridad Nacional de los EEUU, viajaba con él.
Tras doce horas retenido en el aeropuerto de Viena, finalmente el presidente austríaco anunció que permitía que el avión despegara. La autorización contó con el visto bueno de España, que cambió su postura y finalmente permitió que el avión hiciera escala técnica en Gran Canaria antes de retomar el vuelo hacia Bolivia.
Este incidente ha provocado un conflicto diplomático entre Bolivia, varios países de América Latina y los socios europeos que detuvieron el avión y cerraron el espacio aéreo. Morales ha declarado sentirse “secuestrado” y ha negado haber visto a Snowden.
En declaraciones a la BBC, Antonio Remiro Brottons, catedrático de la Universidad de Madrid, señaló: “Este no es un avión cualquiera, es un avión presidencial que lleva a bordo a un jefe de Estado y, como tal, goza de total inmunidad y de la misma inviolabilidad y libertades que tendría dentro de su propia nación”. Agregando que “un Estado puede decidir cerrar su espacio aéreo pero, cuando se ha hecho, es porque un dirigente político está perseguido o vinculado a una medida de sanción, como en casos de crímenes internacionales, o para ejercer presión a países vinculados con estos crímenes. En este caso se trató de un avión presidencial, con un jefe de Estado a bordo, donde no había ninguna razón para que un gobierno le impidiera el tránsito y sobrevuelo de su espacio durante una conducta pacífica, menos por un rumor”.
Tal como ha señalado el Instituto de Relaciones Internacionales (IRI), “más allá de los posibles problemas técnicos y de las sospechas de la presencia de Snowden en el vuelo, no puede soslayarse la gravedad de los sucesos que han tenido como víctima a la persona de Evo Morales y a la soberanía del Estado Plurinacional de Bolivia. Lo sucedido es -nuevamente- revelador del doble estándar imperante en la Sociedad Internacional, donde gran cantidad de Estados aún entienden que se hallan insertos en un escenario propio del siglo XIX, distinguiendo en las anacrónicas categorías de naciones civilizadas y no civilizadas, siendo tan sólo los primeros beneficiarios de lo establecido por el Derecho Internacional”. Un orden que, como tantos otros a lo largo de la historia, diferencia entre dominadores y dominados.