La convocatoria en Mendoza fue multitudinaria: miles de vehículos llevaron tanto a mendocinos como a ciudadanos arribados de todos los rincones del país a expresar su repudio ante la entrega de tierras a grupos organizados que se presentan como supuestas comunidades «mapuches».
En relación a ello, en Noticias & Protagonistas, en la FM 99.9, expusimos los testimonios de Carlos Tapia, historiador de Malargüe, y de la profesora de historia Andrea Greco. En ambos casos, con abundante y fluida documentación, expusieron que jamás hubo presencia mapuche en el área que, por otra parte, sí tuvo a grupos originarios bajo la influencia del imperio Inca, como ha sido el caso de los pueblos comechingones o los Huarpe.
Señala Andrea Greco: «toda la provincia de Mendoza al norte del río Diamante estuvo poblada por los Huarpes que, a su vez, estaba dominada por los Incas. Eran sedentarios, habían empezado a cultivar las tierras y demás, pero cuando llegó la corona española a la zona, supieron que los españoles tenían nuevas plantas, semillas y herramientas de cultivo y van a pedir la fundación de una ciudad. Es el origen de la capital de la provincia, Mendoza». Agrega: «al sur del Río Diamante se encontraban grupos Puelches que eran nómades, que solían vivir en toldería, vivían de la caza, pesca y recolección. Se movían en grupos de unas 30 personas que era lo más práctico para la defensa. El otro pueblo que habitó esa zona fueron los Pehuenches. Lo que empuja y produce la movilidad de estos pueblos fue cuando los actualmente llamados mapuches, empiezan a cruzar la Cordillera de Los Andes. La denominación de Puelches y Pehuenches se la da el pueblo mapuche, no es el nombre originario que ellos utilizaban. Los Puelches significa gente del este porque vivían al este de la Cordillera y ellos al oeste. Cuando pasaron la cordillera fueron sometiendo culturalmente a los nativos, al punto de perder su propio idioma. También los exterminaron o empujaron hacia el este, viviendo fuera de Mendoza».
Elocuente y documentado. Historia que sale del cenáculo y se hace vulgo por la presión política del gobierno de Alberto Fernández, empeñado en ser partícipe de un relato que busca apoderarse de ricas regiones del país. Por su parte, el profesor de historia de Malargüe, Carlos Tapia, señala: «se ha trabajado muy bien con la comunidad Huarpe en Mendoza, pero en relación al tema mapuche, las autoridades no tomaron inmediatamente cartas en el asunto porque quizás lo vieron como pasajero. Como no tenían aspiraciones belicosas ni de tomas de terrenos como sucede más al sur, se dejó avanzar desde el verbo y hoy tenemos estos resultados».
Indica Tapia que «la decisión fue bastante shockeante para los mendocinos en general. Es un golpe duro porque lo hemos estudiado a través de distintos autores y documentación y no hubo asentamientos permanentes mapuches, acá la tierra era habitada por Pehuenches y Puelches. Los mapuches cruzaban la Cordillera desde Chile a cometer malones, a buscar ganados o bienes que les interesaban».
Hubo un movimiento que empezó a imponerse de personas que se consideran mapuches y llevaron adelante toda esta maniobra: «esto nace con un grupo de vecinos de Malargüe que se autoperciben como mapuches y empiezan a actuar en defensa de los puesteros. Después se empezó a generar el tema de las comunidades, hacer pertenecer a nuestros puesteros a la etnia mapuche, algo que no es real».
Algo que no es real pero que cuenta con una impronta de relato repetido hasta el hartazgo que llama a confusión y que requiere de un accionar fuerte de la sociedad civil y la dirigencia política que permita cortar de raíz este accionar intrusivo que busca particionar la Argentina que, a sangre, coraje, y fuego, construyeron nuestros padres fundadores.