A diario, una enorme cantidad de argentinos muere en las rutas del país. Privatizadas que fueron éstas en la década del noventa, el sistema ha demostrado suficientemente que no aporta nada a una mejor vialidad, y la lenta suma de víctimas fatales no parece conmover a nadie. Es parte de un diseño corrupto que soportamos, que revela que en el imaginario colectivo, más allá de la corrección del discurso, la vida no vale un centavo.
A ellas hay que sumar las víctimas de los siniestros ferroviarios, cuyo número se ha visto recientemente incrementado con el suceso acontecido días atrás (nuevamente) en la línea Sarmiento, a todas luces la que menos inversión recibió en estos años. Por ubicación geográfica, por proximidad de los medios metropolitanos, en particular la televisión, estos hechos irrumpen con fuerza en la agenda diaria. Las otras muertes son por goteo, se cubren en medios regionales o locales, no “lucen”, salvo que la cantidad de víctimas sea un número tan alto como para impactar, tal como suele ocurrir cuando el hecho involucra un micro de larga distancia, por ejemplo.
Todo esto ocurre por la flagrante corrupción que campea impune hasta hoy. Señala el diario La Nación en la columna de Diego Cabot del viernes 14, que “desde 2005 hasta abril pasado, según datos que publican los ministerios de Economía y el del Interior y Transporte, la Casa Rosada destinó 22.000 millones de pesos que terminaron en gastos operativos de los ramales ferroviarios urbanos”. Dicho de otra forma, toda esta cantidad de millones termina en sueldos de los empleados, pagos de la operación y servicios, como limpieza o desmalezamiento, que se tercerizan a empresas cuyos dueños muchas veces no son fáciles de ubicar.
La cuenta ha ido aumentando sin control. “En 2005, el gobierno del entonces presidente Néstor Kirchner repartió cheques a los ferrocarriles por 457 millones de pesos. Ese año viajaron en el sistema subsidiado 419 millones de pasajeros. Es decir, por cada uno de los que pasó la línea de molinetes, el Estado puso 1,09 pesos”. Dinero sin control para servicios que ya son peores que los de India o Nigeria.
Hoy, y luego del siniestro criminal de Once, los subsidios llegan, según cita el mismo medio, a “un aporte individual que pasó a 2,05 pesos por boleto. En 2008, el primer año completo de la presidenta Cristina Kirchner, esa cuenta ya estaba en 5,36 pesos por pasajero. El año pasado, por cada uno de los sufridos usuarios ferroviarios el Estado aportó 16,67 pesos, mientras que en lo que va del año, mejor dicho hasta abril, último mes disponible, el subsidio por pasajero llega a 22 pesos por tramo”.
Un escenario de descontrol absoluto y plagado de corrupción. Un escenario que lleva a nuevas tragedias, que no se soluciona argumentando, como lo hace el ministro Radazzo, que “quieren que en un año resolvamos lo que se destruyó en cincuenta”.
El delegado ferroviario Daniel Ferrari aseguró que la formación de doble piso que embistió a otra detenida en las cercanías de la estación Castelar “tenía problemas de frenos” y que por esa razón los trabajadores no querían que saliera. “Una formación, el Chapa 1 como le decimos nosotros, se quedó sin frenos. Ese equipo, el Chapa 1, que se quedó sin frenos, estuvo parado desde hace seis meses, no queríamos que esa formación salga”, planteó el gremialista en declaraciones a radio La Red. Ferrari sostuvo que la formación que impactó a una que estaba detenida es “el primer doble piso que vino a Castelar. Y lo venimos denunciando desde el año pasado, pero por no dejar salir los trenes tengo una causa abierta por (el ex secretario de Transporte, Juan Pablo) Schiavi”, sostuvo.
Más tarde, el delegado Rubén Sobrero confirmó que la formación de doble piso tenía problemas de frenos y era una situación que desde el sector gremial se venía denunciando. “Siempre tuvo problemas. Lo veníamos denunciando desde hace bastante tiempo”, señaló en diálogo con Radio 10. “Es una formación que estuvo seis meses parada y la sacaron el lunes. Nosotros nos habíamos negado a que salga para el servicio, ya que tuvo problemas con los frenos”, señaló. “Salió (del taller) el sábado, tuvo problemas, y el lunes salió de vuelta a la mañana y después lo metieron nuevamente al mediodía”, agregó.
Por su parte, Horacio Caminos, vocero del gremio de choferes de trenes La Fraternidad, afirmó que el choque se produjo por “una falla de frenos importante”. “Creemos nosotros que una falla de frenos importante ocasiona este accidente”, aseguró en declaraciones a la radio La Red. Caminos señaló además que el motorman de la formación estaba en “estado de shock”. El mismo ratificó ante la justicia dicha situación.
No hay destino fatal. La tragedia que vivimos y que nos mata es hija directa de la corrupción.