Tal como señala el artículo central de esta edición, la saga malhadada del COVID-19 pudo tener un desarrollo de mejor calidad institucional y, por ende, un mejor manejo de esta crisis. Las medidas tomadas a partir del inicio de la cuarentena daban la impresión de un baño de racionalidad por parte de las autoridades nacionales.
Sin embargo, está demostrado que el gobierno sigue una agenda que atrasa, cuando menos, dos décadas. En materia de economía, el manejo es tal como si la actual coyuntura fuera una réplica de la crisis conocida “del tequila” en la década del ‘90. En estas semanas, el gobierno eroga 376 millones de dólares en pago de intereses a acreedores internacionales e indicó al sector financiero que está previsto un pago de 500 millones en Mayo para cumplir con el cronograma de vencimientos.
En tanto esto ocurre, el ministro Martin Guzmán mantiene conciliábulos con los grandes grupos de acreedores internacionales que ya expresan, casi a boca de jarro, su menosprecio por él apodándolo “Goos-man” y filtrando su malestar en columnas de opinión publicadas en medios metropolitanos. No hay indicios de una mirada comprenda acabadamente el nivel de impacto que implica esta crisis económica tan global como la pandemia misma.
En la curva de aprendizaje hay ya un default enorme evidenciado en el modo en que se generó un innecesario amontonamiento de ciudadanos que rompieron la cuarentena empujados por la torpeza en el manejo de la situación por parte del Estado, que convocó a los bancos en un mismo día a quienes percibían la ayuda extraordinaria de diez mil pesos, el pago de la AUH, pensiones y jubilaciones, lo que devino en un escándalo político mayúsculo.
Horas después, la TV porteña —la misma que este día domingo 5 de Abril llevara adelante el “teletón” conducido por la compañera presidencial Fabiola Yáñez— explotó de indignación mediática, exigiendo renuncias y cambios de fondo en el modo en que se articulan este tipo de medidas. Es obvio que el aparato comunicacional reaccionó buscando despegar al presidente de esta bochornosa y peligrosa situación que podría ser equivalente al impacto del 8M en España, considerado el gran propagador de COVID-19 en ese país.
Y es que existe una denuncia para que se investigue si la concentración por el día internacional de la mujer, que fue multitudinario, no contribuyó a expandir la epidemia. En los hechos, se procura en los estrados madrileños conocer por qué, a pesar de los datos con que se contaba en los primeros días de marzo de 2020 y, singularmente, a pesar del informe del Centro Europeo para el control y prevención de enfermedades del 2 de marzo de 2020 sobre el coronavirus, las reuniones multitudinarias en Madrid de los días 7 y 8 de marzo no fueron prohibidas o restringidas por la autoridad competente.
Hoy en Argentina, la mirada va hacia la triada integrada por Sergio Palazzo, secretario general de La Bancaria, Miguel Pece, presidente del BCRA, y Alejandro Vanoli, titular del ANSES. Si los casos se disparan en las próximas semanas, este trío será la bestia del sacrificio, porque la curva de aprendizaje, se fue a marzo.