La invasión Ucrania impulsada por Vladimir Putin está en un momento decisivo. El avance ucraniano en área de Jerson es clave para enfrentar la larga batalla que aún le espera a la brava nación europea que lucha por su libertad.
Los que está sucediendo hoy en el desarrollo de la guerra fue anticipado por el politólogo Francis Fukuyama: en una intervención en el Forum2000 celebrado en la ciudad de Praga, el profesor de la universidad de Stanford, EEUU, ha subrayado que «ante la crisis energética en Europa, todo lo que suceda en el campo de batalla en los próximos meses en Ucrania será determinante».
«La voluntad política para mantener las sanciones —contra Rusia— dependerá de la situación energética», señala Fukuyama, por lo que «si Ucrania es capaz de recuperar la iniciativa militar, será más fácil para los políticos europeos decir: vamos a tener que superar el invierno, pero después las cosas irán mejor».
Los hechos demuestran que el análisis de Fukuyama era absolutamente acertado: el presidente Volodomir Zelinsky señaló: «Estos últimos días, el ejército ruso nos ha mostrado lo mejor que tiene: su espalda. Después de todo, hizo lo que debía, huir». Luego agregó: «No hay lugar en Ucrania para los ocupantes y nunca lo habrá».
Esta guerra, como toda guerra, es un crimen. Pero lo es más aún por la brutalidad de un atacante que no tenía ninguna necesidad de la misma. El conflicto ha dejado al descubierto el inficcionamiento de los medios occidentales que daban por cierta la ocupación del territorio ucraniano en sólo horas y que le pedían a Zelinsky que abordara un avión para poder constituir así un gobierno en el exilio.
Pese al temor por las represalias del gobierno ruso a través de sus fuerzas especiales, el consejo local de ciudad de San Petersburgo emitió un comunicado a la Duma —el parlamento ruso— pidiendo que se inicie el procedimiento para la destitución de Vladimir Putin. La declaración es frontal y brutal, y sostiene que «la decisión de Putin de invadir Ucrania el 24 de febrero provocó una pérdida masiva de vidas, convirtió a innumerables hombres rusos en veteranos discapacitados, obstaculizó la economía nacional y aceleró la expansión de la OTAN hacia el este».
No fue la única medida de este tipo: un segundo consejo municipal, esta vez en el distrito Lomonosovsky de Moscú siguió el ejemplo de sus pares y votó una moción similar, pidiendo la renuncia de Putin. Las críticas abiertas al autócrata ruso son poco frecuentes y, aunque las dos mociones sean poco más que declaraciones simbólicas, representan un notable reproche público. También sirven como prueba de que el apoyo del pueblo ruso a la guerra en Ucrania no es universal y que podría estar erosionándose, tal como ha revelado una reciente encuesta de opinión en Rusia.
«Creemos que la decisión tomada por el presidente Putin de iniciar la operación militar especial es perjudicial para la seguridad de Rusia y sus ciudadanos», decía el documento de Smolninsky presentado el miércoles por la noche. El día de la derrota de Putin es incierto, pero ese tiempo ya ha comenzado.