Esta semana quedó expuesto como nunca que la política en tiempos de la instantaneidad de la comunicación requiere equilibrio comunicacional y sensatez expresiva. Las expresiones de la diputada Elisa Carrió en un acto del Gobierno que integra para el sector pyme —“voy a amigarme con Macri cuando me lo saque a Garavano”— llevaron la disputa de poder en que está empeñada la legisladora a un punto de casi no retorno.
Horas después de la desafortunada frase, y habiendo advertido que sus dichos podían leerse como de desafío abierto y directo a la autoridad del Presidente, en su cuenta de Twitter Carrió señaló que no disputaba autoridad alguna y que lo dicho era “una broma”. Carrió, tal como suele subrayar, es cofundadora de Cambiemos, y viene de ser parte integrante de otro gobierno al que con su conducta ayudó a implosionar, así que debería, con la sagacidad, ingenio y brillantez que la caracteriza y se le reconoce, no confundir el escenario de la política con el del stand up.
Claro que Carrió no está sola en esta confusión que introduce el sistema mediático de hoy. Sergio Massa, que siempre está a la pesca de alguna definición que lo coloque, aunque más no sea por unas horas, en el centro de atención, soltó una parrafada tremenda que posiblemente implique un traspié difícil de levantar. En su cuenta de Twitter, el diputado nacional y líder del Frente Renovador sostuvo: “Argentina necesita con urgencia terminar con quienes saquean al país vendiendo productos primarios, en lugar de generar empleo produciendo y exportando trabajo argentino”. El varapalo que le propinaron los referentes del sector, empezando por la influyente Bolsa de Cereales de Rosario, lo dejó al borde del nocáut técnico. Su reacción fue mentir y afirmar que su expresión se refería a la minería; no obstante, circula un video del propio Massa hablando de la minería, a la cual rescata como una actividad esencial para la economía del país. Las cámaras mineras le respondieron con dureza no habitual, manifestando que el saqueo del que habla el dirigente es un espejo en el que debería mirarse. “Sí, es urgente terminar con esos que saquean al país, vendiendo lo primario de la mentira, del relato vacío y maquillado, de los espejos de colores que brillan sólo delante del propio rostro”.
Como entonces va quedándole claro a hijos y entenados que la política no es un stand up, el pedido de detención de Pablo Moyano en una de las cinco causas que involucran a la familia que conduce de manera regia el gremio camionero, no es un tema al que se pueda responder con frases de momento. Cada argentino, cuando recibe su factura de energía, sabe que ocurre en su bolsillo, no necesita que se lo explique Hugo Moyano. Lo que viene no es una orden presidencial, sino la consecuencia inevitable de una Presidencia que no da órdenes al Poder Judicial y abrió el accionar de un poder del Estado que, cuando no dormía la siesta, sencillamente miraba para otro lado.