La revolución en su laberinto

Una demostración de fuerza fue el sermón del ayatola Ali Jamenei el viernes 17 de enero en Teherán clamando por la santidad y sacrificio del asesinado líder de la fuerza Quds Qassem Soleimani. El líder espiritual lanzó un brulote muy poco piadoso, clamando por venganza y apoyo cerrado al régimen, en una mezquita que desbordaba de gente.

Un párrafo en particular es clave: “Hemos vivido dos semanas agitadas y excepcionales en las que ha habido sucesos amargos y dulces de los que la nación iraní puede extraer lecciones”, ha dicho el líder supremo. “Decenas de millones de personas salieron a la calle en nuestras ciudades y cientos de miles en Irak y otros países para venerar al mártir Soleimani en el mayor funeral que ha visto el mundo; eso es lo que llamamos un día de Dios. (…) También fue un día de Dios en el que los misiles de la Guardia Revolucionaria destruyeron la base de Estados Unidos en Irak”. “Sucesos dulces” llama a manifestaciones desorbitadas en las que murieron cuando menos 32 personas, y cientos quedaron heridas, una más que peculiar interpretación.

El daño colateral fue el derribo por los Pasdaran del avión de Ukranian Airlines. Este grupo, que asume —como ahora se sabe— la defensa aérea de Teherán, es la policía política del régimen y un actor central de las acciones llevadas a cabo en defensa de Irán en la guerra con Irak durante la década del 80’. Jameini, en su discurso, amonestó a quienes critican al régimen y se expresan en su contra al grito de “Ni Líbano, ni Palestina”.

En referencia a las manifestaciones contrarias al régimen que ganaron la calle al conocerse que dos misiles propios derribaron el Boeing 737 de Ukranian Airlines, Jameini soltó un duro párrafo: “La Fuerza Qods es una entidad con objetivos nobles y humanos. (…) [Sus miembros] son combatientes sin fronteras que van donde se les necesita para proteger la dignidad de los oprimidos”, ha dicho en referencia al cuerpo que dirigía Soleimani y que constituye la punta de lanza de la Guardia Revolucionaria en el exterior. “Quienes cantan ‘Ni Gaza, ni Líbano’ nunca darían su vida por Irán como ha hecho Soleimani”.

La decisión de Donald Trump de asesinar a Soleimani cumple con la regla de enfrentar la violencia con violencia y usar los elementos disponibles para inmovilizar al enemigo. Luego del hecho que se llevara la vida de Soleimani y otras 9 personas, incluyendo el líder del grupo Quds en Irak, se especuló fuertemente con el peligro de una guerra global, baladí gasto de tiempo: nadie irá a una guerra global por un régimen que es un incordio en el mundo del Islam desde la muerte de Mahoma.