El mundo vive ya la distopía de George Orwell descripta en su master piece «1984». En esa obra que se anticipó en el tiempo y las eras, una nación en Oceanía controla el mundo y el pensamiento colectivo. Tal como con los Borg de Star Trek, hay una mente pensante que determina y dirige qué, cuándo, y cómo accionar. Los elementos de anticipación en la obra de Orwell son inquietantes, y hoy un hecho cierto.
Millones de ciudadanos chinos son controlados digitalmente. El estado chino elige qué deben leer y qué deben debatir, en un intento de modelar su pensamiento y acción. No es exclusivo. El debate con las grandes corporaciones de Estados Unidos, Facebook y Google, corre por la misma cuerda.
En «1984», Orwell describe la existencia de un sistema que opera sobre los individuos intrusando su intimidad y registrando su pensamiento. En la pagina «Islas de pensamiento en papel y tinta» se puede leer: «Winston Smith, un trabajador del Ministerio de la Verdad (que, irónicamente, se dedica a falsear la historia con los hechos que el sistema quiere que la gente crea para demostrar que el partido único no solo tiene la razón sobre todas las cosas ahora, sino que la ha tenido siempre) a través de su labor diaria reescribiendo periódicos o revistas para tapar las lagunas o errores del partido, se va dando cuenta de la falsedad del régimen que los gobierna».
En su labor de orientación sobre el colectivo, el sistema emplea extremos en la lengua y hasta intrusa el orden universal, aplicando que dos más dos es igual cinco. Si suena conocido, no es casualidad. Por caso, cita en su análisis el mencionado medio digital: «La neolengua: En lugar de decir “malo”, se dice “nobueno”. En lugar de decir “terrible”, se dice “doblemásnobueno”. La función de este idioma consiste en reducir el léxico de la lengua con palabras simples y básicas, hasta el punto en que resulte imposible hablar de conceptos complejos como la libertad o la rebelión». Si suena a “todes”, “amigues” u otros dislates, no es mera coincidencia.
El colectivo Borg liderado por la pasionaria del Calafate es eso y más. Apunta el medio digital citado: «La neolengua está basada en la hipótesis de Sapir-Whorf, que establece que el léxico y la gramática de un idioma determinan la forma en que sus usuarios comprenden y conceptualizan el mundo que les rodea». Ergo, si controlás como hablan, controlás lo que dicen.
George Orwell no escribió por inspiración divina: su despertar fue consecuencia de esa monstruosidad conocida como los juicios de Moscú. El 21 de agosto de 1936, un funcionario bolchevique de bajo rango llamado E. S. Holtzman le dijo a un tribunal ruso que había estado involucrado en un complot trotskista contra Stalin. Su evidencia llevó a su propia condena y a la de los otros supuestos conspiradores, todos los cuales fueron inmediatamente fusilados. Días después, se comprobó que todo el relato era falso.
Los falsos relatos y el poder concentrado no son nada nuevo ni original, el poder faccioso se repite, una y otra vez, reciclado bajos aspectos diferentes pero bajo el mismo modo y método: la aniquilación total del pensamiento individual.