El mundo gira en torno al denominado «calentamiento global». La batalla por el cambio energético está lanzada y cada vez eleva más y más la presión para terminar con los modelos basados en los combustibles que se denominan «fósiles». En ese contexto se genera, a partir de una decisión del gobierno nacional, una fuerte presión antipetrolera basada en conceptos arbitrarios, mala información, y movidas mediáticas mentirosas.
La semana pasada, la fiscal del fuero Laura Mazzaferri dio lugar a dos presentaciones en sede federal imponiendo así medidas cautelares en las que exige información sobre las características de los permisos concedidos para la prospección del mar argentino a 413 km de la costa atlántica.
En cuanto a la huella de carbono, es precisamente el uso del carbón para generar electricidad el problema principal. Este mineral es la mayor fuente de energía del planeta: China, india, EEUU y Japón son los responsables de más de las tres cuartas partes de la producción mundial a base de carbón.
China y Japón son dos de los cinco países que más energía a partir de carbón generan en el mundo. Las dos economías asiáticas, que se encuentran entre las más contaminantes del planeta, siguen dependiendo, en gran medida, de la energía del carbón, a pesar de que ambos países han anunciado planes para abandonar el uso de combustibles fósiles altamente contaminantes.
Ambas naciones —así como también Corea del Sur— saben que cumplen un rol central en solucionar estos problemas de cara al año 2050. No son los únicos: Estados Unidos, Alemania y Polonia emplean carbón de forma masiva en sus centrales eléctricas. En Welzow, al sur de Alemania, una sola mina de carbón extrae 15.8 millones de toneladas de carbón marrón, el más contaminante de todos, porque su valor calórico es extremadamente bajo.
No es mejor el panorama de Polonia. En un informe del diario El Confidencial se revela que «Polonia es ahora mismo el “socio sucio” de la Unión Europea. Su adicción a la energía más contaminante, el carbón, no es solo económica, sino también histórica, política y patológica: le cuesta 50.000 vidas al año, una cantidad incalculable en tratamientos médicos a su población y el discutible récord de tener, según la Organización Mundial de la Salud, 33 de las 50 ciudades más contaminadas de Europa (datos de 2017). Además, este país es el único que se negó a ratificar el plan de la Unión de limpieza energética, que fija en el año 2050 unos objetivos de producción de energía limpia que Polonia. Está lejos de cumplir dado que casi el 80% de la electricidad polaca viene del carbón».
No es la exploración offshore en la costa argentina lo que matara al planeta, precisamente.