Los muertos que vos contáis

No pudo ser peor la conferencia de prensa en la que la provincia de Buenos Aires anunció que, por defectos en la carga de datos, se elevaba la cifra de fallecidos atribuidos al Covid-19 a 12.556, ya que había miles de muertes que no se habían computado. Másters del relato, Daniel Gollán y Nicolás Kreplak expresaron que ofrecían el método o sistema compilatorio a toda jurisdicción que lo requiriera.

Lenta pero, en definitiva, oportuna, la oposición exigió y obtendrá esta semana la interpelación a Gollán, para que explique por qué esos fallecidos no estaban debidamente registrados. Con el antecedente nefasto del ocultamiento de muertes en La Plata en la tremenda inundación de 2013, la desconfianza echa alas por sí sola.

Por cierto, los fallecidos se suman y se suman, pero no llegan a los números de muertes que el año pasado provocó la gripe que, según reconoce el Ministerio de Salud, fueron 32 mil. Hablamos de una gripe que está comprendida científicamente y para la cual se hace una campaña de vacunación cada año. Desaparecieron las filminas. Ya no somos el ejemplo que “el mundo mira”.

Un reciente informe señala: “de los 45 millones de habitantes del país ya tuvieron coronavirus 736.609 personas. Esto representa una tasa de 16.216 casos por millón. Entre los 10 primeros países de la tabla, sólo Estados Unidos, Brasil y Perú tienen una proporción mayor de contagios. Fuera del top 10 de países con más casos, también Chile supera a la Argentina en casos por millón”.

El resto de los territorios del mundo que sobrepasan a la Argentina en casos por millón tienen poblaciones reducidas e incomparables, todas por debajo de los 10 millones de habitantes. Eso hace que la tasa de contagios rápidamente crezca con sólo un puñado de contagios. Por ejemplo, Qatar tiene 44 mil casos por millón, pero su población es de 2,8 millones. En total, tiene 125.500 casos.

La pregunta es, más allá de ese ranking, cuántos casos le ha “aportado” Argentina al mundo. Teniendo una población que representa el 0,67% de los habitantes del planeta, tuvo el 2,17% de los casos totales de coronavirus. Esto es 3,39 veces más de lo que debería tener, según su cantidad de habitantes.

Todo este record, con la población restringida en sus derechos constitucionales, atemorizada por un mensaje de muerte, y sin testeos suficientes. Desde Suecia, el médico emergentólogo Cristian Dure —quien reside y ejerce en ese país— señala: “una política que evidentemente funcionó porque Suecia hoy en día tuvo sólo un muerto. Si lo comparamos con lo que hace Argentina, que teniendo a la gente encerrada la mortalidad aumenta en vez de descender, es evidente que no se está practicando el manejo basado en evidencia científica”. También fue muy crítico del grupo que asesoró al presidente Alberto Fernández. Para Dure, Suecia nunca estuvo al borde del colapso de su sistema de salud. Algunos hospitales tuvieron su servicio de terapia intensiva saturada, pero no estuvieron colapsados. Suecia basó su política en proyecciones. La situación sanitaria hoy es estable. Detalla Dure que, actualmente, son 26 los casos que requieren de internación con sólo 4 en terapia intensiva, mientras son 2.000 las camas críticas disponibles en el país.  

“Es conocido que el sistema de salud (argentino) está colapsado desde antes del Covid. Entonces, trabajar de la forma en que se trabaja en salud en Argentina es como volar un avión con un desperfecto. Si el avión sufre una tormenta, se cae porque fue volando con desperfecto mucho tiempo”.

Las políticas en Argentina se tomaron sobre una base ideológica y no científica. El precio, se pagará por décadas.