Tercer año de sequía. Una «niña» prolongada sin lluvias, a la que se suman heladas tardías que literalmente queman la cosecha de trigo afectando el saldo exportable, lo que implica menos divisas duras en las arcas del BCRA y presagia aumentos en el pan, que presiona aún más el índice de precios.
Todo se repite, como un mantra brutal. Se escucha decir que los tres años del fenómeno de la oscilación ecuatorial del sur es consecuencia del cambio climático, pero hay antecedentes: el invierno de 2022 fue el séptimo más seco en 61 años, y el quinto consecutivo en registrar déficit de lluvias, según el Servicio Meteorológico Nacional.
El común denominador de los inviernos más secos, es el fenómenos de La Niña, que ya transita su tercer año consecutivo, un hecho excepcional que, hasta el momento, sólo ocurrió en dos ocasiones desde 1950 hasta ahora. Justamente en esos años fue que el fenómeno de la sequía hizo eclosionar la política económica del segundo gobierno de Juan Domingo Perón: Argentina venía de gozar excepcionales ventajas en el comercio, producto de la Segunda Guerra Mundial, pero para 1950 —Plan Marshall mediante—, las ventajas comenzaban a desaparecer y los tres años de sequía demolieron la producción de granos.
Fue entonces cuando se llevó adelante una política que buscaba darle una salida a los sectores populares. Fue Antonio Cafiero —a la sazón, ministro de Economía—, quien lanzó lo que se conoció como «Pan Negro». Señaló éste, años después: «Comenzamos a importar una gran cantidad de toneladas de trigo, sólo para cubrir el consumo interno. Aparecieron grandes titulares en los diarios: “Argentina, ex granero del mundo, ahora importa trigo”. Decían que eso reflejaba el fracaso del gobierno. Nos reunimos con unos funcionarios y les pregunté si no había una forma de frenar la importación de trigo, porque además del costo, era una mancha. Entonces, a uno de mis funcionarios, no recuerdo a quién, se le ocurrió que se podía mezclar una parte de la molienda de trigo con una parte de la molienda de mijo, que sobraba. Como resultado, teníamos la harina necesaria para seguir produciendo sin importar».
No quedo allí: el propio Perón, al conocer esta opción, pidió que todos los molinos emplearan el mismo criterio. Así, ante la sequía del trienio 49-50,50-51 y 51-52 que había afectado fuertemente la producción, saca de la galera la idea de mezclar trigo con centeno y mijo para poder dar respuesta a la falta de pan.
Cuando se le presenta la idea Perón, éste pregunta: «¿Podemos garantizar que haya pan, en cada mesa Argentina?» Como pensaba que era mejor exportar el poco trigo que había, por decreto mandó a mezclar el trigo con mijo en todos los molinos del país. La diatriba política —ya exacerbada por el recorte de libertades individuales y políticas— elevó el tema al nivel de un escándalo.
En 2023, el debilitado gobierno de Alberto Fernández y Cristina Elisabeth Fernández se enzarza en contra de Gran Hermano, persigue a twitteros provocadores y arma causas para victimizarse, en tanto una crisis aún mayor se forja en torno de tres años de sequia.
1952-2023: 70 años después, la historia se repite.