Mirtha Legrand acuñó la frase de puro sentido común «el público siempre se renueva». Hoy, un sector de la sociedad, políticos y medios se alzan contra la corrupción evidente que implican los manejos de Facundo y Claudio Albini, apoderado del Frente Renovador, que han tenido como intermediario a Jorge «Chocolate» Rigau; o la escandalosa vida de Martín Insaurralde, Jésica Cirio y todo su entorno.
Nada es nuevo, son sólo temas que ahora han adquirido cierta notoriedad momentánea. Sin ir más lejos, en 1991 el país se escaldaba en el episodio que involucraba a Amira Yoma y a su esposo en ese entonces, el sirio Ibrahim al Ibrahim, el cual fue revelado por Página 12 basado en una investigación de Cambio 16 de España, denominado como «narco gate» o «Yoma gate», el cual conmovió a la sociedad en aquella época. El caso llevó a la persecución penal de Amira Yoma, del coronel sirio Ibrahim —quien regresó a Siria sin ser nunca puesto a derecho— y al puntero del conurbano Mario Casera, entre los nombres más conocidos.
Sin embargo, Amira Yoma terminó siendo desprocesada por falta de mérito por el fiscal Carlos Stornelli y el juez Nerio Bonifatti. Según confesó en la causa penal contador Andrés Cruz Iglesias —tal como se lee en el fallo de la Cámara Federal en el que se confirman las condenas del caso— que las valijas Samsonite con dinero proveniente del narcotráfico «era ingresado a la Argentina por el aeropuerto de Buenos Aires —Ezeiza— a través de Ibrahim, sindicado por el arrepentido como “jefe de aduanas del aeropuerto”».
Cada una de esas valijas llevaba un millón de dólares provenientes del narcotráfico. Nunca se supo cuántos fueron los millones que se traficaron hasta que cayó el esquema de lavado. Hay que apuntar que la jueza original de la causa fue María Romilda Servini. Años después, en una entrevista desde Damasco, Ibrahim al Ibrahim señaló que, así como su designación había sido decisión de Eduardo Duhalde, era éste quien le indicaba quién o quiénes pasaban sin ser revisados, o qué contenedores mover sin solicitar la apertura de los mismos. Ibrahim al Ibrahim no hablaba español, y estaba designado en aduanas como director.
Para la época, el enfrentamiento entre Carlos Menen y Eduardo Duhalde ya era vox populi y todo se cubría con la cómoda figura de «cosas de la interna».
Nada inició con Néstor Kirchner. El patagónico sólo lo llevo a un nivel inédito de sevicia y latrocinio de la hacienda pública de Argentina. María Romilda Servini sigue siendo jueza y se arroga ser una voz moral de la república.