Malas lenguas 1365

El affaire I. Magalí Marazzo nunca ha sido de las más tímidas. Puede ser avasallante y capaz de escalar altas cumbres sin empacho por el «qué dirán». En la pasada gestión hizo lo que estuvo a su alcance para mover el piso de un funcionario de Cultura al que —entre líneas— acusaba de acoso. Nunca fue a fondo, era sólo un decir al pasar para justificar por qué a ella no le otorgaban los ascensos a los que aspiraba —con o sin razón—. Muñeca brava, su relación con el presidente (hoy ausente) le valió encaramarse al frente de la puesta en valor de la Casa sobre el Arroyo. Estos eventos —fuera de toda lógica— no deberían extrañar.

El affaire II. Magalí Marazzo, Reina del Mar en 1997, curte ya el tiempo cruel en el cual, sólo con el arma de la belleza ya no alcanza para lograr todo lo que se ambiciona. Suele ser un tránsito complejo para aquellas féminas que han basado su éxito en su aspecto. La frase que salió de sus labios en radio La Red, en el programa Vencedores y Vencidos, lo refleja. No es cualquier frase: «si tengo que seguir dando explicaciones, voy a seguir ensuciando gente y no quiero eso». Suena clarito a amenaza, a juegos de palacio entre sábanas o algo por el estilo. Tiene públicamente la renuncia solicitada. Si no ocurre, es porque a alguien le preocupa lo que ella tenga para decir. Para más, lean la columna que firma JLJ en esta edición.

De abucheos y micromilitancia I. Fue la comidilla del sábado previo a esta crucial elección. Javier Milei concurrió al Teatro Colón acompañado de quien funge de pareja suya, la imitadora Fátima Flores, quien lucía un vestido largo con un amplio tajo en la pierna, de color rojo shock. No fue eso lo que llenó la crónica, sino el abucheo y el cántico de la marcha peronista, así como el grito de «Milei, vos sos la dictadura». Mucho video recortado que no refleja todo lo ocurrido. Según cita el ingeniero Celso Aldao, quien estaba presente en el lugar, lo acontecido fue un breve instante, al que respondieron muchos de los presentes con repulsa hacia los micromilitantes.

De abucheos y micromilitancia II. Según señala Celso Aldao, lo ocurrido en sus propios términos sucedió del siguiente modo: «Éramos muchos más los que lo aplaudimos. Al final se quedó en su palco, muchos fueron a saludarlo desde la platea. Sí, platea, segunda fila. Cuando lo descubrieron en el entreacto, el grueso de los asistentes nos pusimos de pié y lo aplaudimos unos segundos. Nos sentamos y la patota K empezó a insultarlo. A uno que tenía a dos filas casi lo sientan por la fuerza. Un trombón de la orquesta embozó unas notas de la marcha peronista». Otro pequeño acto de micro basura militancia fascista.

Curioso e intrigante. Según reveló esta semana el letrado Pedro Bove, querellante contra Jonestur en cuatro casos de víctimas de la megaestafa perpetrada por estos vecinos de la ciudad contra miles de ciudadanos que confiaron en ellos, la causa está acumulada con la llamada «causa de los arbolitos». Raro. Y es raro, porque queda claro que la megacausa que crearon el juez Santiago Inchausti y la fiscal Mazzaferri nada tiene que ver con esta estafa transnacional. Algo así como esconder un elefante en una manada de elefantes. Raro.