El gobierno nacional inició su gestión bajo un predicamento discursivo que ya no elude la palabra “ajuste”. El presidente Alberto Fernández dijo en TN que, si ordenar la economía nacional es ajuste, lo que están haciendo es ajustar. Nada curioso resulta que ahora quienes proclamaron las miserias atribuidas al gobierno de Mauricio Macri, vean como virtuoso lo que hasta ayer demonizaron.
El gobierno se reunió con la mesa de enlace. Las crónicas amables señalaron que las partes buscan consenso y que nadie, ni el gobierno ni los productores, quieren que se repita lo de la 125. Parece complejo. Los dirigentes rurales quedan expuestos a que sus bases los superen.
Walter Molfatto, de FA filial Bragado, apuntaba en la 99.9 “es como una calentada de motores, no queríamos salir a la ruta, pero nos están empujando, lamentablemente. Esta gente aprendió muy poco. No tenemos el escenario de 2008. La soja no vale 600 dólares, vale 250 dólares y nos quieren meter este impuestazo. Todo esto comenzó mal y terminará peor, tendrían que haber consensuado pero parece que la experiencia anterior no sirvió”.
Los productores salieron a la ruta en modo importante. Es el inicio de acciones que seguramente van a escalar, y que el gobierno parece minimizar. Hay mucha foto, mucho marketing, pero no aparece un plan integral que de pábulo a pensar que esté a mano la salida que permita ver la luz al final del túnel. Emmanuel Álvarez Agis, economista de diálogo con el presidente de la nación, aseveró: “con suerte, 2020 será un año de mierda” (SIC).
En otros aspectos no hay mejores noticias: La reapertura o revisión de la causa Maldonado, y la crítica a la pericia del asesinato de Nisman anunciada por la ministro Frederick. Parece que la funcionaria ignora que no puede, como integrante del ejecutivo y en un tema de exclusiva competencia jurídica, expresarse de esta forma, en un claro avasallamiento a la independencia de los poderes. Estas situaciones suman negatividad a una sociedad ávida de certezas.
En estas horas, el Departamento de Estado hizo saber formalmente al gobierno argentino que ve de manera impropia la actividad que lleva adelante Evo Morales, haciendo campaña política en Argentina y violando los estatutos de asilo que son ley internacional. La demora en tratar el pliego de Jorge Arguello como embajador de nuestro país en Washington es, sin más, una muestra concreta del malestar reinante.
Alberto Fernández va a tener que elegir pronto. O cede al ala de la vicepresidenta Cristina Elizabeth Fernández, de estrechos vínculos con Cuba y su régimen, o se alínea con Estados Unidos, lo que es indispensable para ordenar la relación con el Fondo Monetario Internacional. Tal como dijo Álvarez Agis, con suerte no sea este un año de mierda.